InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Marzo 2016, 31

31.03.16

La dimensión pública de la religión

Se ve que algunos representantes políticos son partidarios de la univocidad del lenguaje. Quieren, estos representantes y quienes les apoyan, que todo sea unívoco: Que cualquier predicado se predique de todos los individuos con la misma significación. Quienes así piensan son amigos de la uniformidad, del control, y reticentes hacia los matices variados que presenta la realidad.

Han surgido, como los hongos en un terreno húmedo, defensores acérrimos, y hasta fanáticos, de la univocidad de “lo público”. Para ellos, lo público es única y exclusivamente lo perteneciente o relativo al Estado o a la Administración. Deben de creer que el Estado lo es todo, que la Administración lo es todo. Y no es así. El Estado, si entendemos por tal los conjuntos y órganos de gobierno de un país soberano, está, si no es totalitario, al servicio de los ciudadanos; en definitiva, de las personas.

Lo “público” no es ni unívoco ni equívoco, sino análogo. Hay muchas cosas que son públicas y, siendo diferentes, guardan una cierta relación entre sí. Lo que es conocido por todos, aunque no dependa de la Administración estatal, es público. Lo que se hace a la vista de todos, aunque no dependa de un Ayuntamiento, es público. Lo que es accesible a todos, aunque no sea cosa del Estado, es público. Recortar la analogía es reducir la realidad.

Desde luego, el culto católico es público. No en el sentido de que sea una expresión de la Administración del Estado – que, como tal, no tiene nada que decir sobre la religión, sino solo atenerse al servicio de los ciudadanos, también en sus expresiones religiosas -. El culto católico no se refiere solo al individuo, sino también a la comunidad, a lo colectivo. A una comunidad que es eclesial, pero también social. Si en una parroquia, cada domingo, se reúne un grupo de personas para la celebración de la Santa Misa, esas personas no dejan de ser, durante ese tiempo, ciudadanos. Lo siguen siendo. Son ciudadanos que se reúnen para celebrar su fe.

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