(130) Y otro micropost más, ahora contra la justificación extrínseca y la inutilidad de la gracia
Cuán horrorosa será la mancha del pecado, que necesita de Sangre para lavarla y “que salga”. Y es que el alma en gracia no puede convivir con el mal ni su tiniebla. Necesita Sangre de Dios para ABORRECER el mal y resistirlo de hecho. Y entonces, hay dos opciones:
o resiste por gracia el pecado, para no volver a la inmundicia de la enemistad con Dios (Trento, ses. VI),
o concierta sin gracia con el pecado, tolerándolo pasivamente, reclamando una imputación meramente externa, formal, judicial, de la justificación, que no vale para nada.
Es entonces cuando no importa el pecado.