InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Categoría: La Iglesia en el Maelstrom

30.11.19

(394) Misteriosismo y verdad sin doctrina

34.- Una fe que no consiste en creer.— El cristiano cree en Dios Uno y Trino. Cree en Dios Padre, cree en Dios Hijo, cree en Dios Espíritu Santo. Y también cree las verdades naturales y sobrenaturales que Dios mismo ha transmitido por Revelación. Lo explicaba con precisión el Catecismo de San Pío X: 

«864. ¿Qué es Fe? - Fe es una virtud sobrenatural, infundida por Dios en nuestra alma, y por la cual, apoyados en la autoridad del mismo Dios, creemos ser verdad cuanto Él ha revelado y por medio de la Iglesia nos propone para creerlo».

Durante el posconcilio, el subjetivismo de la Nueva Teología desenfocará gravemente el concepto de Revelación. Difundida masivamente desde cátedras y púlpitos, convertirá la fe en experiencia de encuentro: ya no consistirá en creer, sino en experimentar, sentir, confiar, tener una cita personal con el misterio, una experiencia de enamoramiento, una cita con el noúmeno kantiano personificado en Jesús de Nazaret.

La Revelación pasará a ser sólo presencia de un Dios fascinado con el hombre, que sale a su encuentro pero sin influirle en lo más mínimo, porque respeta su criterio y libertad; un hombre endiosado que sale a su vez —hasta de forma inconsciente, según Rahner—, en busca de la verdad, como si no la hubiera recibido ya de sus antepasados.

 

35.- Modelo semipelagiano.— La fe pasará a ser dialógica, como pretende el personalismo; mas no teologal, porque en un encuentro hay dos que ponen de su parte, que se dirigen de suyo hacia el otro; pero en una infusión de virtud hay uno que entrega y otro que recibe, como en la traditio.

El modelo de fe será coherente con el paradigma semipelagiano, en que la conversión es suma de sumandos: la parte de Dios más la parte del hombre. La conversión será concebida como un diálogo entre causas primeras, en que se admite la iniciativa de una de ellas, no faltaba más, pero no su soberanía absoluta.

 

36.- La Revelación desenfocada.— Conforme a esta visión de la fe como experiencia de diálogo, su objeto, al que tradicionalmente había que asentir, quedará profundamente alterado. Ya no es que Dios comunique también verdades naturales y sobrenaturales acerca de Sí mismo y de su voluntad, sino que Dios mismo será su sólo objeto de comunicación. Se pretende que Dios no revela doctrinas, sino sólo hace presente su misterio. La Revelación, por tanto, ni terminó ni terminará, según esta perspectiva, consistirá en la presencia misma de Dios en una persona: su Hijo. La Revelación, más bien, será la Encarnación prolongada en la historia por la Resurrección.

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8.09.19

(382) Contra las aguas corruptas

13.- Conocimiento viciado.— El movilismo pone en movimiento la doctrina y la sumerge en la trituradora del Maelstrom, para que sufra mutaciones y se adapte al siglo. Su objetivo es claro: que no haya certezas, que se disipen las seguridades, que queden anegados de 1789 los conceptos. El mutacionismo ha penetrado la Nueva Teología y el personalismo, descuajándolos del orden de las esencias. Ha puesto fecha de caducidad al derecho natural. Ha sometido al hombre al estro moderno y sus afanes de autodeterminación. Ha criminalizado la sagrada escolástica, con grave daño. —Contra esto, la romanitas católica: contemplarlo todo sub specie aeternitatis. Fundir en bronce la doctrina cristiana para que sea para siempre.

 

14.- Entre dos aguas.— Hay un movimiento bueno y otro malo. El primero es perfectivo, de vida y gracia, de virtud; del agua viva, que salta hasta la eternidad  (Cf. Jn 4, 14); del crecimiento que sólo Dios concede (Cf. 1 Cor 3, 6) y nunca el hombre. Pero el segundo es de la corrupción, de la disipación de la verdad en anfibologías, en el espíritu perverso de la ambigüedad; en el ardid con que el pecado ha sometido al mundo (Cf. Rom. 8, 21). —Contra esto, la precisión escolástica y la estabilidad sacramental, la armonizacion jerárquica de los saberes contra todo sinfonismo, contra todo situacionismo pastoral, contra toda destemplada relacionalidad.

 

15.- Agua estancada, agua envenenada.— Al movimiento bueno le aplicamos el refrán y el lema: capiunt vitium, ni moveantur, aquaese corrompen las aguas si no se mueven. Justiniano, en Digesto, 1, 8, 2, enseña que el agua buena es de justiciaaqua profluens iure naturali communis, agua que corre es común a todos por derecho natural. La recta doctrina ha de ser común a todos. Dar agua mala es acto de injusticia.

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18.07.19

(372) La cruz en el Maelstrom

9.- Temeridad pastoral.— El lobo muda el pelo, pero no el celo, dice un refrán castellano. Quien, para actualizarse, pretenda ser pastor de lobos, debería saberlo.

Lo dice también Eclesiastés 3, 27, y el Quijote I, 20: quien busca el peligro perece en él; porque, como recuerda otra paremia, muda el lobo los dientes, mas no las mientes

Los depredadores, mientras lo sean, no se pueden pastorear, por muy buena intención y simpatía que se tenga; pueden poner en peligro al rebaño y al propio pastor.

Es lo que pasa con el numen moderno, que tiene instinto de caza, de subversión, de insaciable subjetivismo, siempre reclamante y contrarreclamante, como diría Turgot; que no se puede pastorear mientras sea axiológicamente moderno.

Porque el genio de las revoluciones no puede transmutarse en principio de estabilidad. Tratar al lobo como oveja es temeridad.

Con mucha razón, en El progresismo cristiano, avisa el P. Meinvielle: 

«Si la civilización moderna envuelve la autonomía absoluta del hombre frente a Dios, es harto claro que la Iglesia no puede reconciliarse con ella. Y no se crea que esto podría ser verdad del pasado que ha perdido todo vigor. Al contrario.» 

 

10.- La quimera progresista.—  Lo advierte Castellani en Domingueras prédicas:

«Hay un ERROR muy difundido hoy día, que está también en este filósofo Troeltsch, de que todo paso de la Humanidad es un progreso; es decir que toda cosa nueva es mejor que las antiguas por ser nueva, o sea que la Humanidad progresa siempre necesariamente y unilateralmente, en línea recta. Es un error.» 

El progresismo católico cree en el error del progreso. Por eso no soporta su antítesis, que es la filosofía y la teología de Santo Tomás; en cuanto tiene, sobre todo, de estabilidad, de compendio heredado, de philosohia perennis, de Veterum sapientia.Temeridad mayúscula es saltarse la razón católica. Porque habitamos la era del tiempo subjetivo de Bergson, la era de los titanes, del ultrahombre cósmico chardiniano, la Era del Maelstrom.

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