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18.11.16

Conexio virtutum/conexio doctrinam

Nuestra Madre la Iglesia Santa enseña con gran Sabiduría, hecha de Palabra de Dios, de Gracia del Espíritu Santo, de Vida de Cristo y de abundantísima experiencia humana -no hay que olvidar que la Iglesia es “experta en humanidad"-, que todas las virtudes, especialmente las virtudes cardinales y las demás virtudes morales, están interconectadas: es lo que se designa con la expresión “conexio virtutum".

Tan es así que, cuando se mejora en una de ellas, se mejora a la vez en todas; y al revés: cuando se descuida una, pierden todas las demás también. Indudablemente, quien mejora o pierde es la poseedora de todas ellas, es decir, la persona humana.

Aunque estrictamente hablando Santo Tomás reduce la “conexión entre las virtudes” a las virtudes cardinales y a las morales -no así a las virtudes llamadas “intelectuales” o a las meras virtudes humanas-, sin embargo y en mi opinión, esto es más un reduccionismo académico -más bien “escolástico", por decirlo de algún modo- que un reflejo de la realidad: en realidad, en el hombre, que es un único ser personal, todo comunica; como lo demuestra, por ejemplo y con absoluta evidencia, la intercomunión intrínseca e inseparable del cuerpo y del alma.

Viene a cuento lo de la “conexión de las virtudes” -conexio virtutum- porque me parece que, en el orden doctrinal y salvando todas las distancias, tampoco son separables los puntos que componen la Doctrina Católica; como no son separables, y se recogen de hecho en un mismo Catecismo de la Iglesia Católica, sus distintas partes: Mandamientos, Sacramentos, Artículos de la Fe y la Vida Cristiana, etc.

Solo son separables “intelectualmente” -metodológicamente, si se prefiere-, pero no en la vida práctica del cristiano -del hijo de Dios, que para vivir como tal, en plenitud de vocación, ha de vivirlas todas-; como tampoco son separables en la práctica “Doctrina y Vida", “Fe y Vida de Fe".

Del mismo modo y a fortiori, menos aún son separables Jesucristo y su Iglesia: pues realmente no se puede escoger a uno/una sin despreciar al otro/otra. Son una unidad: sin Jesucristo no hay Iglesia, porque esta ni habría existido ni puede subsistir sin Cristo.

Tampoco es católico separar “doctrina” -doxa- y “praxis” -"ortodoxia” y “ortopraxis"- como pretendía la ya casposa “teología de la liberación"; y como pretenden algunos, a día de hoy, afirmando que “no se ha tocado la doctrina", y “todo sigue igual” cuando, en la práctica, se admiten y se postulan “praxis” que la contradicen, porque la pisotean, la ningunean y la anulan: convierten la doctrina en papel mojado, en la nada inoperante, como corresponde a la propia “nada” por su ser precisamente “nada".

Por ejemplo: no se puede pretender que para comulgar hay que estar en gracia de Dios, es decir, no tener conciencia de pecado mortal -mucho menos reconocer que “se está en una situación objetiva de pecado grave"- y sostener además que, si se tiene esa conciencia de pecado grave, hay que confesarse antes de comulgar…, para luego, sin más y por mis pistolas, postular en la práctica que esas gentes accedan a la Sagrada Comunión; pretendiendo, para más inri, que esta “pastoral” -eufemismo o sarcasmo más falso que Judas- es una pastoral “católica”. Para añadir -faltaría más-, antes y después, que “no se ha cambiado ni una coma de la doctrina".

Una aclaración. Cuando hablo de “doctrina” me refiero a la doctrina “inmutable", no a si es más oportuno recibir la Confirmación a los 10 o a los 16 años, que esto puede cambiar las veces que haga falta; sino a la pretensión, si la hubiera, de desvirtuar la naturaleza del Sacramento de la Confirmación, por ejemplo. Y volvemos al hilo.

Pero, ¿en qué lógica cabe tal postura? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Hemos renunciado -como lo hacen los del “mundillo"- a la capacidad de nuestra razón para reconocer la realidad -la verdad de las cosas-, y enunciarla como tal? ¿Se pretende, una vez más y en línea con una pseudo filosofía -y la pseudo teología que lo asume-, que la “verdad", la pongo “yo", es decir, “mi” conciencia o “mi” voluntad?

