InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Agosto 2016

30.08.16

Calendario 2017

Calendario 2017

 

Me gusta mucho, cada año, elaborar y poner a disposición de los fieles de mi parroquia un almanaque o calendario. Casi siempre, de modo más claro o más sutil, sigo un programa iconográfico.

El del próximo año es, de momento, muy mariano. He escogido una Madonna de Sassoferrato. Una imagen piadosa de la Virgen, pero, a la vez, muy bella. Y no hay contradicción necesaria entre una cosa y la otra. El pintor supo crear unas imágenes devocionales que no ofenden el buen gusto. A mí esas síntesis me encantan: Entre teología y espiritualidad, entre arte y devoción, entre la “idea” y la realidad cotidiana.

Pero, buscando un poco más a fondo, he encontrado una obra de Andrea Mantegna que me ha dejado absolutamente impactado: “La Virgen con el Niño y querubines". Es un cuadro que obliga a pararse un poco. Casi nada puede superarlo.

Andrea Mantegna murió en Mantua en 1506. Mantua es una ciudad no muy grande, pero muy recomendable. Merece la pena visitar su imponente palacio ducal, de la familia de los Gonzaga, una obra maestra del Renacimiento.

Cada año salen unos 300 o 400 almanaques. De momento, he decidido los motivos de los dos primeros. Espero que los que sigan, uno o dos más, estén a la altura.

Conviene que los feligreses tengan, en sus casas, una imagen asociada a la dirección de la Parroquia y al horario de la Santa Misa.

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27.08.16

Extremar la prudencia (y la seguridad)

Todos podemos ser víctimas de un robo, o de un robo con agresión, o de lo que sea. No se trata de caer en una especie de pánico generalizado, pero, no obstante, todas las prevenciones que se adopten serán, sin duda, pocas.

Me contaba hoy un sacerdote, que pasa ya de los ochenta años que, a principios de este mes, sufrió un intento de robo en el despacho parroquial. Quisieron inmovilizarlo con una cinta adhesiva, tapándole los ojos y la boca. El intento quedó en intento y, gracias a Dios, no fue a más. Se ve que los presuntos ladrones eran principiantes o, tal vez, no excesivamente desalmados. Porque, hasta en el mal, existe siempre una escala que va de lo malo a lo peor.

Parece que la hora del ataque era sobre las 16.30. En pleno calor de agosto, una hora muy apropiada, si el despacho parroquial resultaba – como era el caso – algo aislado y poco accesible a las miradas de los vecinos.

Muchas personas, cuando se enfrentan por primera vez a un hecho de este género, suelen reaccionar argumentando un razonamiento que a mí, aunque me parece comprensible, me resulta, en el fondo, completamente absurdo: “Nunca había pasado”.

Claro, las cosas “nunca” pasan hasta que pasan. Uno “nunca” se muere hasta que se muere. Y así, todo. Una persona sola, en este caso, un párroco en un despacho aislado, no puede permanecer tranquilamente en el mismo pensado en que, como “nunca” ha pasado, “nunca” va a pasar. Habrá que cerrar la puerta y que comprobar, por la ventana, si el que llama es fiable o no.

Y es evidente que no culpo al párroco – las víctimas no son los culpables - , pero sí alerto. Si algo nos sucede, que no se deba a falta de precaución. Hay que intentar ir un poco por delante de los malos.

No se puede decir públicamente si vamos a estar en la Parroquia o nos ausentamos. No se puede quedar hablando con alguien extraño en la sacristía cuando ya todos los feligreses se han ido. En caso de duda, es preferible hablar a la puerta de la iglesia. Siempre tratando de maximizar la publicidad y de minimizar el riesgo.

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7.08.16

Procesión del Cristo y ciudadanía no mutilada

Cada primer domingo de agosto tiene lugar en Vigo un hecho, la procesión del Cristo de la Victoria, que como tal hecho merece una atenta reflexión, un mínimo de interpretación. Animaba Husserl a llegar a la realidad en toda su pureza, a ir “a las cosas mismas”.

Por ello interpreto esta procesión sorprendente como una especie de manifestación de protesta de la naturaleza humana,  de la ciudadanía – es decir, de la condición política, en el sentido aristotélico, del ser humano  - frente a  recurrentes arbitrarios intentos de “mutilación”, o de amputación, no justificados.  Y es muy difícil que una amputación esté justificada. Jamás sería, esa medida, en una adecuada práctica médica, la primera a tomar. Más bien sería la última.

