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12.02.21

Ha llegado "la hora de la VERDAD". (Por lo eclesiástico)

Ha llegado la hora de la VERDAD -o sea, la hora de DIOS-, y es esta sin más dilaciones: porque la Iglesia Católica no puede aguantar indefinidamente en la situación en la que está, por culpa de gran parte de su Jerarquía: desnortada, desunida, rota, abominando de su Fe y su Doctrina…, y en permanente lucha contra la propia Revelación Divina, y la Esencia y la Misión de la misma Iglesia.

Y no es solo un asunto de la Iglesia Católica de Alemania, que está por la ruptura casi en su totalidad. Lo mismo se ve en la de EEUU, en la de toda Europa, y en la de América hispana, muy en especial la Brasileña. Como es lógico, no en todos los países al mismo nivel de deterioro; pero sí y en casi todos, por y con los mismos “rotos".

En el mundo taurino -abominado por la infecta PROGREZ por lo civil, que solo se mantiene en pie inventándose continuamente “enemigos"; si no, se queda sin razón de ser y existir, y no justifica ni el sueldo-, se llama “hora de la verdad” al momento en el que al torero le toca “entrar a matar”.

Por una razón: es el momento más determinante de su arte: se la juega, bien jugada. Ahí es donde se juegan los trofeos y los triunfos; pero es también el momento donde más se arriesgan las cornadas. Y, tantas veces, cuando más graves se reciben.

Como dijo un gran torero español, fallecido hace ya muchos años, “para ser algo en el toreo, hay que darle todo”. Lo mismo sirve, como es natural, para ser miembro de la Jerarquía Católica, según la ha querido Jesucristo.

En el mundo eclesial y en el horizonte de la Jerarquía Católica, hay un momento que se puede catalogar -con razón, aunque salvadas todas las distancias-, del mismo modo: “la hora de la verdad”.

Es decir: la hora en la que uno -sacerdote, obispo, cardenal, etc.: en toda su escala jerárquica-, ya no puede escabullirse, si pretende seguir siendo y representando lo que es: a Cristo, en SU Iglesia, en Misión y Servicio de Salvación a las almas todas.

Porque llega un momento -de hecho, hace muchos años que ha llegado-, en el que ya no hay sitio donde meterse y seguir callando con tranquilidad de conciencia: como si las cosas que pasan en la Iglesia -que están siendo más tremendas y escandalosas que nunca-, no fuesen ni con él ni con sus ovejas… Si uno pretende, lógicamente, “salvar la cara” y seguir siendo Buen Pastor, fiel, digna y santamente, de Jesucristo.

Lo ha dejado clarísimo, públicamente y sin cortarse un pelo, el buen obispo de Kansas City, Joseph F, Naumann -seguramente hasta las narices de algunas de las rajadas de varios de sus compis-, para el que sus “colegas” -los obispos USA; pero lo mismo puede decirse de todos los obispos de mundo católico: lo que sobran son “temas"-, están “obligados” a pronunciarse respecto a la cruel manía persecutoria que, en relación a los que están por nacer, tiene su actual Presi, por lo civil, el sr. Biden.

Porque este buen Sr. se presenta como “catolico oficialista” de toda la vida; y, según propia declaración -de antes de elecciones, claro-, rajó y declaró que su “ser católico imperaba en todas sus acciones": o sea, y como es natural: ¡el aborto!

Que ya hay que ser “católico", pero que “muy católico", vamos, “católico-católico", para tener “tan mala baba” con las criaturitas por nacer; creo yo. Imperado, aconsejado y bendecido por su ser, a la vez y sin ningún problema de conciencia, tan “fina y escrupulosamente católico". Que ahí, como en su manifiesta progrez sociata-rojelia-masónica, no le gana nadie, vamos.

Como es lógico en todos estos progres, mancos de mano derecha, en cuanto se sentó en su despacho de la Casa Banca, se puso a firmar -con la izquierda, que es la que le quedaba tras su INmoral automutilación- todo lo firmable… ¡a favor del aborto, de los abortistas, de los abortorios del mundo mundial…, y en contra de los que se oponían a todo ese cruel e inhumano exterminio!

