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22.03.19

(341) Fenomenología, filosofía de la acción y hermenéutica de la ruptura

1.- La imposibilidad de un saber fenomenológico deja anémica la razón católica, y ávido de saber auténtico al que en verdad quiere saber.  La teología y la filosofía católicas contemporáneas producen insatisfacción. Muchos quieren engañarse, y convencerse de lo contrario. Pero es en vano. Es un método que no nutre, que no aporta auténticos saberes ni es santificable en sí mismo.

¿Por qué, entonces, introducirlo en la función docente de la Iglesia? ¿No es un riesgo que no vale la pena correr? ¿No es imprudente y temerario poner entre paréntesis los saberes heredados?

Lo diganosticaba con expresividad Eugenio d´Ors:

«Los fenomenólogos repiten un poco el mitológico caso del rey Midas: como todo se vuelve en sus manos y a su contacto oro de existencia, este oro, ayuno del poder que le confieren las esencias, no les permite en modo alguno alimentar su saber. Se morirán de hambre entre los esplendores de su riqueza inútil. Una leve asistencia de crédito fertilizaría su estéril metal, como una reserva de metal garantizaría las agilidades del crédito» (Eugenio D´ORS, El secreto de la filosofía, LXII, 4)

 

2.- En efecto, el método fenomenológico no puede alimentar el saber de la Iglesia discente. Pero ha recibido una asistencia de crédito, como dice Eugenio d´Ors, para que parezca que sí puede hacerlo. Y esta asistencia ha venido de parte del nominalismo. Que aplicando su concepto de autoridad, ha transformado la potestas del gobernante en potencia absoluta que todo lo cree poder legitimar a golpe de decreto. Y se ha convertido en sola fuente de verdad, como quería Hobbes. Estamos hablando de una «sola auctoritas» como principio docente, que es ajeno a la tradición católica.

—Con ello se ha deformado el sentido de la obediencia, mutándola en obediencia absoluta. Por la que se canoniza el gusto intelectual personal de la autoridad, creyendo que la obediencia incluye privilegiar sus preferencias conceptuales privadas.

 

3.- En definitiva, la fenomenología ha recibido crédito no de sí misma sino 1º) de parte de la mayoría de los fieles católicos más o menos formados, que excediéndose en su concepto de obediencia, han asumido, desconociéndolo, el método de Husserl; y 2º) de parte de muchos docentes y pastores, en general, que llevados de un concepto nominalista de la auctoritas, han transmitido la idea de una supuesta complementariedad perfecta entre fenomenología y pensamiento católico.

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