El hecho es que, ese día, en Vigo, multitud de personas salen a las calles acompañando en procesión, en manifestación pacífica, la imagen de Cristo. Gentes de todo tipo y condición. Como una especie de colmena humana – evocando a Camilo José Cela - que no se avergüenza de expresar externamente lo que, en alguna parcela de su interior, alberga como un bien preciado.

Esa multitud no quiere ser privada de su dimensión religiosa. Muchos teóricos de la Modernidad postularon, en su día, el fin de la religión. Pero la religión vuelve porque, en realidad, no se ha ido nunca. El hombre es, decía un filósofo ateo, el “animal divino”. La vuelta, la permanencia de la religión, el eco continuo de los “rumores de ángeles”, no debe llevarnos a bajar la guardia. No todo lo aparentemente religioso es bueno. No es buena una religión, o una deformación de la misma, asociada a la violencia y enemiga de la razón. La religión verdadera debe pasar el filtro de la razón – de la armonía con la ética – y, añado como religioso católico, también debe superar el contraste con Jesús de Nazaret. Y Jesús no desafía ni la razón ni la ética. Más bien las lleva, a ambas, a su plenitud. Pero si es irracional una religión arbitraria y violenta, no lo es menos la imposición de un ateísmo que se disfrace, falsamente, con la falsedad de todo disfraz, de la única postura racional y ética.

Esa multitud que sale el domingo a la calle no quiere ser privada de su dimensión emocional y sensitiva. La vida humana, y la religión, tiene mucho que ver con la razón, pero también con las emociones y con los sentimientos. Con el alma y con el cuerpo. La distancia cartesiana entre cuerpo y espíritu no es compatible con la lógica sacramental de lo cristiano: “El Logos se hizo carne”. No somos ángeles ni meros animales, somos “espíritus encarnados”, que diría K. Rahner. Orar no es solo dirigir el alma hacia Dios; es también caminar, encender una candela, oler el incienso, ver cómo arden los cirios, oír el murmullo del rezo de los otros…. Los sentidos y la fe. El ámbito sacramental, encarnado, como espacio propio de transmisión de la fe.

Esa multitud tampoco quiere ser privada de su dimensión social. Los “otros” no son, contra Sartre, el “infierno”. El yo y el tú, y la suma de cada yo y cada tú, forma el “nosotros”, que es el espacio esencial de la ciudadanía y, no por casualidad, el de la Iglesia. No caminamos solos, no vivimos solos, sino que, en esa “nueva ciudad” que Cristo nos invita a construir, caminamos los unos junto a los otros.

Ni la fe, ni la ciudadanía, es cosa de la sola conciencia individual. Porque la conciencia es una facultad “humana”, y el hombre es religioso, es racional y emocional, y es también, inevitablemente, un ser social, un “animal político”.

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3.08.16

El Seminario de Dublín: ¿Hasta dónde vamos a llegar?

He leído en Infocatólica: “Plaga de homosexualidad promiscua en el seminario de Dublín”. Obviamente, Infocatólica no se ha inventado la noticia, sino que se remite a la agencia Efe.

Y leo la noticia y me entran muchísimas dudas. Dice, la noticia, que la Archidiócesis suspenderá temporalmente el ingreso de nuevos estudiantes, ante la sospecha de que se ha extendido, en ese Seminario, una cultura “gay”.

Y yo me pregunto: ¿Qué es eso de suspender temporalmente el ingreso de nuevos estudiantes? ¿Es una cuarentena? ¿Merece el honor de los nuevos estudiantes el que se pase por encima de los actuales estudiantes?

Que manden a los nuevos estudiantes a Roma, está muy bien. ¿Pero, los que ya están en el Seminario de Irlanda, merecen ser señalados públicamente como personas “dudosas” en el ámbito moral?

Yo me imagino que, los alumnos del Seminario de Irlanda, puestos bajo sospecha, se irán. Vamos, no les queda otra opción. Por mucha vocación que tengan, no les cabe otra opción. Se irán.

Tendrán que irse. Son, hagan lo que hagan, sospechosos.

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