También en medio del dolor aseguramos oración y afecto a nuestros obispos

Monseñor Juan Vicente Córdoba es obispo de la diócesis de Fontibón, en el perímetro de la ciudad de Bogotá. Hasta no hace mucho tiempo fue portavoz de la Conferencia Episcopal de Colombia. En ejercicio de ese elevado cargo, en distintas ocasiones y escenarios ha presentado la posición de la Iglesia en contra de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. Sus argumentos y modo de exposición, en cuanto a este tema, han sido fieles a la enseñanza oficial de la Iglesia, y a la vez útiles en el contexto de las discusiones caldeadas y polémicas de estos temas hoy.

Recientemente, sin embargo, en un foro con asistencia mayoritaria de jóvenes pertenecientes o simpatizantes del colectivo LGBTI, Monseñor hizo varias declaraciones desobligantes: por el lenguaje, por las insinuaciones vulgares y gratuitas, y sobre todo por apartarse de la enseñanza de la Iglesia en cuanto al ideal de vida cristiana para una persona con tendencia homosexual. Monseñor sugirió que no tiene problema para la Iglesia la convivencia entre homosexuales aunque siguió afirmando que no deberían adoptar.

Debemos pensar que su intención pastoral era probablemente buena: mostrar a algunos de los más alejados de la Iglesia que ésta quiere acogerlos, y sobre todo: que hay que distinguir entre la tendencia y la práctica homosexual. Pero sus aclaraciones posteriores, incluso disculpándose del lenguaje usado en el foro LGBTI, parecen insuficientes no sólo por el lenguaje bajo utilizado sino porque ha presentado la cohabitación como moralmente neutra o aceptable moralmente.

Lo que sigue de aquí es desalentador y confuso. Las reacciones han sido numerosas y dispares. Los simpatizantes del movimiento gay saludan con gozo que un obispo se hubiera atrevido a hablar en términos de clara aceptación aunque siguen rechazando lo que ellos ven como una exclusión de su “derecho” de adoptar. De otro lado, millones de católicos, entre los que me cuento, sentimos profundo dolor por nuestra Iglesia, y aunque agradecemos el gesto de humildad de Monseñor, solamente esperamos que su predicación brille de tal modo con la claridad de la doctrina de la Iglesia, que toda duda se disipe y se pueda reparar algo del daño causado.

No cabe echar la culpa a los medios de comunicación en este escándalo doloroso. Tampoco caben las disculpas del tipo “Yo no sabía que me estaban grabando.” Hay derecho a esperar mucho más y mucho mejor de la boca de nuestros obispos. Pero para que ello suceda, y se reparen en algo las heridas, todos, y no solamente Monseñor Córdoba, hemos de orar con intensidad y hacer penitencia con sinceridad. Estimo que es la manera correcta de apoyarlo.

7 comentarios

  
Raquel García
Bueno, esto nos recuerda las palabras de Jesús cuando hablando con Dios Padre decía, que aunque nosotros estáis en el mundo no pertenecemos a él y por eso pidió que nos proteja, no que nis saque del mundo.......La Iglesia de Cristo, aunque esta en el mundo no pertenece al mundo, pero mucho de nuestros lideres se han sumergido mas en las cosas del mundo, que en la vocación a la que han sido llamada y detrás de ellos el resto de la iglesia. Estamos perdiendo el rumbo y sin poder expresarlo, pues toda critica hecha en esa dirección, ya es juzgar y como nos mantienen neutralizados y callados con la frase cuasi satánica para mi de :" No juzgue"..... Asi no vamos a terminar bien, los casos de pederastas en la iglesia, han mostrado que el camino no es tapar y quedarse callado frente a lo que no está bien, hay que corregir, hay que hablar y hay que mostrar el norte y lo que realmente está correcto, pues relativizando tanto la moral de nuestra iglesia, ya vemos que ni los obispo mismos se enteran de lo que se debe hacer y como. Bendiciones y valentía, deseo para todos nosotros.
16/05/15 9:25 PM
  
Martina
Tal como va el tema, parece que así como los vehículos pasan cada cierto tiempo una inspección técnica para comprobar si están a punto, también debería el clero pasar por revisiones periódicas y cursos especiales para renovarse. Sin una revisión continua algunos se quedan inservibles para el apostolado.
16/05/15 9:35 PM
  
Juan Mariner
Con la cantidad de buenos pastores en potencia que vemos a diario entre el clero, sorprende mucho que acaben nombrados personajes así. Que se lo hagan mirar de una vez...
16/05/15 9:35 PM
  
Gloria Irene (Flavia)
Gracias, fray Nelson, por este comentario tan equilibrado que comparto plenamente. Vivimos tanta tensión, tanta desorientación, que las personas podemos quebrarnos... Y los obispos también. Pero "si la trompeta da un toque confuso, ¿quién se preparará para el combate?" (1Co 14, 8).

Nos corresponde orar, orar sin cesar. ¿Qué tal el santo rosario completo cada día? Para que las tinieblas sean derrotadas antes de que nos engullan. La Santísima Virgen nos acompañará en la oración.

Gracias, fray Nelson.

16/05/15 11:03 PM
  
Hay silencio sobre " la reina de las profecías", La Salette.
Gracias, Fray Nelson.
Ante semejante falla del Obispo,que no se espera,- pero todos somos susceptibles de fallas- no queda sino hacer más Oración- Que nada nos espante, como decía Santa Teresa, sino que tengamos la fortaleza de discernir... y adelante!
Deja un sabor duro de pasar... es la aclaración del N° 5. que da monseñor. El remedio fue peor...Creo que es la profecía de La Salette en su cumplimiento.
17/05/15 1:56 AM
  
Enrique G. B. A.
Ha sido un suceso triste y de escándalo público.
Lo que caracteriza al cristiano no es caerse, sino una y otra vez levantarse con la ayuda de Dios, a El implorando si escasean las fuerzas, no desde la hipocresía sino desde una sincera conversión, y ella con auxilio de su gracia.
Recordemos la enseñanza: si dedicamos tiempo suficiente en examinar nuestros pecados, nos quedará menos tiempo ocioso para mirar los ajenos.

17/05/15 4:33 AM
  
Martina
Es caritativo poner aceite sobre las heridas, pero no lo es dar jabón para que pase un error que no cuela.
Ser solidario con el pecador no es tapar el pecado.
Lo sentimos por Monseñor, pero rechazamos lo que hizo y oramos por el, le perdonamos, pero no hagamos componendas que disimulen lo ocurrido. No señalemos la humildad que no existe en pedir unas disculpas protocolarias.
Si una persona no esta a la altura del cargo que ostenta es mejor tener la humildad de dejarlo y seguir sirviendo al Señor en aquello que se adecue a su capacidad.
17/05/15 11:42 AM

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