Vida Cristiana: Vida Sacramental

Benedicto XVI JMJDentro de la FORMACIÓN -la primera de las tareas que tiene que emprender la Iglesia Católica en el ámbito del mundo Occidental-, lo más urgente a reconstruir es todo lo que dice relación con los Sacramentos, y con la llamada “vida sacramental", que debe ser asumida por la Pastoral, sin fisuras y sin tardanza: no se puede esperar más, porque la misma Iglesia tiene un límite en su capacidad de aguante; más allá, se rompe.

En esta línea, la Iglesia Católico tiene que "reconstruir” la verdadera y genuina Doctrina sobre los Sacramentos, la praxis -una Pastoral- que tal Doctrina avala y engendra. Doctrina que, a día de hoy y con la Amoris laetitia, está ya, al menos oficiosa y quizá ya también “oficialmente", en solfa, porque la tal exhortación da pié a cargárselos todos, uno por uno, como se está poniendo de manifiesto con las distintas y encontradas declaraciones de miembros de la Jerarquía a todos los niveles. Por eso publiqué en su día que, en la vida de la Iglesia Católica, habrá -para bien o para mal- un antes y un después; siendo esa exhortación el pistoletazo de salida.

Habrá que recordar de dónde nos vienen los Sacramentos; Quién nos los entrega; cómo se confeccionan: su “materia” y su “forma"; pará qué son; cómo se administran válida y fructíferamente, tanto para el ministro -ordinario o extraordinario- como para el que los recibe… Junto a volver a validar y aceptar conceptos perennes e irrenunciables como “pecado", “gracia", Salvación", “Vida Eterna", “sacerdocio", “Cielo” e Infierno", “Iglesia", “Jerarquía", etc.

Por si alguien no está al loro, o le parece alarmista lo que escribo, lo “penúltimo” que se ha publicado al respecto son las declaraciones de los “dos” obispos -"católicos", se dicen- de Malta: que, la verdad, no da más de sí la isla; declaraciones sin las que esos “personajes" nunca hubiesen salido en los papeles, claro. Les ha pasado como a aquel alcalde de Lepe (es un chascarrillo: no tengo nada contra Lepe, que conste) que, para dar a conocer mundialmente a su pueblo, y promocionarlo económicamente, no se le ocurrió otra cosa que declarar la guerra a China. Y, logicamente, ese mismo día salió en los telediarios de todo el mundo…, menos en China: ni los más sesudos analistas de la Inteligencia estatal no encontraban ni el sitio, de modo que no podían saber por dónde les iba a llegar el bollo. Al final, el alcalde rechazó el envite de China -que había aceptado- porque, según declaraciones del propio, “no tenían sitio para tantos millones de prisioneros".  Pues eso, y a lo que iba.

Luego y a la vez, habrá que reconocer, valorar y enseñar "su lugar” en la Vida Cristiana. Porque los Sacramentos han sido instituídos por Jesucristo mismo en Persona -de ahí que la Iglesia y sus miembros, por muy jerarcas que sean o por muy altos que estén, no los pueden tocar, porque no los han hecho ni Ella ni ellos, solo los han recibido como Don-, para comunicarnos su Vida.

Por tanto, sin Vida Sacramental, sin la recepción válida y fructífera de los Sacramentos, no tenemos vida en Él, porque no la hay. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundantemente (Jn 10, 10). Esto es lo que obran, en concreto, los Sacramentos: la Vida en Cristo, la Vida Cristiana, la Vida que salva, la que salta hasta la Vida Eterna, como le revela Jesús a la Samaritana. Y con ella a todos nosotros.

Precisamente por esto, el culmen de la Vida Sacramental, aquello -Aquél- de quien vive la misma Iglesia, y también el centro y la raíz de la vida espiritual -vida interior, vida sobrenatural- de cualquier hijo de Dios en su Iglesia, como declaró el Concilio, está en el Sacramento de la Eucaristía. Y en la Santa Misa, que es el lugar y momento en el que “se confecciona” la Eucaristía, y se recibe habitualmente la Comunión.

