5.06.20

¡Complejos fuera: la VERDAD existe! Parte Iª

Creo que deberíamos estar más que hartos -y rebelarnos: basta de silencio-, frente a todos estos insipiens, como los llama la Escritura Santa. Traducido a lo llano y directo: imbéciles; los que no saben nada de todo. Lo señala la propia Caridad de Dios, por cierto, que es Infinita.

Y no digamos frente a los que han creado un “sistema” -político, social y kultural- en el que LA MENTIRA “ES” el SISTEMA; y con ella, la CORRUPCIÓN y la VIOLENCIA. Hablo de políticos, en primer lugar; pero también de periodistas, educadores e intelectuales en general…

De entrada, con la admisión de la mentira como referente único y exclusivo, toda corrupción está ya como mínimo incoada y, por tanto, admitida: tiene las puertas bien abiertas. Es más, se la desea “como agua de mayo": por eso se miente. Y además, para lograrlo, se gastan los dineros que haga falta. ¡Será por dinero!

De salida, la misma mentira es también violencia, aunque no haya sangre, que es muy escandalosa; pero, indudablemente, mentir es faltar al respeto, ningunear y avasallar a los demás. No es ningún secreto que la violencia no es solo física: la hay también moral. Que es el caso.

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4.06.20

¿Salir de las sacristías?

Es una expresión, junto a otras del mismo cuño -iglesia en salida, salir a la calle, dejar de mirarse a sí misma, ir hacia fuera-, que aunque podría parecer que está en línea con el mandato de Jesus: id por todo el mundo, predicad el Evangelio… no es oro todo lo que reluce, la verdad.

Antes, en y tras el CV II se acusó a la Iglesia -a grandes voces- de estar encerrada en sí misma. Incluso hoy se oyen estas “rajadas” que, si nunca correspondían con la realidad, hoy menos aún: más fuera de si misma no puede estar: está enajenada y fuera de sí. A veces, al intentar mirar a la Iglesia, da incluso la impresión de que no se la ve por ningún lado. ¿Exageración…?

Son voces que solo sirven para alimentar esa (IM)postura de la “salida", que es la que le interesa al Enemigo. Máxime, cuando no se sabe ni hacia dónde, ni por qué, ni para qué…, o sí, pero sin decirlo abiertamente: las “nebulosas” siempre le sirven al mismo Enemigo. En el fondo, la Iglesia solo tiene uno: Satanás y sus acólitos, que los tiene; y enfervorizados muchos de ellos.

Todo viene a propósito de apartar y sacar a la Iglesia de su lugar propio: Jesucristo. De este modo, se pretende romper -de hecho, en emplios sectores eclesiales, ya se ha roto- su vínculo con el Señor, y lo que es y representa: tanto el Señor como la Iglesia.

“Salir de las sacristías”. Vamos a meternos por ahí, que me da que hay cosas que aclarar y profundizar.

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30.05.20

"La piedra que desecharon los arquitectos..." (Mt 21, 42)

Esta es la crisis de Fe en/de la Iglesia, por obra y gracia de eclesiásticos de todo rango, pelaje y motivación, que de todo hay en la viña del Señor: han despreciado al mismo Jesucristo, la verdadera y única PIEDRA ANGULAR de la Iglesia y, por tanto, del mundo. Bien entendido este, como lugar teológico del encuentro del hombre con Dios. Y sin ninguna otra connotación.

Por descontado: no hay ningún otro sitio en el que buscar y presentarnos para este encuentro: porque ya nos ha puesto el Señor en él.

Como decía santa Teresa de Jesús a sus monjas: “El Señor está también entre los pucheros”. O, como afirmaba san Josemaría, Fundador del Opus Dei, con una rotundidad de Fe: “No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca”.

Ni que decir tiene, por supuesto, que Jesucristo es la piedra angular de todo hombre. Claro que primero hay que conocerlo y quererle. Para esto, tratarle. Y, nunca, arrojarlo lejos de nosotros.

