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30.11.19

Madurez cristiana y amor a la Iglesia

Hace poco estuve predicando una serie de conferencias a un grupo carismático católico en Madrid, España, bajo el título, para mí tan querido: Madurez cristiana y amor a la Iglesia. La serie completa de videos está aquí, y lo que sigue son las notas principales o resúmenes de las siete conferencias. Sea de provecho para todos!

1. No te contentes con ser multitud

 
* El itinerario de nuestra vida cristiana suele empezar en serio cuando algo en nuestra vida parece que “no marcha.” A menudo buscamos a Cristo como una especie de “mecánico": vamos a que él solucione un problema para luego nosotros seguir con nuestra vida según nuestros propios criterios.
 
* De ese humilde comienzo se vale Dios para ponernos en ruta. Al principio somos “multitud” que quiere algunos favores o beneficios de Cristo, y nada más.
 
* Pero su palabra es profunda y trae claridad y sentido, y si le escuchamos, entonces empezamos a ser “discípulos.” Su mensaje nos ilumina y poco a poco queremos integrar su Evangelio en nuestras decisiones. Ya Cristo no es solo un “mecánico.”
 
* La Escritura nos muestra que hay un momento en que Cristo se presenta como “pan de vida” (Juan 6). Cuando Él se declara “vida” nuestra, su lugar ya no es de mecánico de nuestra vida sino su “piloto.” Es un paso que no todos dan. Muchos se fueron- Pedro y los apóstoles, sin embargo, sí se quedaron porque habían degustado algo de lo que es “vida eterna,” esto es, vida plena, sin límite, superior al fluir de las épocas (eones).
 
* Tales experiencias de plenitud hacen que la persona genuinamente ya no quiera dar paso atrás. “¿Adónde vamos a ir?,” pregunta Pedro. Cuando se llega a ese nivel, ya somos como “expertos” en el sentido original del latín: “gente que ha tenido experiencia” de esto que solo Cristo puede dar.
 
* Al mismo tiempo, la relación con el prójimo va cambiando: cuando somos multitud, el prójimo es como un “bulto;” luego es un “compañero,” y después llegamos a vernos como “sarmientos” de una misma vid, que es Cristo.
 

19.11.19

Manual para la familia del Siglo XXI

Este es quizás el video más largo que he publicado (casi dos horas!) y sin embargo, vas a querer mirarlo y estudiarlo varias veces.

Predicación del 16 de Noviembre de 2019 en la Parroquia Corpus Christi, en Bogotá.

* El poder mayor de un país no está ni en el ejecutivo, ni en el legislativo, ni en el judicial. Aún la legislación más absurda y homicida puede detenerse si las familias educan a sus hijos de modo que no sigan el camino que la ley marca erróneamente como “correcto”

* Lo “moderno” tiene varios significados, por lo menos cuatro, y conviene descubrir los desafíos particulares que cada uno de esos significados trae.

1. Modernidad tecnológica

+ Ventajas: calidad de vida, salud; cierta comodidad

+ Inconvenientes:

Perdemos lectura, comunicación, argumentación
Nos volvemos simples consumidores

2. Modernidad social

Ciertas ventajas: democracia, igualdad ante la ley, libertad de expresión

Inconvenientes: oleadas del marxismo, presión social de los medios, sistema educativo infiltrado, cultura del descarte, impacto de la lógica de las redes sociales

3. Modernidad lingüística

Ventajas: vitalidad y propiedad en el uso del idioma
Desventajas: presiones ideológicas (como el ridículo uso del “todes"), guerra semántica (banderas y dragones), definiciones impropias (libertad, amistad, justicia).

4. Modernidad en la Iglesia

+ El intento de la postura modernista: acercar el Evangelio y la sociedad.

+ Error fundamental: ver ese acercamiento como una conversión de la Iglesia hacia el mundo.

+ Daños: mundanización, incredulidad, injusticia con las nuevas generaciones

5. Propuestas finales

+ Nada cambia si no se invierte más tiempo con la familia.
+ Oración compartida: aparte de la Misa, por lo menos una vez a la semana.
+ Conversación: proveer especialmente de vocabulario emocional.
+ Refuerzo positivo: teniendo en cuenta que muchos niños y jóvenes se sienten desbordados y confundidos.
+ Cuidado con los criterios de elección, por ejemplo al buscar colegio o estudios superiores.

7.11.19

Uno prefiere la honestidad, ¿no es cierto?

Con todo esto de la Pachamama en el Vaticano he visto la gran capacidad de algunos para estirar las palabras y las razones tratando de justificar, como sea, lo sucedido.

Supongo que hay gente que cree que si uno critica algo que involucra claramente al Papa está faltando al amor y fidelidad que son debidos a la Iglesia, a la fe y a la persona misma del Sucesor de Pedro. No van por ese lado mis observaciones.

De hecho, yo oro por el Papa todos los días. En muchas de mis predicaciones, y ante los más diversos auditorios, pondero muchas cosas buenas que creo que ha hecho y dicho. Ahí está mi canal de Youtube para atestiguarlo.

Pero el Papa mismo reconoce que se equivoca, que necesita confesarse–como todos, y repite con frecuencia que es importante que recemos por él. No veo entonces por qué hay que tratar, a toda costa, de justificar el uso que se hizo de aquel ídolo.

Además, la multiplicación de justificaciones sirve para el propósito contrario: cuando cada semana te cambian de pastilla para tu tratamiento es que ninguna realmente sirve. Han dicho que esto de los ídolos es “acoger” a los indígenas; o más bien es “inculturar” la fe; o más bien es un “símbolo cultural"…. hubo un monseñor que dijo que, en realidad, aunque usaran esas figuras, ellos están adorando al único Dios; y por supuesto, otros defensores de esta causa perdida han hablado también de lo consabido: la apertura, la tolerancia, la mente amplia. El extremo del cinismo está en aquel que dijo: “Y si hubiera sido un acto pagano, tampoco pasaba nada.” Son muchas “pastillas” tratando de ocultar lo inocultable: jamás debió suceder lo que sucedió, y lo único lógico en este momento son los actos de desagravio, reparación y humildad.

Además, siempre está a la mano la solución más sencilla: se señalan los errores, se reconocen los errores, uno se arrepiente de los errores, luego se corrigen los errores, y en la medida de lo posible no se repiten. Ya está. No es complicado.

Tomás, el apóstol, reconoció su error.

Pedro, el apóstol, reconoció su error.

Pablo, el apóstol, reconoció su error.

María Magdalena reconoció su error.

Es así de simple. Llevar ídolos a una iglesia no está bien. Es sacrílego. Es ofensa contra el Primer y más importante de los Mandamientos. Postrarse ante la inculturación no está bien. No pierdan fuerza tratando más de justificarlo. No hurguen en sus mentes buscando qué calificativo dar a los que han dicho y a los que decimos que no está bien. Llamarnos dinosaurios, inquisidores, derechistas, hambrientos de poder, no cambia que Dios fue desobedecido gravemente y ofendido públicamente.

¿Por qué entonces hay que retorcer las palabras, imaginarse que la gente no se da cuenta de las cosas, y tratar de hacer pasar por aceptable lo que no lo es?

El camino de los apóstoles: denunciar, reconocer, arrepentirse, corregirse, es el de siempre.

Y funciona.