Esto, siempre será encumbrar al “hombre” -al falso hombre, porque del hombre verdadero no queda nada en una postura así- pagando el peaje de “quitar” -no queda otra- a Dios. Y la Iglesia Católica nunca ha sido, ni es ni será una “cosa” así, porque desde su origen y hasta el final de los tiempos está al servicio del hombre, porque está “ad maiorem Dei gloriam": para la gloria de Dios.

Precisamente esto -la defensa de la Iglesia en su finalidad más sobrenatural: la salvación de las almas todas- es lo que han pretendido los cuatro cardenales con su carta al Papa; que han convertido en “carta abierta” -pública y publicada-, dado el silencio administrativo con el que se les ha contestado-; es también lo que pretendieron los bastantes más de cuatro firmantes con la carta que, con ocasión del sínodo de la familia, elevaron al Papa, por si le servía de ayuda; más la carta -ya muchísimo más numerosa en firmas- que un buen número de católicos -con ánimo firme de serlo y de seguir siéndolo- enviaron al Papa para que les aclarase las dudas y las zozobras que les había producido su última exhortación apostólica.

La Iglesia Católica, desde hace ya muchos años, se ha convertido en el último y en el único refugio que le queda al hombre para poder reconocer su dignidad, su origen y su destino. Si la Iglesia le fallase el hombre éste ya no tendría ni a dónde ir en este mundo: se convertiría en un extraño, en un paria: se desconocería a sí mismo y a los demás, por desconocer a Dios.

9.11.16

"..., así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí" (Jn 15, 4 in fine)

De Horacio se cuenta aquella frase que llegó a hacer tal fortuna que ha llegado viva hasta nuestros días: “Y la montaña parió un ridículo ratón” ("Parturient montes, nascetur ridiculus mus"). En España también se hace referencia a ella cuando se habla de "el parto de los montes".

Me ha venido a la cabeza tal sentencia al leer con detenimiento la ya “famosísima” Declaración Conjunta Con Ocasión de la Conmemoración Católico-Luterana de la Reforma, firmada en Lund  (Suecia), el pasado 31 de octubre, fecha exacta de la clavada que se marcó el Lutero en la puerta de la catedral alemana de Wittenberg, abogando ni más ni menos que “por un cristianismo puro". ¡Toma nísperos! ¡No era nada lo del ojo y lo llevaba en la mano…!

Por cierto y sine ‘animus criticandi’: ha pasado siempre -y no solo en el plano eclesial, también en el político o en el de la cultura- que  todos  los  intentos  de  los  hombres  -bienintencionados, segurísimo- de "purificar y restablecer en sus orígenes” -tal como ellos lo ven, claro: pequeño detallito- acaban por “ensuciar” y “destrozar” lo que pretendían -bienintencionada y misericordiosamente-, corregir. Siempre.

Y el caso de Lutero y su “cristianismo puro” no solo no escapa a esta regla sino que es paradigmático: una “foto fija” o mejor todo un icono, ya que estamos en temas de religión. Porque en el luteranismo, de hecho, no ha quedado “títere con cabeza” (Miguel de Cervantes, cap 26 de su “Retablo de Maese Pedro", en su segundo libro sobre don Quijote).

Allí, caso de que hubiese habido algo en los comienzos, como pasó también en su día con los anglicanos -y las dos familias han llegado a lo mismo a día de hoy- no ha quedado ni el recuerdo: ni Sacerdocio, ni Eucaristía, ni Pentencia ni nada de nada; o sea, no han quedado ninguna de las señas de identidad de lo que es la Iglesia: si la Iglesia vive de la Eucaristía -y de Ella vive-, donde no la hay, solo habrá -y en el mejor de los casos- una iglesia “muerta". De pura inanición: consumida y cocida en su propio jugo.

Es lo que les ha pasado y les pasa, tanto a los luteranos como a los anglicanos.. De ahí que el pretendido “ecumenismo” con ellas no tiene más que estos dos caminos posibles: el camino malo, el de “pelillos a la mar", aquí todos guais, y besitos y abrazos, comunión a gogó; o el camino bueno, el que “denunció” Benedicto XVI afirmando que el “ecumenismo” es un tema que está solo en las manos de Dios.

Sin ir más lejos -es más: yendo a lo cercano de la noticia. o mejor: “notición” en campo sueco- la “ordenación” de ministr@s y obisp@s homosexs es el poso tóxico pero real de a dónde han llegado y en qué se han convertido. Algo que nunca debió suceder; pero…, ha sucedido; y como por sus frutos los conoceréis (Mt 7, 20), se han retratado; y el selfy, al no pasarlo por el fotoshop, les ha salido como les ha salido: con lo que hay, con la obispa y los besitos. Por cierto, no sé si será.verdad, pero circulan por ahí unas palabritas de la obispa en las que declara que fue Francisco el que se invitó; y que si quería ir como uno más, pues que fuese, pero que ellos opinaban lo que opinaban del Papa y de la Iglesia.

