InfoCatólica / Que no te la cuenten / Categoría: Personas y personajes

9.01.21

Ana Catalina de Emmerick y el ícono de la Virgen atribuido a San Lucas

La beata Ana Catalina de Emmerick (1774-1824) es de esas personas que Dios, cada tanto, se empeña enviar al mundo para confundir a los “sabios". Mística alemana, profundamente sufrida y analfabeta, sus escritos -dictados al converso Clemente Brentano- nunca han sido aprobados por la Iglesia por desconocerse qué pueda ser de ella y qué de su secretario. Sin embargo, esas revelaciones privadas más de una vez han dado en el clavo (como cuando gracias a ellas unos arqueólogos descubrieron la casa de la Virgen María en Éfeso, por citar sólo un ejemplo).

Sus escritos, de una enorme calidez, inspiran no sólo curiosidad, sino también devoción.

Pues hoy queríamos compartir algo que hemos leído y visto: se trata de uno de los íconos atribuidos a San Lucas, el médico y evangelista de la infancia del Señor que, según una antiquísima tradición se encuentra en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma.

El texto de la la beata dice así:

             "He visto a Lucas pintar varios cuadros de la Virgen , algunos de modo milagroso. Un busto de María lo halló pintado y concluido, por haberlo pedido así, después que inútilmente había intentado hacer el trabajo. Lo halló terminado mientras estaba en éxtasis. , sobre un altar en la capilla del Pesebre, a la derecha del altar mayor. No es, sin embargo, el original, sino una copia del mismo. El original esta aún en una pared, que se ha convertido en una columna, cuando se ocultaron allí, en un gran peligro, muchos objetos sagrados. Allí veo también huesos de santos y escritos de mucha antigüedad. La iglesia tiene siete columnas. Esta encerrado en el medio, a la derecha, de modo que el sacerdote, cuando dice Dominus vobiscum, en el altar del cuadro de la Virgen, con su mano señala esa columna". 

Que Roma haya sido saqueada varias veces y se hayan escondido reliquias, nadie lo niega. Lo llamativo de todo es saber cómo la beata pudo ver con tanta claridad todo esto y a la distancia, si es que todo es cierto, claro.

Capilla Borghese, con el ícono atribuido a San Lucas

 

Capilla Borghese, vista desde el altar hacia la basílica

 

Sólo queda comprobarlo y, gracias a ciertos indicios, que alguien que se dedique a la arqueología cristiana lo analice. Pero mientras tanto, si alguien tuviese la gracia de ir alguna vez por Roma, pase por esa basílica (puede visitarse online aquí) y, luego de rezar frente a los restos del pesebre, debajo del altar mayor, contemple el ícono atribuido a San Lucas y, la darse vuelta (como cuando el sacerdote dice su “Dominus vobiscum"), mire la cuarta columna de la derecha.

Capilla Borghese, vista desde la nave central de la Basílica

 

Y, acercándose a ella, vea el siguiente recuadro que, al menos, da que hablar:

Cuarta columna de la derecha

 

¿Estará allí un ícono de la Virgen, como tantas otras cosas que aún no se han descubierto en la “Roma eterna"? Pues, quién sabe. Lo cierto, es que muchas cosas han quedado ocultas que aún no han salido a la luz.

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 

27.07.20

Oliveira Salazar. A 50 años de su muerte. El orden sereno

Hay ciertos personajes que, el mundo moderno, se empecina en olvidar; es el caso de Don Antonio de Oliveira Salazar, uno de los grandes príncipes cristianos del siglo XX, presidente y primer ministro de Portugal.

A cincuenta años de su fallecimiento, resucitamos aquí -con la corrección de su autor- este artículo de Don Enrique Díaz Araujo para, 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE


SALAZAR: EL ORDEN SERENO

Enrique Díaz Araujo

 

Al cabo de una década de la desaparición del mayor estadis­ta contemporáneo puede intentarse un balance histórico de su personalidad y de su obra de gobierno. Esto es lo que, anticipa­damente y con singular éxito, ha logrado el ensayista francés Jacques Ploncard d’Assac con su excelente biografía traducida por Carlos Abascal para la editorial “Tradición” de México. Re­señarla, aunque sea someramente, es un ejercicio de recapitu­lación de todas las principales cuestiones que afectan a la vida política moderna ante el paradigma y la encarnadura de un hombre de Estado ejemplar.