A él “miran” los demás Sacramentos, y de él “cobran” vida: porque es el Señor.  Esta es la “dinámica” interna que hace que todos los Sacramentos “se comuniquen” entre sí, y formen una unidad tan real y tan fuerte que, si se “toca” uno solo de ellos -no digamos si se toca, como se está haciendo el Sacramento de la Eucaristía, removiendo, en la práctica y desde hace ya muchos años, las condiciones para su recepción-, se desmoronan todos; y, en consecuencia, no queda nada en pié en la misma Iglesia. Ni siquiera Ella: todo sería ya "irreal” -"cartón piedra"-, como pasa en las iglesias protestantes y anglicanas de toda especie y pelaje. Y como lo está siendo en la Iglesia Católica en Occidente, donde la Iglesia como tal está “desaparecida sin combate": se ha retirado o esfumado. Según sesudos intérpretes: “estratégicamente".

Mientras este “rescate” de la vida sacramental -a nivel doctrinal, a nivel pastoral y a nivel de la vida de los cristianos- no se asuma y se lleve a cabo por parte de los Pastores, a todos los niveles en los que actúen -seminaristas, sacerdotes, obispos, religiosos y fieles corrientes-, no se recuperará lo más genuino de la Iglesia, y de Dios, en la vida de las almas todas.

La Eucaristía, porque “es Jesús", es “el Sacramento de nuestra Fe” -proclama el sacerdote tras la Consegración-, y es además el fundamento y el vínculo de la Caridad que debe imperar entre nosotros, y con todos los hombres. De ahí la urgente necesidad de practicar, dentro de la Iglesia Católica, la “tolerancia cero” en este “tema".

La práctica pastoral nos ha demostrado que, cuando se quiere y se asume que en un asunto el compromiso sea “tolerancia cero", se consigue. Pues mucho más importante es la “tolerancia cero” en el tema de los Sacramentos, y especialmente en el tema de la Eucaristía y la Comunión -la Misa-, que en el tema de los abusos sexuales a menores, o unas "prácticas” de conducta "incompatibles con la dignidad del sacerdocio".

El entonces cardenal Ratzinger no dudó en afirmar en su día que, si hiciese falta, y hasta que se restableciese la normalidad, se podrían y se deberían prohibir las comuniones tal como se están practicando en tantísimos sitios: sin discernimiento de ningún tipo.

De hecho, cuando yo era chaval, la Comunión se distribuía todos los días, incluso varias veces al día -en el Pilar de Zaragoza, cada media hora- fuera de la Misa. Era lo normal en todas las  parroquias. Y en las Misas muy poca gente comulgaba. Ahora…, bueno, ya sabemos lo que desgraciadamente pasa…

Hace años -más de treinta-, en bastantes círculos eclesiales, se nos acusaba de “sacramentalismo” a los sacerdotes que seguíamos insistiendo en la necesidad de la Confesión frecuente, y de la Comunión también frecuente, para vivir cristianamente: para llevar y poner en Cristo en todas nuestras cosas. Lo decían con mala baba…, para qué nos vamos a engañar.

Son los mismos -o sus cachorros, si los otros han muerto ya- que ahora dan la comunión como si diesen rosquillas. O prohiben que se comulgue -niegan la Comunión- si un fiel se pone de rodillas para hacerlo. Incluso alguno ha dicho -y hecho, también- la “gracieta” de decir que lo mismo se podía consagrar con rosquillas. Por cierto, y también hace unos años, ahí estaba Bono -el listillo intocable, el amigo de los obispos y cardenales, el limpio y puro-, “comulgando” con… “rosquillas": dando auténtico “testimonio cristiano". En realidad -y así han sido las cosas-, todos estos han acabado por creerse que la eucaristía era eso, rosquillas; y claro, ¿cómo van a privar a la buena gente de su “rosquilla” como premio por ir a Misa? Sería inhumano, claro. Y ahí estamos.

Pero es con esto, exactamente, con lo que hay que acabar, ¡¡¡ya!!! Porque, en caso contrario, acabamos con la Iglesia.

En la “vieja" Europa, en concreto, está tan en las periferias… que se ha salido del mapa y, en tantos sitios, ya ni se la ve.

7 comentarios

  
Pedro L. Llera
Ni más ni menos. Estoy completamente de acuerdo con usted, P. Aberasturi. Esta es la batalla que hoy nos toca librar contra viento y marea y con la ayuda de Dios. El problema serio es que el enemigo está dentro y la división resulta cada día más evidente. Nos esperan tiempos duros de purificación y de reconstrucción de una Iglesia que algunos están dinamitando concienzudamente. Pero no tienen nada que hacer: la victoria es de nuestro Señor, aunque esa victoria tenga que pasar por el calvario y la cruz.
16/01/17 7:25 PM
  
