28.10.20

L@s «teólog@s» a día de hoy. Pero viene de lejos, ya.

Hoy día, te nombras “teólog@” y ya estás legitimad@, en el amarillismo eclesial o asimilado -tal el del Vidal, “veneno mortal", por irnos cerca-, y hasta en el oficial-eclesiástico, para decir todas las “soplapo…ces” que a uno se le ocurra: por propia iniciativa, o por encargo remunerado.

Ahora aparece una tal Isabel, en la venenosa RD -teóloga se dice, y se lo dicen ahí-, a la que no se le ocurre otra cosa que sacar a relucir, como fruto de sus mejores sueños intrapandémicos o de ingesta necesaria y obligada, que “Jesucristo no fue sacerdote, no ordenó sacerdotes, ni los Apóstoles eran sacerdotes". Por sus pistolas. Y lo firma, oigan. Y se lo publican: sigan oyendo, por fa.

Hay que ser teólog@, pero de los buenos, buenos, tal la Isabel, para llegar a estas afirmaciones tan revolucionarias, tan sutiles y, al mismo tiempo, tan elevadísimas: no tienen precio. O sí; y ha cobrado.

Y tenía que existir RD y el Vidal, “veneno mortal", para que se llegasen a publicar; haciendo honor a su meritoria labor en favor, no ya de la buenísima y altísima teología, de la que es fiero guardián; sino del mejor servicio eclesial; que, en su mano, cual empuñando otra “tizona” está. Y muy bien “estada". Por cierto, reproducción barata en un chino de todo a cien; y nada sofisticada: “bastante” hortera (en honor a su mano izquierda, el Jesús).

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22.10.20

La Iglesia se pegó un tiro en el pie. Y se le gangrenó. II

No tengo más remedio que continuar con mi post anterior; que, como muy bien dice uno de los comentaristas, ha sido el más breve de lo que se estila y lleva en este blog, “Non mea voluntas”; que ya va llevando unos añitos a cuestas: o sea, creciendo adecuadamente. 

Me explico. Una vez que había escrito la entradilla -lo que ha salido en el anterior artículo-, como se me echaba encima el tiempo de ir a cenar con todos, le dí a “guardar"; y se guardó, claro. Pero se guardó para PUBLICAR; cosa con la que no contaba. Y se publicó, como es notorio.

Como hasta esta tarde (miércoles 21-X) no he abierto el ordenador, no me ha dado cuenta del tema; así que, al ver lo que habia pasado, he colgado los comentarios, menos uno que, tambien por error, en lugar de pulsar “editar", pulsé “desaprobar: y desapareció. Si su autor me lo vuelve a enviar, lo publicaré con gusto.

¿A qué quería referirme, en concreto, con lo de “pegarse un tiro en el pie, y se le gangrenó"? Pretendía denunciar, una vez más, la apuesta que hicieron algunos en la Iglesia Católica, sí o sí, y por conveniencias meramente políticas y, por tanto, circunstanciales y caducas en sí mismas, por las “democracias liberales” que se estaban implantando en el mundo occidental

Más lo que ha traído, empezando para la misma Iglesia, la gran perdedora. Con su terrorífica y “obligada” repercusión en las almas y en la sociedad.

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19.10.20

La Iglesia se pegó un tiro en el pie. Y se le gangrenó.

Ella misma se pegó un tiro en el pie, o en lugar más comprometido para su supervivencia. El problema fue que se lo pegó “fusilando” a sus hijos más fieles: desde España, pasando por Polonia, para acabar matando a Europa y todo el mundo occidental, hasta el punto de que este ya no se reconoce en los tradicionales valores católicos; y, por tanto, tampoco en su Iglesia, porque ya no lo es.

16.10.20

"Quedaremos pocos..., pero no importa". Pablo VI, 1968.

Son palabras del papa Pablo VI que, a la vuelta de los años, han tomado una actualidad quizá imposible de sospechar entonces por los que las oyeron, aunque no por el que las dijo, y precisamente porque las dijo: retratan perfectamente la realidad de la Iglesia Católica en el mundo occidental, el primer mundo: el que acogió como su fundamento la Fe católica, y el que la llevó al resto del planeta.

Lo cuenta Garrigues, por aquel entonces Embajador ante la Santa Sede, en una relación que envía personal y directamente -sin filtros-, al Jefe del Estado español, Francisco Franco.

Y lo recoje tal cual, don Luis Suárez, historiador, sabio y profundamente honrado, en su libro: Franco y la Iglesia. Libro que os recomiendo con vehemencia: ¡no podemos estar a oscuras de esta etapa de la Iglesia Católica en España y en el mundo!

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11.10.20

¡¡¡Monseñor Escribano, por favor...!!!

El flamante neonato para Zaragoza, procedente de Logroño -¡qué caramba!-, se ha estrenado a lo grande: armando ruido: “como un elefante en una cacharrería", según frase hecha.

Se ve que se le ha subido el ascenso; y, como pasa cuando buceas, que has de programar la subida con calma -mejor cuanta más profundidad, pues si no, te “emborrachas"-, le ha debido pasar algo así. Es lo que tiene subir rápidamente a base de no pesar nada…

Me refiero a su rajada sobre el “sacerdocio ¿femenino?” -una contradictio, no ya in terminis, que sería un mero lapsus intelectual, sino una contradictio versus Iesus: contradecir a Jesús mismo-, “arropado” como una “carta” en el bolsillo de la Iglesia, por si acaso…: no vaya a ser que, en un futuro, haya que echar mano de “eso".

O sea: ¡otra vez con las sacerdotas y las obispas a cuestas…! ¡Que ya son ganas de liarla!

Estos jerarcas que se autorreciclan con majaderías -nada católicas; antes al contrario: anticatólicas de libro… herético-, cómo y cuándo les da la gana, como les da el aire, como ¿creen? que “toca": ¡que ya es creer, oigan!…, son motivo de escándalo ante toda la Iglesia, y ante el mundo “normal“; por contra, todos los “anticatólicos” le aplaudirán.

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