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29.10.19

Una Oración por el Papa Francisco

Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, que por amor a nosotros y por nuestra salvación te hiciste partícipe de la raza humana y a precio de tu Sangre nos adquiriste para siempre como tu Pueblo y ovejas de tu Rebaño;

Señor Jesucristo, que amaste a la Iglesia y te entregaste por Ella, y en tu sabiduría quisiste que el apóstol San Pedro y sus Sucesores, sostenidos por tu propia oración, tuvieran la misión incomparable de confirmarnos en la fe, llevar a tu Rebaño a la plena unidad en ti y contigo, y atraer a todos los pueblos a la obediencia del Evangelio que predicaron con celo y fidelidad tus Santos Apóstoles;

Señor Jesucristo, porque sabemos que es necesario, y porque es nuestro deber y nuestro derecho como bautizados; y porque él mismo lo ha pedido con humildad repetidas veces, te suplicamos por tu siervo, nuestro Papa Francisco, único y legítimo Papa, en estas horas de particular necesidad en la Santa Iglesia Católica.

Señor Jesucristo, apelando a tu Sagrado Corazón y a la eficaz intercesión de tu Santísima Madre, que ha sido saludada como Madre de la Iglesia, esto te pedimos para el Papa Francisco:

- Que tus Llagas Santas, Jesús, no se aparten de sus ojos; que simplemente no pueda olvidar el precio de amor que has pagado para que el demonio sea derrotado, los ídolos derribados, la muerte vencida, el pecado perdonado, y se abran las puertas de la gloria eterna a quienes creen y confiesan la fe.

- Que sus oídos sientan una alarma fuerte cada vez que las trampas del enemigo quieran persuadirlo de mezclar las aprobaciones del mundo o las presiones de la sociedad con la grandeza y pureza del Mensaje de Salvación que tú le has encomendado como Sucesor de Pedro.

- Que su boca reciba una gracia renovada, de modo que su palabra, apartándose de toda ambigüedad, defienda con claridad la sana doctrina, mientras sigue llamando a todos a la unidad en Cristo, para la gloria de Dios Padre.

- Que sus pies se orienten sin cesar hacia tu gloria, Jesús: buscándote en el silencio del Sagrario; reconociéndote en el testimonio de las Escrituras; predicando tu Evangelio con palabra diáfana y ardiente; y siempre sirviéndote, especialmente en los más pobres, es decir, los que menos saben de ti, Señor, puesto que no hay mayor miseria que ignorar cuál Dios nos ha amado tanto.

- Que su mente reciba una gracia singular del Espíritu Santo para reconocer y discernir, según el carisma propio de San Ignacio de Loyola, cuáles inspiraciones son de Dios, cuáles vienen de los interes puramente humanos y mundanos, y cuáles tienen su raíz en el espíritu de las tinieblas, que ronda buscando a quién devorar.

- Que sus manos realicen cada vez mejor la labor de cuidar el rebaño tuyo, Jesucristo, de modo que sea físicamente incapaz de firmar o apoyar lo que ensucia, confunde, degrada o niega la fe, la que defendieron los mártires, y en cambio tenga pulso firme para guiar el timón y conducir de nuevo la nave de la Iglesia a su ruta propia, más allá de los escollos e intereses de este mundo que pasa.

- Y finalmente, te pedimos, Señor Jesús, que el corazón del Papa sea sumergido en el fuego de tu propio Corazón, de modo que pueda corregirse de sus faltas, ya que todos las tenemos, y pueda predicarnos con fuerza y mucha luz sobre las raíces de nuestros pecados, y de los males que hoy se ciernen sobre la Tierra.

Estas intenciones ponemos sobre tu altar, Jesús.

Estas súplicas repetimos con humildad y constancia porque nos has dado amar tu Evangelio y tu Iglesia, Jesús.

Compadécete de nosotros, Señor, perdona nuestros muchos pecados, y llega hoy con toda tu fuerza y tu majestad al corazón del Papa.

Tú vives, tu reinas, con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.


Versión grabada. Se puede difundir:

23.10.19

Las figuras femeninas amazónicas

Fray Nelson Medina: ¿Tiene Usted una postura clara sobre las figuras amazónicas esas, que incluso llevaron a una iglesia en Roma? – C.F.

* * *

Empiezo por decir que soy colombiano. Mi país tiene amplia zona en la Amazonía y tiene también otras zonas selváticas, que he conocido por experiencia directa. Debo decir que la imagen que fue llevada a Roma no es representativa de la Amazonía colombiana, y creo que de ninguna parte de la Amazonía. Alguien pensará que mi corto servicio misionero en la selva me lleva a hablar así. A quien plantee tal objeción le pido que muestre fuentes documentales serias que prueben el interés de los pueblos amazónicos por esa imagen particular, la de esa mujer gestante semidesnuda. Y que de paso nos aclare qué uso real tiene esa imagen, si es que allá se usa.

En efecto, si cualquiera de nosotros busca en imágenes de Internet los términos “pachamama,” “madre tierra,” “mother earth,” “amazonian fertility” o expresiones parecidas, lo único que sale es la alusión a este episodio de los jardines del Vaticano, o al “robo” posterior de las imágenes; o sea, todo conduce a la misma figura que hemos visto en las noticias. Aún más: si usted toma una foto de esas esculturas o representaciones y luego usa esa foto como búsqueda de imágenes en Google no obtiene una sola coincidencia. Eso sugiere algo extraño: la tal figura NO representa nada “ancestral” de la cultura de la Amazonía; no parece ser ni siquiera la obra de los indígenas amazónicos sino de algún artista (llamémosle así), indígena o no, que, apoyado por otros, ha conseguido que su talla en madera llegue hasta el centro católico más importante y visible del mundo entero. Esa persona o ese grupo de personas quieren que pensemos que ellos son representantes o voceros de los indígenas, de modo que cualquier ataque a esa imagen o a esa supuesta espiritualidad “amazónica” es un ataque a los indígenas.

Todo lo cual suscita interrogantes muy legítimos: ¿Quién es el verdadero autor de esa imagen? ¿Donó su trabajo o le fue pagado? ¿De quién fue la idea de tallar esa imagen y darle el uso que estamos conociendo, con la complicidad o negligencia de numerosas autoridades dentro y fuera del Vaticano? ¿Por qué querían que eso se realizara, teniendo en cuenta que sabían que el Papa estaría presente? ¿Por qué el Papa, al ver lo que sucedía, prefirió no decir ni su discurso ni discurso alguno, sino solo un padrenuestro, según informó en su momento Aciprensa? ¿Qué otros actos ajenos a nuestra fe están entonces premeditadamente preparados y con qué finalidades?

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