Bueno, a lo que iba. He leído la Declaración Conjunta (DC, en adelante) en la que “a bombo y platillo", y a falta de otras piezas más jugosas que echarse a la boca -porque no las había: “las uvas aún están verdes"…, “y lo que te rondaré morena"-, han puesto todo el acento en “seguir juntos en el servicio” -¡en castellano, y dicho así, qué expresión más desafortunada!-, “defendiendo los derechos humanos y la dignidad", “trabajando por la justicia y rechazando toda forma de violencia".

“Hoy…, elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo". “Instamos a trabajar conjuntamente para acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a huir a causa de la guerra y la persecucion, y para defender los derechos de los refugiados y de los que buscan asilo". “Hoy más que nunca, comprendemos que nuestro servicio conjunto en este mundo debe extenderse a la creación (sic) de Dios, que sufre explotación y los efectos de la codicia insaciable". “Rogamos por un cambio de corazón y mente que conduzca a una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación” (sic).

“¡¡¡Apaga y vámonos"!!! ¡Sé católico para esto! ¡Hazte cura para esto!

Vamos a ver: ¿que un católico puede firmar esto? Por supuesto. ¿Y un luterano? También. Y un budista, y un moro, y el portero del Madrid, y la pescatera de Santurce, y un intelectual, y un obrero de la construcción, y la misma Doñores; y no digamos la Cifuentes y el Osoro… Pero pretender que la Iglesia Católica está para esto, y además como el primero de sus objetivos…, pues como que no: ¡qué quieren que les diga!

Por cierto y perdón por el inciso: esta DC me ha traído a la memoria otras bienintencionadas “platajuntas” postconciliares, y sus “declaradas” posteriores; de esas “platajuntas” no quedan más que 6 o 7 vejestori@s, y que no han logrado absolutamente nada: nada positivo o bueno, se entiende…, porque contribuir activamente en descristianizar el país y empobrecer a la Iglesia española…, ese granito sí lo han puesto. Y ha dado sus “frutos” con la colaboración necesaria por imprescindible, y viceversa, de una parte notable de los jerarcas que, aplaudieron hasta con las orejas unos y callaron, arrinconados, otros. y una parte de los superiores de todos esos sujet@s que participaron en el tinglado. Pero daño hicieron todo el que quisieron: porque les dejaron decir y hacer todo y de todo.

Luego, en esa DC, se han lanzado también algunos fuegos artificiales -todo apariencia, pero tienen un punto de arte notable, nada despreciable-, que mientras los ves, deslumbran y encandilan; pero son instantáneos; y han ardido también algunos fuegos fatuos (por inflamación de fosforo o metano, principalmente, y suelen oler fatal); hombre, queda uno muy bien al decirlo, pero son meros brindis al sol; para más inri, al sol sueco que comparado con el hispano… pues está todo muy descompensado, porque no hay ni comparación.

La pregunta clave, a mi entender es la siguiente: ¿cómo se ha podido llegar en la Iglesia Católica -y de hecho se ha llegado- del “Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos; el que permanece en Mí, y Yo en él, ese da mucho fruto, porque sin Mí no podéis hacer nada. El que en Mí no permanece será echado fuera y se secará, y lo recogerán y lo echarán al fuego, y arderán […] Permaneced en mi Amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi Amor, como Yo he guardado los mandamientos d mi Padre y permanezco en su Amor (Jn 15, 5-6.10); al “Rogamos [los dos, anglicanos y católicos] por un cambio de corazón y mente que conduzca a una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación (sic)"?

El bajonazo, como se dice en términos taurinos, es impresionante: vamos, de mandarles a la Guardia Civil y que los metan en el cuartelillo a dormirla.

¿Va a ser este el itinerario ecuménico que desde el Vaticano se pretende imponer -por no usar otros términos, que podría- a toda la Iglesia?

Hombre, si se piensa y se declara que el proselitismo es el mayor pecado en estos temas, que es lo peor que puede pasar y que puede hacer la Iglesia Catñolica y sus hijos en este horizonte…, siempre quedarán los besitos y los abrazos y el rogar y el pedir bien juntitos -¡tots junts!, se gritaba por las cataluñas, a caballo entre los 60 y los 70- por la creación (sic)