Don José Delicado Baeza. In memoriam

Don José Delicado Baeza. In memoriam

Publicado en Faro de Vigo

Los sacerdotes, conforme vamos cumpliendo años, solemos llegar a nuevos destinos, aunque siempre queda una huella, en la memoria y en el corazón, para nuestras primeras parroquias, aquellas en las que hemos empezado a ejercer el ministerio pastoral. Creo que algo similar les sucede a los obispos. Su primera diócesis suele ser recordada por ellos de un modo especial.

Cuando yo estudiaba en Roma, en un más de una ocasión tuve la oportunidad de saludar a Mons. Delicado Baeza. Él era, por aquel entonces, arzobispo de Valladolid (lo fue desde 1975 hasta 2002). Bastaba decirle: “Soy sacerdote de la diócesis de Tui-Vigo", para que, enseguida, se dibujase una sonrisa en su rostro y de estableciese una breve, pero grata conversación.

D. José Delicado Baeza fue el segundo de una saga de obispos de Tui-Vigo que compartían el nombre de “José". Tras el pontificado de D. Antonio García y García, que pasó del obispado de Tui al arzobispado de Valladolid, fue nombrado obispo de Tui el agustino José López Ortiz, quien rigió la diócesis tudense - y , luego, de Tui-Vigo - desde 1944 hasta 1969. Tras él, José Delicado Baeza (1969-1975); José Cerviño Cerviño (1976-1996) y José Diéguez Reboredo (1996-2010).

Su etapa episcopal en Tui-Vigo fue corta, pero intensa. Esos años, de 1969 a 1975, son años de transición, primero, en el terreno religioso y, sucesivamente, en el terreno político y social. El Papa Pablo VI, aplicando las directrices del recientemente clausurado Concilio Vaticano II, propició un nuevo perfil de obispos que preparasen a la Iglesia en España para desempeñar su labor pastoral en un contexto nuevo, abierto, poco a poco, a la pluralidad de un régimen democrático, similar al que ya por entonces estaba vigente en las demás naciones de Europa occidental.

En esa clave de cambio se ha de situar, creo yo, la tarea episcopal de Mons. Delicado Baeza en Tui-Vigo, con sus aciertos y con sus límites. Había nacido en Almansa (Albacete) en 1927 y fue ordenado presbítero en esa misma ciudad en 1951.

Ya como arzobispo metropolitano de Valladolid, en continuidad con el estilo iniciado en Tui-Vigo, se distinguió por favorecer una pastoral más participativa y por potenciar el diálogo fe-cultura. Fue uno de los impulsores de la exitosa iniciativa “Las edades del hombre", que inició su andadura en Valladolid.

En la Conferencia Episcopal Española desempeñó importantes cargos: miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral, de la Comisión Episcopal del Clero, Vicepresidente (1981-1987), así como presidente la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis y vicepresidente de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades.

Como se ve, una trayectoria amplia, de grandes responsabilidades. Pero, más allá de los cargos desempeñados, está la vida interior de un hombre de fe y de apasionada dedicación a la Iglesia. Siendo yo un joven sacerdote pude atisbar algo de esta dimensión más oculta participando en unos ejercicios espirituales que Mons. Delicado predicó al clero de nuestra diócesis en el convento franciscano de Canedo.

En una muy reciente entrevista, D. José Delicado hablaba de esta experiencia interior. “¿Cómo le gustaría ser recordado?", le preguntaba el periodista Jesús Bastante. Y él contestaba: “Me gustaría que rezasen por mí. Y que mis amigos, y también los que no me conocieron, se preocupasen por estar unidos en la función principal que es el trabajo por la Iglesia".

Y añadía: “Si he sido buena persona o no, eso lo sabe Dios. Yo tengo mis dudas íntimas, pero descanso en la Providencia misericordiosa del Señor. Él siempre ha estado conmigo, desde mi adolescencia. Por eso me siento tranquilo, dentro de lo que cabe, a pesar de que sé que no he sido lo que debería haber sido. Pero tampoco encuentro grandes rasguños ni hojas arrancadas. Siempre he vivido en mi intimidad con el Señor y con la Providencia, que me ha asistido siempre".

Hoy, nosotros, los diocesanos de Tui-Vigo, cumplimos con gusto su deseo de rezar por él, con gran agradecimiento. Y confiamos el juicio decisivo de su vida a la misericordia del Corazón compasivo de Jesús, cuyo culto impulsó en Valladolid, para que el Señor premie todo lo bueno que hizo en favor de la Iglesia.

Guillermo Juan Morado.

Director del Instituto Teológico de Vigo.

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