(76) Sobre el abismo de la autoayuda
1.- No es la gracia una merced concedida a los saciados de sí mismos; que es para el pobre de espíritu, que por la misma gracia tiene hambre y sed de Su auxilio. Porque
“el Señor escucha a los indigentes” (Sal Vg 68, 34)
2.- Para el nutrido hasta la hartura de autoayudismo, no queda sino el optimismo temerario, derribado sobre una falsa libertad, como un caballo paupérrimo y enfermo de muerte, sobre el que sólo puede cabalgar el diablo.
3.- Porque el Señor “no desdeña a sus cautivos” (Sal Vg 68, 34), y al que presume de ser su propio salvador corrige y castiga, negándole dones de salvación, para que se arrepienta en el Espíritu de Cristo, y viva.