Y de vice-presi, para que quedase más que claro, clarito, una chica: la mayor pro-aborto que ha encontrado en EEUU; creo que no-católica, ni de lejos. O sea, más o menos como el Biden.

Pero, “a lo que íbamos, Ramona".

El Sr. Obispo CATÓLICO -ahora sí, y con gozo- declara públicamente, como debe ser y hacerse por un Pastor que se precie: “el hecho de que el presidente Biden se identifique como devoto católico mientras se esfuerza por preservar y ampliar el aborto legalizado, utilizando incluso el dinero de los contribuyentes para financiar abortos, plantea a los obispos de Estados Unidos un desafío sin precedentes”. Interesante, por demás, la explicación de la situación.

Porque tales acciones, añade, “confunden a católicos y no católicos sobre la enseñanza de la Iglesia respecto al mal del aborto”. Fijo: pleno al quince.

Por tanto, en pura lógica de su ser Obispos católicos, de tener la triple misión de ‘enseñar, gobernar y santificar’, por mandato divino y misión eclesial, apostilla: “es responsabilidad de los obispos de Estados Unidos defender el más fundamental de los derechos humanos, el derecho a la vida, y proteger la integridad de la doctrina moral católica”. Más claro, agua.

Y remata, “entrando a matar": “no podemos abdicar de esta responsabilidad, aunque estemos más que dispuestos a colaborar con cualquiera en la promoción del bien común”. O sea: hay que mojarse, sí o sí. ¡Y ya!

¡Qué falta nos hacían a todos en la Iglesia Católica estas lógicas, razonadísimas, necesarias y santas palabras!

Impecable la toma de postura y la exposición de este buen Obispo, en línea total con el Presidente de los obispos estadounidenses, mons. Gómez, que también se manifestó contundente, al respecto.

Cualquier miembro de la Jerarquía Católica que no esté dispuesto a esto, debería reconsiderar su postura ante el Sagrario, hablarlo con el Señor en su oración personal, y, caso de no asumir su oficio y misión, pasar a dedicarse a criar pavos y/o pastorear cabras por el campo, por si aún le tira lo de “pastor". Sin olvidar sus deberes de oración e intercesión entre Dios y los hombres, por supuestísimo. Que “lo cortés no quita lo valiente”.

Los pastores -yo también lo soy, por vocación divina, como todos-, ya no podemos callar por más tiempo ante lo que está pasando, dentro y fuera de la Iglesia Católica. Porque todo eso influye en las personas a las que nos debemos: están en el mundo, y son “nuestra” responsabilidad. Empezando porque nos debemos a Cristo y a su Iglesia.

Y no podemos dejarlas abandonadas, indefensas e inermes ante el mundo y sus máximas, que nunca pueden ser las de la Iglesia: van concienzudamente contra Dios.

Porque no creo que, “diálogo con el mundo” signifique ABDICAR de la Palabra de Dios y ASUMIR los “tics” mundialistas, por ejemplo. O arrumbar la Doctrina. O deconstruir la Iglesia. O contribuir a la condenación eterna de las almas, empezando por la propia. Que me da que estamos ya en eso.

Ante la descristianización tan profunda de naciones enteras, ante la pérdida casi irremediable de los perfiles, tan netos, de nuestra Doctrina -que es de Dios, pues de Él la hemos recibido-, ante la condenación de millones de almas que están como ovejas sin pastor, ante los sacrilegios y las herejías que corroen desde dentro la misma Iglesia…, hemos de dejar de ser perros mudosnubes sin agualevadura que no fermenta la masa, y/o sal que se ha desvirtuado…, como nos lo echa en cara el mismo Cristo. Está en los Evangelios: ¡que se los lean, caramba, y se los crean!

Si la doctrina fuese “nuestra", y no pasase de una “opinión” personal -como les ocurre a los potestantes y asimilados; y así han ido tan por delante en su no ser nada-, podríamos ceder; incluso callar. Pero ¡es que es de Dios! Y solo Él, con su Palabra y en su Iglesia, salva: “pequeño” detallito, que falta y falla en cualquier otra persona.

