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19.03.24

El VARÓN ante un mundo AFEMINADO. En la fiesta de San José

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 

Durante mi adolescencia dejé la práctica religiosa por dos motivos: uno, por los pecados propios y, otro, por ver el “modelo” del joven varón que había en las parroquias: aburrido, afeminado, poco viril… Claro que seguramente, en algunos casos, exageraba para tener una excusa para no ir a Misa. Pero la exageración siempre parte de una base.

Sólo luego de algunos años entendí que no todos los varones en la Iglesia eran así y decidí, por gracia de Dios, volver.

La actual dialéctica marxista de oponer al varón contra la mujer ha hecho que, lamentablemente, la misma figura del hombre, de quien tiene cromosomas “xy” (vale aclararlo hoy en día) se haya desmoronado.

Basta para esto ir a las tiendas de ropa para darse cuenta: la ropa es casi completamente “unisex” y es difícil encontrar ropa de hombre más allá de la diferencia de talles.

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7.01.24

15.10.23

Si no viereis signos y prodigios, no creéis. Milagros, videntes y gula espiritual

El Evangelio de este domingo (según misal de 1962) se enmarca en uno de los viajes que Nuestro Señor Jesucristo realiza allí donde había comenzado su fama: en Caná de Galilea, el mismo lugar donde había transformado el agua en vino casi forzado por Su Madre, quien prácticamente lo impulsa a mostrar su divinidad diciéndole “no tienen vino”.

Es el lugar de donde había comenzado a precederle la fama a quien algunos llamaban el “taumaturgo de Nazaret”, el profeta “milagrero” o -peor aún- el “embaucador de serpientes”, como dirían en el lenguaje de hoy algunos de los judíos de su época.

Pero quienes habían visto ya no sólo la conversión del agua en vino sino también el resto de los milagros y prodigios que venía dispensando el Señor (su bautismo en el Jordán, el diálogo con la samaritana, su valentía ante la expulsión de los mercaderes del Templo y muchos otros más que no se narran en la Escritura), buscaban en Él no tanto al Hijo de Dios, al Mesías, sino al curandero, al hacedor de prodigios, al manosanta…

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30.09.23

Un Rey que viene a pelear con sus hombres

Celebramos hoy la Misa de las primeras comuniones de nuestro establecimiento educativo “Sedes Sapientiae”. Y no se trata de un día más, sino de uno de los días más importantes de nuestras vidas: el día en que el siervo, recibe al Rey, el día en que Dios baja a la tierra para estar junto a sus soldados, para ser alimento de nuestras vidas.

El Rey va en ayuda del combatiente. El Señor se da a sí mismo como fuerza del que lucha.

Es que Cristo es Rey; más aún es Rey de reyes y Señor de señores; en esto creemos los católicos, en esto cree la Iglesia. Y lo es no por voto democrático, por plebiscito o por mayoría absoluta, sino por eterno designio del Padre que, desde todos los siglos, quiso darle esta prerrogativa.

No es siquiera un rey electivo, ni ha recibido la corona por medio de la ley sálica. No: su realeza “no es de este mundo”, como respondió claramente a Pilato (cfr. Jn 18,36):

- «¿Luego tú eres Rey?» - preguntó el procurador romano preocupado.

- «Tú lo has dicho. Yo soy Rey: para esto he nacido y para esto he venido al mundo»” (cfr. Jn 18,37).

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22.05.23