25.09.18

Los orígenes apostólico-patrísticos de la "Misa Tridentina" (3-3)

5. La reforma de San Gregorio Magno

Desde el siglo IV en adelante tenemos informaciones muy detalladas acerca de cuestiones litúrgicas. Padres de la Iglesia como san Cirilo de Jerusalén (†386), san Atanasio (†373), san Basilio (†379), san Juan Crisóstomo (†407) nos proporcionan elaboradas descripciones de los ritos que se celebraban.

La libertad de la Iglesia en tiempos de Constantino y, aproximadamente, el primer Concilio de Nicea en el año 325 marcan el gran punto de inflexión de los estudios litúrgicos. Alrededor del siglo IV se contó con la recopilación de los textos litúrgicos completos: fueron recopilados el primer Euchologion y los Sacramentarios para su uso en la iglesia. En el siglo V Papas y obispos trabajan intensamente para la unidad litúrgica y su perfeccionamiento. Esta obra fue llevada a cumplimiento en el siglo siguiente por aquel Pontífice cuyo nombre habrá quedado para siempre ligado a la sagrada Liturgia: san Gregorio Magno (590 d.C.). Son bien conocidos los criterios litúrgicos del Santo: escribe a Agustín de Canterbury que elija aquellos rituales que hubiera estimado más convenientes para sus neófitos anglos, ya que: non pro locis res, sed pro rebus loca amanda sunt. Y en otra carta dirigida al obispo Juan de Siracusa, se declaró dispuesto a aplicar este principio a la misma Liturgia romana: en esto Gregorio seguía perfectamente la tradición de sus predecesores, tanto que la Liturgia de Roma entró definitivamente en su período de estancamiento sólo después de la muerte del gran Doctor. «Si ella misma (la Iglesia de Constantinopla) -escribe San Gregorio- u otra Iglesia tiene algo de bueno, me declaro dispuesto a imitar el bien incluso de aquellos que son más pequeños que yo, mientras los considere alejados de lo que no es lícito. Es de hecho un tonto aquel que se considera a sí mismo tan elevado que no quiere aprender de lo que ha visto de bueno».

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24.09.18

Una parodia de la educación progre


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22.09.18

Los orígenes apostólico-patrísticos de la "Misa Tridentina" (2-3)

  1. La liturgia en el tiempo de los Apóstoles

 Si, pues, el Señor ha esbozado las líneas fundamentales del Culto litúrgico cristiano, es de creer que, para cuanto Él no haya definido, habrá dejado gran libertad a la iniciativa iluminada de los Apóstoles, a quienes había investido con su misma divina misión y a quienes les había impartido las facultades necesarias, haciéndolos no sólo propagadores de la Palabra evangélica, sino también ministros y dispensadores de los Misterios. Los apóstoles, entonces, continúan la tarea de establecer y promulgar una serie de ritos. Por eso es que el Concilio de Trento, tratando en su 22ª sesión de las augustas ceremonias del Santo Sacrificio de la Misa, declara que hay que relacionar con la institución apostólica las bendiciones místicas, las velas encendidas, las incensaciones, las vestiduras sagradas, y en general todos los detalles aptos para revelar la majestuosidad de este gran Acto, y para llevar el alma de los fieles a la contemplación de las cosas sublimes escondidas en este profundo Misterio, por medio de estos signos visibles de religión y de piedad.

 San Basilio también señala a la tradición apostólica como fuente de las mismas observancias, a las que añade, como ejemplo, las siguientes: el orar hacia el este; consagrar la Eucaristía en medio de una fórmula de invocación que no se encuentra registrada ni en san Pablo, ni en el Evangelio; bendecir el agua bautismal y el aceite de la unción, etc. Y no sólo san Basilio y Tertuliano sino toda la antigüedad, sin excepción, confiesa expresamente esta gran regla de san Agustín, que se ha vuelto banal a fuerza de ser repetida: «es muy razonable pensar que una práctica conservada por toda la Iglesia y no establecida por los Concilios, pero siempre conservada, no puede haber sido transmitida sino por la autoridad de los Apóstoles», como dice Guéranger.

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21.09.18

Un monje argentino en la abadía de Le Barroux, Francia

  

Los Ansaldi no son una familia “muy normal” que digamos; es más: algo deben haber hecho Enrique y Cecilia (originarios de la ciudad de Rosario, Santa Fe, Argentina) para que sus cinco hijos (todos varones) se consagraran libre y voluntariamente a Dios: José, Emmanuel, Javier, Gregorio y Joaquín.

Hoy por hoy, los tres primeros son sacerdotes y viven en Francia; el cuarto es diácono (el próximo 17 de noviembre será ordenado sacerdote para la diócesis de San Rafael, Argentina) y el último, Joaquín, entró en enero de este año como benedictino en la abadía francesa Sainte Marie Madeleine de Le Barroux. ¡El único argentino entre los franceses! (aquí pueden ver el vídeo “Vigilantes de la noche” sobre la abadía).

Esta comunidad fue fundada en 1970 por Dom Gérard, quien en medio del vendaval postconciliar, pidió hacer “la experiencia de la Tradición: oración, silencio, trabajo manual, oficio en latín y liturgia tradicional.

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19.09.18

Los orígenes apostólico-patrísticos de la "Misa Tridentina" (1-3)

 

Los orígenes apostólico-patrísticos de la “Misa Tridentina”

Por Sor Maria Francesca Perillo, F.I.

(Resumen y adaptación del P. Javier Olivera Ravasi)

Art. completo: http://chiesaepostconcilio.blogspot.com.ar/p/cari-amici-quando-ho-ascoltato-il-testo.html

 

La Misa “Tridentina” no fue inventada por San Pío V ni por el Concilio de Trento, sino que se remonta a los tiempos apostólicos. La liturgia, de hecho, no es la expresión de un sentimiento de los fieles, sino que es “la” oración oficial de la Iglesia; es Dogma rezado. Contiene algo de eterno que no está construido por manos humanas. «Ecce ego sum ​​vobiscum», dice Cristo a su Iglesia (Mt 28,20).

  

Introducción

 

El término “Misa Tridentina” o “Misa de San Pío V” indica, por lo general, la celebración del rito de acuerdo con el llamado Vetus Ordo, es decir, anterior a la reforma litúrgica post-conciliar. Se trata de dos expresiones inadecuadas, ya que, si bien es cierto que el Papa San Pío V promulgó un Misal a continuación del Concilio de Trento, en realidad no hizo sino fijar y circunscribir cuidadosamente un ritual que ya estaba en uso en Roma desde hacía siglos. Su origen se remonta, en sus elementos esenciales, por lo menos a mil años antes, precisamente al Papa San Gregorio Magno. De este último pontífice resulta también el nombre, más correcto pero no exhaustivo, de rito gregoriano. No exhaustivo porque desde San Gregorio el Grande, como veremos, el rito se remonta a los tiempos apostólicos para finalmente enlazarse a la Última Cena y al Sacrificio cruento de Nuestro Señor Jesucristo, de los cuales cada Misa es representación constante e incruenta actualización.

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