Por eso, callar ahora, tal como vienen dadas, es “pasarse al enemigo": ahí se acaba, sí o también, necesariamente: porque ahí se está ya con esa incomprensible, falsa, inmoral y “prudente” postura.

Ahí está, por ejemplo, y sin salirnos de USA, el flamante obispo de San Diego, mons. Robert McElroy, denunciando la “confrontación” ante el nuevo Presi, por parte de algunos obispos, con el tema del aborto. “¡Sé obispo católico ‘a lo biden’ para esto, Conchita!". Pues ahí está el buen hombre.

Una “prudencia” que no es de Dios, porque no viene de Él: ni es Don, ni es Gracia. Viene de lo que, en la Teología espiritual, se llama “prudencia carnal”, que no es lo mismo; antes al contrario: está en sus antípodas.

¡Mientras la Jeraquía no se arregle, es imposible que se arregle nada en la Iglesia! Porque es la Jerarquía quien, para bien o para mal, tiene “la sartén por el mango"; como se ha demostrado siempre. Ahora también.

La “hora de la VERDAD” para un Pastor según el Corazón de Cristo, como nos necesita el Señor, como nos necesita la Iglesia y como nos necesitan las almas, siempre será -y no puede ser de otra manera-, la HORA de CRISTO. Y de las ALMAS, sus OVEJAS: las que Dios mismo ha puesto en sus manos y en su corazón para que ellos, los Pastores, se muestren como su Maestro y Señor…, porque lo sean.

Amén.

6.02.21

La "autodeterminación" (por lo civil y lo eclesiástico)

Los ejemplares “de libro” de la PROGREZ, civil y/o eclesiástica, están ahora, como si hubieran descubierto de nuevas el bacalao al pil-pil, por la “autodeterminación": que a progres no les gana nadie. Y van descubriendo tantas cosas que, en su enciclopédica ignorancia, ni saben que ya están inventadas desde hace muchos siglos; incluso milenios. ¡Será por progres!

Su último “invento-aplicación” de la tal postura ha sido, por lo civil, la “autodeterminación del sexo", empezando por los menores de edad: ¡que hay que enseñarles todo desde bien pequeños para que vayan derechos. Que luego se tuercen, y no hay forma de enderezarlos!

Como es “lógico", en su mundo enloquecido por las ideologías -que es lo que tienen: enloquecen a los que se dejan atrapar por ellas-, no les basta y les sobra con mirarse al espejo y respetar lo que se ve: ¡la realidad no va con ellos!

Ellos son miembros -con carnet y pedigrí- de la PROGREZ más acendrada, y necesitan ir más allá de la propia realidad: quieren ser, no lo que son “naturaliter", sino lo que quieren ser “por sus pistolas"; si es que lo de las “pistolas” tiene aún algún sentido en este “mundo feliz", por ilusorio e irreal, en el que uno se “autodetermina” a placer y a voluntad. Así son, y esto producen las ideologías a go-go.

¡"Como cabras"!, que diría el clásico. Con perdón de las cabras que, no solo no tienen culpa de estos desvaríos tan IN-humanos, sino que ni se les ocurre no ser cabras: ¡ellas están cuerdas “por naturaleza", y no pretenden salirse de ahí! ¡Que serán cabras, sí, pero no tontas!

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1.02.21

"Bla, bla, bla" (por el card. Aguiar. Primado de México)

Este buen Sr. Cardenal, Primado de Mëjico dicen los papeles, los ha perdido totalmente: los papeles. No se le ha ocurrido otra cosa que entrarle al trapo al panfleto RD del “veneno mortal", o sea, el Vidal, que le hace una entrevista. O eso dicen ahí.

¿Tema? Los homosexs y la homosex: de rabiosa actualidad, en la que van primeros en el ranking, por razones inconfesables: de hecho, no las confiesan. Pero es así. Tampoco nos aclaran los políticos el por qué del éxito: pero también es así.

Por supuesto, siempre les viene bien buscar algún eclesiástico, cuanto más alto en la jerarquía mejor, para apuntalarse y escalar ese primer puesto, también en la Iglesia Católica. Donde, hasta no hace mucho, no tenían esa cancha que ahora sí tienen. ¡Cosas de la vida!