Miguel Antonio Barriola
Todas las noticias, que al respecto se van conociendo, me hacen tan
presente los tiempos de San Atanasio. Casi solo, contra Constantino y sus
descendientes, numerosísimos patriarcas y episcopados.
Porque los obispos que se andan nombrando y los cargos en diversos dicasterios van siendo casi en su mayoría simpatizantes de estas tendencias "liberadoras" (¿ - ? ).
Entonces, por "sinodalidad", que parezca difundirse, no será otra cosa que lo previamente planeado desde muy altas esferas.
16/01/17 8:20 PM
  
Fruela
He comentado a algún que otro sacerdote el tema este de la cantidad de gente que comulga, y, sin embargo, la poca que se confiesa. Con la consecuencia inmediata de comuniones sacrílegas. A pesar de ser sacerdotes relativamente piadosos, el encogimiento de hombros, más o menos fue su respuesta. Y no se tradujo en predicar sobre el pecado y la confesión.
Tal parece como si una costra con la sensibilidad del caparazón de una tortuga cubriera la piel de muchos eclesiásticos.
17/01/17 6:57 PM
  
claudio
Laudetor Iesus Christus. Desde su Nacimiento buscaban cómo matarlo, fue perseguido de Niño, fue perseguido de Grande, cumplido su tiempo fue Crucificado en Tiempos de Poncius Pilato, y Resucitó y trajo la salvación a "muchos" (Canon Romano) y sigue presente en la transubstanciación de la Eucaristía y sigue siendo perseguido, sacrilegios de todo tipo, clase, lugar y modo. Mencionado San Atanasio el Grande lo cito: "La audacia dirigida contra el Hijo llega a tocar con su blasfemia al mismo Padre, ya que lo concibe sin Sabiduría, sin Logos, sin Hijo...".
Es gravísimo lo que está sucediendo luego de la existencia terrena de AL (como dicen en España Amor a Leticia). Ya estamos como el Padre lo menciona en su artículo, que es un grito de auxilio muy profundo y valiente, en un después. De todos los ataques que sufre Cristo cotidianamente el más grave es el ataque al sacramento de la Eucaristía, es, como decía San Atanasio un ataque dirigido directamente al Padre, el que ataca al Hijo, ataca a la Trinidad. El ataque puede provenir de la ignorancia e irresponsabilidad de muchos ordenados, que hoy se han "desordenado", pero también de aquellos que creen que el orden, la jerarquía y la naturaleza Sobrenatural de los Sacramentos son posibles de modificarse por voluntad del hombre. La voluntad y un sentimiento personal del hombre es superior a los Mandamientos y a la Voluntad expresa de Dios.
La división ya se ha hecho, en la forma más torpe posible, como enseñaba Aristóteles el daño efectuado por un necio no lo reparar veinte sabios, en español moderno "lo que rompe un gilipollas no lo arreglan veinte vivos".
La Santísima Trinidad nos reclama hoy más que nunca que tomemos nuestra cruz y sigamos a Cristo, que la Iglesia vuelva a ser Cristocéntrica. Recemos incansablemente.......
17/01/17 10:07 PM
  
Chico
Pero si es que hay demasiados curas que a la buena práctica sacramental le dan nula importancia.
18/01/17 12:47 PM
  
Martinna
«Oremus pro Pontifice nostro Francisco: Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius. Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam Meam, et portae inferi non praevalebunt adversus eam».
Amen.
19/01/17 1:48 PM
  
María de las Nieves
Es importantísimo la formación cristiana ¿Y qué es lo maravilloso que tiene el cristiano bautizado en la Iglesia Católica ? Es anunciar a Jesucristo, Muerto y Resucitado.
Es el anuncio gozoso pascual .El Señor vive ,ha resucitado, nos ama a cada uno como somos, sabiendo que somos pecadores, nos ofrece su Vida , tenemos que dejarle entrar en nuestra vida que esta cargada de heridas

Dios es Amor, nos ha amado primero y nos pide que demos respuesta a ese amor, dejándonos que nos ame y nos transforme ,también con el mandamiento nuevo de Jesús: “Que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,12).
Y toda la formación es en el Amor y ser testigos en nuestra vida.

La Iglesia es Madre y nos ofrece los Sacramentos y toda ella gira en torno a la Eucaristía ,Sacramento culmen de la vida cristiana Jesucristo presente, que se nos ofrece y nos acompaña creando comunidad en Unidad eclesial.
Todos los Sacramentos requieren catequesis continuada y son fuente de gracia salvadora.
19/01/17 3:34 PM

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