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13.12.19

¡Qué atrevida es la ignorancia! Claro que peor las ideologías.

La ignorancia, que ya es un mal en sí mismo sea cual sea su horizonte, cuando se pretende “norma” y se intenta “discurrir” con ella como bandera, amén de retratarte, te deja con todas las vergüenzas al aire: excepto la vergüenza moral, que ya no se tiene, porque se ha abandonado mucho antes.

Por eso, cuando se intenta “argumentar” -¡qué sarcasmo!- con ella, pues… ¡sale lo que sale! Sinsorgadas, por decirlo suavemente. 

Un ejemplo de libro lo tenemos en la última rajada de la señora de Cospedal que, como de la Iglesia Católica no tiene más que una idea muy somera -si se puede llamar “idea” a lo suyo-, se apunta a todas y cada una de las “machadas” -¡ahora sí!, aunque en un sentido muy distinto al que lo emplea ella- al uso y consumo de la ignorancia y de la ideología dominantes. 

Es que no se deja ni una en el caletre; porque, acomplejada sin saber ella misma muy bien por qué ni de qué -los demás sí estamos al cabo de la calle sobre sus deficiencias en la temática que nos ocupa-, tiene que “demostrar” que, del tema eclesial y de la opinión de las mujeres al respecto -les habrá consultado a conciencia, digo yo-, sabe y mucho: de ahí esa retahíla de memeces que suelta.

Les recojo: a Cospedal le extraña que, en la Iglesia, “ni por asomo se considere que el problema de la falta de vocaciones se puede resolver permitiendo la ordenación de mujeres sacerdotes"; y también y antes “la posibilidad de ordenar a sacerdotes casados". Opina y propone que, con la abolición del celibato, “se evitarían muchos casos de ruptura de la regla conocidos y aceptados de forma completamente hipócrita"; añadiendo que “para algunos, incluso desaparecerían perversiones que con demasiada asiduidad se han dado en nuestra Iglesia; mejor dicho en los sacerdotes de nuestra Iglesia con relaciòn a sus fieles". Y sigue, que hay más: los estamentos eclesiales “son mucho màs conservadores que el resto… y no consideran a la mujer como parte fundamental para dirigir, pensar o decidir, sí para ayudar, ejecutar y funcionar". Y, sin cortarse un pelo, que para eso ha sido lo que ha sido, califica el NO categórico a la ordenación de mujeres como un “disparate monumental y una injusticia manifiesta que, por su reflejo claramenta machista [esto no podía faltar bajo ningún concepto], provoca el rechazo de tantas mujeres jóvenes a los postulados de una Iglesia que, como de muchas de ellas, es la mía": así, con un par, tal cual y sin anestesia…

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