Pues este buen Sr., ya digo, cardenal “católico a lo biden” -están saliendo del armario bastantes más de lo que uno podría llegar a creerse-, larga en esa entrevista lo siguiente, que comentaremos convenientemente, “traduciendo” las expresiones que utiliza, para no perdernos en un bla-bla-bla pernicioso, por infame.

“Todo bautizado, independientemente de su conducta, es hijo de Dios y se le debe ofrecer los medios necesarios para crecer en la fe. Su respuesta es libre y debe ser respetada”.

Casi podría aceptar esta primera proposición; aunque, al no descender a la letra pequeña, da la impre de que desorienta no poco. O puede desorientar.

Que “todo bautizado es hijo de Dios", va a Misa. Que “se le debe ofrecer los medios para crecer en la fe", exactamente igual: tiene todo el derecho. Que “su respuesta es libre": acaba de descubrir la rueda y la pólvora de una sola tacada.

Ahora bien, ¿qué quiere decir este buen Sr. con que su respuesta “debe ser respetada"? Pues así, y sin más matices… emborrona, en lugar de aclarar.

Si por “debe ser respetada” quiere decir que no se le puede echar a la hoguera por no ser un santo, me parece fenomenal. Si con esa expresión quiere significar que, reaccione como reaccione, por ejemplo, reafirmándose en su práctica homosex, esa “respuesta” va también a Misa: pues mire por donde, Sr. cardenal, eso ya no cuela. Y el buen cardenal, no aclara nada, como es norma ya casi obligada.

Y no cuela, por la sencilla y radical razón de que la Palabra de Dios -que puede que tal expresion aún le diga algo a un sr. cardenal, incluso primado de Méjico-, dice exactamente lo contrario: condena ese tipo de cosas, y otras del mismo nivel.

Seguimos, que la cosa va a mayores.

“Antes de ofrecer estrategias a desarrollar es indispensable partir de lo que la persona, el grupo o la comunidad homosexual exprese, proponga o sugiera”. ¡Vaya empanada mental que tiene este buen Sr.! ¡Al revés te lo digo, Juana, para que me entiendas!

Para empezar, la Iglesia Católica, no esta “nuevita” que se está estrenando ante nuestros ojos, y que pretende consolidarse, arrumbando la que ha salido de las manos de Jesucristo, regada por la sangre de tantísimos e innumerables mártires que por doquier, ayer y hoy, la han derramado a imitación de Cristo, no tiene “estrategias a desarrollar". Para nada.

Tiene a Cristo: su Vida, su Doctrina y sus Sacramentos; tiene al Magisterio de siempre, el que es fiel a todo lo anterior; y tiene, la Tradición, consolidada en milenios de excelente hacer en su fidelidad a Cristo. O sea: lo que “es” la Iglesia, frente a lo que no lo es; ni aunque lo pretenda.

Lo de “partir de lo que la persona, el grupo o la comunidad homosex exprese, proponga o sugiera": es el mundo al revés. Algo que se ve, dia sí y día también, en tantos sitios y por parte de tantas personas -supuestamente de Iglesia Católica-, que pretenden darnos el cambiazo.

Claro que este cambio de chip tiene un origen: el CV II, que es el que lo certifica, lo “bendice” y lo “obliga", sí o también.

La Iglesia, por contra, siempre parte de Dios. Y, desde Él, va a las personas, grupos o comunidades. NUNCA parte de lo que pretendan estos; máxime, cuando lo que pretenden es incompatible, cien por cien, con lo que la Iglesia ES.

Desde aquí, la Santa Iglesia GOBIERNA y ENSEÑA; y así, SANTIFICA. Los clásicos TRIA MUNERA de toda la vida de Dios. Algo que también se les ha olvidado a una gran masa de jerarcas, que son tan “católicos” como Biden, o así. O que, directamente, los desprecian. Tal cual.

