445 - ONU: LA SANTA SEDE EN LA CONFERENCIA DE DURBAN: EL RACISMO ES UN PECADO

ONU: LA SANTA SEDE EN LA CONFERENCIA DE DURBAN: EL RACISMO ES UN PECADO

Fuentes: Propias; VIS, 04-09-01; Zenit, 06-09-01

S.E.R. Mons. Diarmuid Martin, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, intervino el 3 de septiembre en la "Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia", que se celebró en Durban (Sud África) del 31 de agosto al 7 de septiembre de 2001. Dijo Mons. Martín:

"La delegación de la Santa Sede desea en primer lugar expresar su aprecio al gobierno y al pueblo de Sudáfrica, el país huésped de esta Conferencia Mundial. (…) La conferencia mundial de Durban contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia presenta un desafío significativo a la comunidad mundial al inicio de un nuevo milenio.

"Mientras que el título de nuestra conferencia se formula en términos negativos, el desafío al que hacemos frente es positivo. La lucha contra la discriminación racial está sobre todo en cómo deseamos estructurar la interacción de los individuos y los pueblos al principio de un nuevo siglo y de un nuevo milenio. El racismo es un pecado. Es fundamentalmente una mentira, un concepto inventado deliberadamente para crear la división en la humanidad. Esta conferencia debe ser sobre la verdad: la verdad referente a dignidad humana, la verdad referente a la unidad fundamental de la familia humana. Esta es una conferencia sobre los fundamentos éticos de una nueva comunidad mundial.

"De una valoración honesta de los errores y de las prácticas del pasado -y de hecho, digamos, del presente- debemos juntos buscar audazmente un futuro diverso, en el cual se reconozcan y se fomenten la dignidad única y los derechos inalienables de cada persona y de cada pueblo.

"A pesar del progreso humanitario y científico sin precedentes de nuestros días, tenemos que admitir que muchas dimensiones de nuestra comunidad mundial todavía están marcadas por la exclusión, la división y la grotesca desigualdad, con el consiguiente dramático sufrimiento humano.

"No podemos olvidarnos que el pasado reciente muestra acciones dirigidas no solamente a la exclusión sino a la propia exterminación de pueblos enteros. El desafío del nuevo siglo es asegurar que esto nunca sucederá otra vez, y trazar un nuevo mapa del mundo, marcado solamente por fructífera interacción de los pueblos fundada en la equidad, y relaciones fraternales.

"La Santa Sede reconoce la irreemplazable contribución que la familia de las Naciones Unidas ha hecho y está haciendo en lo referente a la desigualdad y la exclusión en el mundo de hoy. Esta conferencia, sin embargo, marcará un nuevo y significativo paso de esperanza en los esfuerzos de la comunidad de naciones. Comienza a tocar las dimensiones más centrales y más profundas de aquello que es necesario para luchar contra la discriminación racial y construir un mundo más justo. La conferencia invita a cada uno de nosotros, como individuos y como representantes de naciones y pueblos, a examinar los sentimientos de nuestros propios corazones. Sin una conversión individual y colectiva del corazón y de la actitud, las raíces del odio, la intolerancia y la exclusión no serán eliminadas, y el racismo continuará levantando su horrible cabeza repetidas veces en el siglo próximo como en el siglo que acaba de terminar. (…)

"El Papa Juan Pablo II ha observado: Uno no puede seguir siendo un prisionero del pasado: los individuos y los pueblos necesitan de una especie de "purificación de la memoria". Evidentemente no puede haber ninguna curación sin un reconocimiento vigoroso de la verdad de las realidades históricas. Purificar la memoria requiere que valoremos con honestidad nuestra historia personal, de nuestra comunidad y de nuestra nación y admitir esos aspectos innobles que han contribuido a la marginalización de hoy, de tal manera que nos lleve a reforzar nuestro deseo de hacer de la era de la globalización una era de encuentro, inclusión y solidaridad.

"En su contribución al trabajo preparatorio de esta conferencia, la Santa Sede ha puesto particularmente de manifiesto la situación de migrantes, refugiados y de sus familias. La migración será una de las características típicas de un mundo globalizado. Puede ser un fenómeno que genera prosperidad, reduce desigualdades globales y realza el encuentro entre pueblos y culturas.

"Como el documento reciente que el Pontificio Consejo Justicia y Paz, publicado como contribución a esta conferencia hace notar, "la creciente movilidad humana exige más que nunca apertura hacia los otros. Pero hoy el migrante, especialmente aquel que viene de un diverso medio cultural, puede ser fácilmente objeto de la discriminación racial, de la intolerancia, de la explotación y de la violencia. En el caso de los migrantes indocumentados la persona puede incluso no tener autoridades apropiadas a quien dirigirse. La conferencia debe constituir una reafirmación clara de los derechos humanos fundamentales de todos los migrantes, sin importar su estatus. Debe indicar las líneas generales para una aplicación nacional e internacional eficaz de esos derechos. Al mismo tiempo, la lucha contra racismo requerirá un programa intensivo y equilibrado de la educación referente a la migración.

"Un tema que la Santa Sede ha deseado poner de relieve durante esta conferencia es el papel fundamental en la lucha contra el racismo de la educación. La educación debe comenzar en la familia. Es en la familia que el niño entiende primero el concepto del otro. Está en la familia el hacer de verdad del otro un hermano o una hermana. La familia en si misma debe ser la primera comunidad de la franqueza, de la recepción y de la solidaridad. La familia debe ser la primera escuela en la cual se rechazan firmemente las raíces de un comportamiento racista.

"La educación contra intolerancia racial debe convertirse en un sólido pilar de todas las dimensiones de la educación, en la escuela y en la sociedad. La educación debe tratar los fundamentos éticos que destacan la unidad de la familia humana. (…) Los medios de comunicación tienen la responsabilidad especial de evitar cualquier provocación de sentimientos racistas, (…). La educación en los derechos humanos debe convertirse en una dimensión fundamental de los programas educativos, así como en la formación profesional de aquellos que puedan ayudar a prevenir la discriminación racial, (…).

"La Santa Sede observa finalmente, la especial contribución y la responsabilidad de las comunidades religiosas en la lucha contra racismo. En el discurso sobre esta conferencia hace algunos días, el Papa Juan Pablo II hizo un llamado a todos los creyentes, observando que no podemos en verdad llamar a Dios, el Padre de todos, si no tratamos fraternalmente a cualquier persona, creada a imagen de Dios.

"La religión ha sido a menudo explotada como un medio de profundizar algunas divisiones, tanto en lo político, lo económico o lo social. Los lideres religiosos deben recordar que todas las religiones por su naturaleza abogan por la unidad de la raza humana. La verdadera creencia religiosa es absolutamente incompatible con actitudes y prácticas racistas. Las recientes experiencias del diálogo interreligioso ofrecen la esperanza de una mayor comprensión entre la religiones.

"En muchos conflictos recientes, de hecho, la unidad mostrada por los lideres religiosos ha sido un factor significativo en la prevención o la reducción de conflictos y para fomentar la reconciliación.

"Esperemos, señor presidente, que esta conferencia de Naciones Unidas contra racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia marque un momento histórico, del cual surja una nueva cultura del diálogo". FIN, 08-09-01