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3.08.18

(284) Concepto confuso de dignidad humana

1.- El concepto de dignidad humana, como el de persona, ha sufrido un desenfoque considerable por obra de algunos personalismos contemporáneos.

En general, podemos decir que las escuelas personalistas, en mayor o menor grado, confunden la dignidad ontológica del ser humano con su dignidad moral, y la dignidad moral con la dignidad sobrenatural. Parecen rechazar, en clave pelagiana o semipelagiana, y contra la tradición y la doctrina de la Iglesia, que esta dignidad divina pueda perderse.

Malinterpretar el concepto de dignidad humana puede tener graves consecuencias doctrinales. Entre otras, la deformación de nociones clave de la moral cristiana, como son los conceptos de castigo, pena, delito, pecado, bien común, expiación, etc., que quedarían seriamente afectadas en su significado teológico y en sus implicaciones jurídicas y antropológicas. 

 

2.- La dignidad de la naturaleza humana es una cosa, conforme enseña la Tradición: «Despierta, oh hombre y reconoce la dignidad de tu naturaleza: recuerda que has sido creado a imagen de Dios» (San León Magno, Sermón 27).

 

3.- Pero la dignidad moral es otra, conforme enseña la Tradición: «el hombre al pecar, se separa del orden de la razón y por ello decae en su dignidad humana…húndese en cierta forma en la esclavitud de las bestias» (Santo Tomás de Aquino, II-II, q.64, a. 2)

 

4.- El equívoco personalista consiste en creer que ambas son la misma, y que el ser humano conserva siempre intacta la dignidad moral. Sin embargo, ésta se reduce al cometer el mal.

 

5.- El ejercicio de la libertad moral, en relación al fin último, nos dice de la mayor o menor dignidad moral de una persona. Como lúcidamente distingue Leopoldo Eulogio Palacios: 

«son sus obras concretas las que nos tienen que decir si un hombre es buena o mala persona, persona digna o persona indigna… se es malhechor o se es justo por algo diferente a la persona humana tomada en su aspecto ontológico» (Iglesia y libertad religiosa, Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1979 n°56, p. 295)

 

6.- Por todo esto, es un grave error «considerar la perfección ontológica como si fuera la perfección moral» (Miguel AYUSO, Libertad y dignidad, Verbo, Madrid 2003, n° 419/20, p. 857)

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