Pero tal como están las cosas, ¿qué pasa? Pues que lees o escuchas las declaraciones más “motivadas” de los jerarcas más puestos al día, y… ¡es que ni nombran a Jesús! Un ejemplo: un señor obispo español larga: “En la Iglesia deberíamos mirar en primer lugar a los últimos”. No te digo…

Declarada que, aparte de no decir nada -excepto hacer poesía: sonar suena bien y además se lleva este género-, tampoco acaba de concretar nada eso sí: desdeña o, como mínimo, ningunea y “olvida” a Jesús -¿de intento? ¿lapsus?- como el primer lugar al que mirar en y desde la Iglesia. Y desde donde puedan mirar, y escuchar y hablar con Él, en la propia Iglesia. Y así nos va, y les va. ¡Es que ni se acuerdan de que existe!

Y mira que Jesús -ahí está toda la Biblia, también para los miembros de la Jerarquía Católica- es claro y rotundo al respecto. Copio:  Jesús es la piedra que desechásteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos (Hch 4, 10-12).

Y esto no va como reproche, no: va como lo siguiente. Es lo que responde Pedro ante los principales de los sacerdotes judíos que pretendían prohibirles, a él y a todo el Colegio Apostólico, que siguiesen hablando de Jesús nada menos: del Señor su Dios.

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25.05.20

Cree el que quiere creer, y solo él (parte 2)

Seguimos con el tema de la Fe y la Crisis de la misma; ahora, más a nivel eclesial que personal. Que nos quedan cosas en el tintero.

Cuando una persona, por los motivos que sean, rechaza al Dios verdadero, al Dios que no solo nos ha hablado, que eso es la REVELACIÓN: Palabra de Dios, recogida en primerísimo lugar en la Biblia; sino que también sabemos por qué lo ha hecho: porque nos quiere “a muerte".

Y lo de “a muerte” va tan en serio, que NOS ENTREGÓ A SU PROPIO HIJO, a Jesucristo. Dios Padre es el “verdadero y único Abraham", que sacrifica a su propio Hijo -la Santidad y la Inocencia más absolutas-, para rescatarnos, a nosotros, de nuestros pecados y de la condenación eterna.

De hecho, es lo que actualizamos, vivimos y celebramos litúrgicamente en/con cada Santa Misa.

Cuando se rechaza al Dios verdadero -vuelvo al hilo del comienzo-, necesariamente el hombre se vuelve y se vuelca -exactamente, y a decir de los Evangelios, “se revuelca” como la cerda recién lavada, en su propio cieno-, en sus pecados, primero: el hombre sin Dios se queda con lo peor de sí mismo: sus debilidades y pecados; y sin posibilidad alguna de liberarse y salir de ahí: de redimirse; y se queda -se inventa- con sus ÍDOLOS después.

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18.05.20

Cree, el que quiere creer: y solo él. (parte I)

Pedro García Cuartango, columnista de ABC desde hace bastantes años, ha publicado un artículo de opinión (5-V-2020), en el que escribe con total naturalidad su situación personal respecto a Dios. No es la primera vez que lo manifiesta. Lo que sí permanece fijo es su conclusión o pronunciamiento: no puede creer en Él. Nunca dice por qué o, al menos, a mí no me ha llegado.

Lo que sí hace, precisamente en el citado artículo, es un poco de historia personal: que ya con 16 años le rondaban “confusas inquietudes” al respecto; no detalla de qué tipo y/o en qué consistían, pero ahi estaban. Añade que el haber visto la película de Bergmanm titulada El Séptimo Sello, en el colegio de los jesuitas de Burgos donde estudiaba, le confirmó en dichas “confusas inquietudes que yo albergaba sobre Dios y el sentido de la vida”. Vamos, un ataque en toda regla a su Fe católica.

Se entiende que es una persona bautizada; o sea, que ES católico, aunque venido a menos desde hace mucho tiempo. Tan venido a menos que, según confesión propia, ya no cree. Pero la Fe Infusa, la recibió en su día. Y, quizá, incluso hizo la Primer Comunión y hasta pudo Confirmarse.

Por lo que relata se ve que, desde entonces -los 16 años- quedó anclado en esa misma “confusión”: no ha debido experimentar la menor mejoría; al contrario: suponemos que “la vida” y sus personales decisiones le han llevado a quedarse en ella, y llegar a convencerse que “lo de Dios” no va a ninguna parte: solo hay “vacío”, afirma. Y un vacío que “aterra”: es confesión propia, autofundiéndose a la vez con Block, el personaje de la peli, y con Bergman, el director de la misma. Que le impresionaron profundamente.

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