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9.03.20

Los enigmas de Ariel Álvarez Valdés, un autor no confiable. Textos

El nombre de Ariel Álvarez Valdés puede ser desconocido para el público en general; aunque no para todos. Sus libros y panfletos se encuentran en varias librerías “católicas” del mundo hispánico (ejemplo de ello son las que se hallan en ediciones de la “Editorial San Pablo”, editorial “católica” (católica sociedad anónima, claro…).

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2.03.20

Murió Ernesto Cardenal: sacerdote marxista

Ernesto Cardenal murió ayer, domingo 1 de Marzo de 2020 en Managua, Nicaragua, a la edad de 95 años. ¡Si hasta parece que Dios se esmera para que algunos se salven a toda costa, dándoles larga vida!

Sacerdote, poeta, teólogo y guerrillero marxista fue educado por los jesuitas -aunque luego se hiciera trapense- como uno de los tantos botones de muestra que la Compañía de Jesús (¡qué compañía, Señor!) significó para la Iglesia Católica del siglo XX: en muchos casos, una milicia indigna de San Ignacio de Loyola.

(Nota: para los más jóvenes que aún no saben qué papel jugó la Compañía en el siglo pasado, remitimos al excelente libro de Malachi Martin, SJ, un clásico sobre el tema: “Los jesuitas. La Compañía de Jesús y la traición a la Iglesia Católica”. También son altamente recomendables, del mismo autor, “Vaticano” y “El último Papa”).

Murió sin pedir perdón y hasta despreciándolo, a pesar de haberlo recibido, motu proprio, de parte de Roma, después de haber estado suspendido a divinis durante décadas por Juan Pablo II (es famoso el vídeo en el que el polaco reprende al sacerdote que lo mira riéndose, en 1983).

Tanto él como su hermano Fernando (este sí, jesuita también suspendido) fueron referencia obligada en el campo cultural y social de los revolucionarios sandinistas nicaragüenses que tomaron el poder en los años ‘70, para instaurar el “paraíso comunista” en la tierra por medio de la “teología de la liberación". .

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12.07.19

Popieluszko y el amor a la verdad

Cuando parezca que ya nada tiene sentido y que decir hoy la verdad es arar en el mar.

Cuando nos digan que es mejor, “por prudencia”, callar sin chistar y plegarnos al vocabulario de turno.

Cuando quieran que “cinco” sea “cuatro” y que “cuatro” sean “dos” y el mundo esté tan emputecido que hasta la misma verdad parezca cabalgar en los altares.

¡Recuerda, recuerda alma mía el verbo de este testigo de la Verdad!

 Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi 


Beato Jerzy Popieluszko. El amor a la verdad

 

Señalando el deber cristiano de la fortaleza, el Padre Jerzy Popieluszko, daba una visión de la liberación a través de la resistencia psicológica no violenta en condiciones en las que el miedo y la represión son la norma: “Un cristiano cumple sus deberes sólo cuando es fuerte, cuando profesa sus principios valientemente, cuando no se avergüenza de ellos ni renuncia a ellos debido al miedo o las necesidades materiales. ¡Desgraciada una sociedad cuyos ciudadanos no viven en la fortaleza! Cesan de ser ciudadanos y se convierten más en esclavos. Es la fortaleza la que crea ciudadanos, porque sólo un hombre con coraje es consciente de sus derechos y deberes. Si un ciudadano carece de fortaleza, se convierte en un esclavo y causa un daño inconmensurable no sólo a sí mismo sino también a su familia, a su patria y a la Iglesia… ¡Desgraciadas las autoridades estatales que quieren gobernar a los ciudadanos por medio de amenazas y miedo! La fortaleza es una parte esencial de la vida de cada uno como ciudadano. Es por eso que la fortaleza es, para el cristiano, el deber más importante después del amor” (MP, abril de 1983).

“A fin de permanecer como hombres espiritualmente libres, debemos vivir en la verdad. Vivir en la verdad significa testimoniarla al mundo exterior en todo tiempo y situaciones. La verdad es inmutable. No puede ser destruida por decreto ni ley algunos. El origen de nuestra cautividad reside en el hecho de que permitimos reinar a las mentiras, de que nos las denunciamos, de que no protestamos contra su existencia cada día de nuestras vidas, de que no confrontamos la mentira con la verdad sino que guardamos silencio o pretendemos creer en las mentiras. Así vivimos en un estado de hipocresía. El valiente testimonio de la verdad conduce a la libertad. Un hombre que es testigo de la verdad puede ser testigo incluso si está en prisión.

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