Para este buen Sr., los medios a emplear en “ayuda” de los tales es la “asesoría humano-espiritual” y “establecer talleres para compartir las experiencias y fortalecer su fe”. Sé cardenal-primado para decir lo mismo que podría decir Zapatero, por orden de Soros, que es el que paga, entre otros, a los mindundis. También cobra, claro, y mucho más, que hay que hacer caja.

Es como si todo un ministro de “Justicia", se dedicara a favorecer a los criminales -por ejemplo, de ETA, ya que estamos en España-; o un ministro de “Sanidad” y en tiempos de pandemia, se dedicara a hacer todo lo posible para que muriesen cuantos más, mejor.

Esta es -y así es- la genuina “nueva iglesita", que el Señor confunda. 

Para rematar su Bla-bla-bla, no le podía faltar, y por eso lo añade: “…, descubriendo al Dios revelado por Jesucristo, Dios de misericordia y amor”. Palabras que, después de todo lo anterior, no significan -no pueden significar ya-, lo que literalmente afirman. Pero en algo se tiene que esconder…

Amén.

26.01.21

¿Qué hacer con Biden? (desde/por lo eclesiástico).

Me refiero a qué hacer con Biden desde la Iglesia Católica, que es mi horizonte más cercano e íntimo: el único que en verdad nos debe importar, muy en primer lugar. Hablo en católico.

Porque Biden se declara “católico practicante". Incluso en algún medio ha salido que ha ido a Misa. ¡Toma ya, Jacinta, que hay boniatos asados!

Eso sí: en cuanto se ha sentado a la mesa oval -con la alfombra azúl-demócrata de rigor: ¡la democracia ha vuelto a EEUU! ¡Muera Trump!-, se ha puesto a firmar “órdenes ejecutivas": nuestros “decretos” de “aquí mando yo, y punto", tan queridos por la infame progrez.

Y como no podía ser de otra manera, porque esto también está en el ADN de la misma progrez, ha empezado a soltar millones a espuertas para pagar “abortos-barra libre". Y, ya puestos, a financiarlos también por el resto del planeta: algo que se había cargado el “malo-malísimo” de Trump. Como bastante más cosas.

Ante esta toma de postura por parte del “católico practicante” Biden -al que “desde siempre, su fe inspira sus decisiones", según rajada propia suya de él-, y atendiendo a sus altísimos aplaudidores, ¿qué debe hacer la Iglesia?

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20.01.21

Pasión por la Santidad. IIª parte.

“Santos de altar". “Santos de veras, auténticos, canonizables. Santos de altar. Santos, sin que nos falte un pelo". Así hablaba y escribía san Josemaría, Fundador del Opus Dei, dirigiéndose a la inmensa mayoría de hijos de Dios en su Iglesia en medio del mundo: los “cristianos corrientes". Por supuesto, valía también para sacerdotes y religiosos.

En su corazón y en su alma no tenía otro horizonte. La misma “pasión por la Santidad” que buscaba y quería para él, la transmitía y sembraba en todo el que quisiera escucharle. Este era el “banderín de enganche” que esgrimía. Y no tenía otro; porque, en Dios y desde Dios, tampoco no hay otro, como hemos dejado claro en el post anterior.

Esos “cristianos corrientes", eran, son, la mayoría silenciosa; estaban profundamente presentes en el mundo como CATÓLICOS auténticos, de veras, sin que les faltase un pelo; como sal y luz, amén de levadura que hace fermentar toda la masa, como enseñaba Cristo.

Este era el panorama desde el segundo “uno” de la vida de la Iglesia naciente. Una Iglesia que fecundó todo el mundo occidental de aquél entonces, para ir extendiéndose paso a paso, hasta llenar el mundo, tanto el “viejo” como el “nuevo". 

Se acabó cumpliendo aquella máxima, acuñada por Tertuliano: “somos de ayer, y lo llenamos todo: ciudades, islas, fortalezas, municipios, aldeas, los mismos campos, tribus, decurias, palacios, Senado, Foro: solo os hemos dejado los templos". (Apologeticum, XXXVII, Año 197)

No se queda ahí, sino que describe también, con gozo contenido y detenimiento, la vida de esa “casta” de “cristianos corrientes", apestados para el mundo “oficial y oficialista", pero luminaria divina en medio del mundo:

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