(250) Ánomos y Anfíbolos, III: subjetivismo y desorden, contra el orden clásico

 Es un monstruo de dos caras, un Leviatán bifronte: Ánomos es anomia, y Anfíbolos es anfibología e indefinición. Son los padres fundadores del posmodernismo. Y su lucha es contra el orden clásico.

 

1.- Malos precursores.— Kant, Fichte, Hegel, Heidegger, introducen a Anfíbolos en el conocimiento de la realidad, dejando la razón en suspenso ante el ser, incapaz de un sí o un no, manteniéndola siempre en la indefinición, siempre pendiente y enajenada en su propia actividad inmanente. Como precursores del posmodernismo, son buenos fundadores pero malos consejeros.

a.- Otro tanto ocurre con el descripcionismo fenomenológico. Aporta poco y daña mucho. No sólo por ser, en definitiva, otra forma de poner las esencias a merced de un ego artificial. Sino también, y sobre todo, por constituir una reducción de lo real al mundo de la conciencia subjetiva. Thomas Molnar, entre otros, han denunciado lúcidamente el poder des-naturalizador de este poner entre paréntesis lo real. 

 

2.- El orden natural y sobrenatural en suspensión.— La reducción fenomenológica que provoca Anfíbolos se traduce en la desjuridización general que introduce Ánomos: bajo su perspectiva, la realidad, al no ser cognoscible en su esencia, queda desdibujada en lo que tiene de orden, de normatividad jurídico-política, de ley natural, de principio católico.

b.- Por extensión, ya no cuenta tanto la palabra divina como la respuesta que puede dar el hombre. Ya no es tan importante el Legislador divino como el legislado humano. Ya no importa tanto la unidad católica y su ordenamiento clásico, como un testimonio cristiano subterráneo al orden de la sociedad, a la que ya no se exige sometimiento a la ley natural ni al Dios Encarnado.

 

3.- Otra vez la libertad negativa.— La tesis de inspiración heideggeriana de Bultmann —que no importa tanto la cruz en sí misma como su significado—, es un resumen del proceso de subjetivización y desorden que venimos describiendo. Molnar lo asemeja, certeramente, al libre examen luterano. En el fondo, es la misma idea: lo que la realidad (divina) es para mí, eso es lo que verdaderamente importa. Es la misma idea del principio de autodeterminación, en que Pico de la Mirándola funda la dignidad humana: el hombre sin esencia definida, que alcanza a ser lo que quiera. —Responsablemente, eso sí, pero al fin y al cabo lo que  quiera.

c.- Con veracidad Cornelio Fabro critica a Heidegger su inversión existencialista: que el hombre pretenda determinar el ser, y no viceversa. ¿No es, acaso, la pretensión fundante de la modernidad?

 

4.- Crisis del derecho.— Ánomos desdibuja el sentido de lo justo. La pérdida del sentido del derecho trae consigo la impunidad, los abusos, los cambios de paradigma y los mil y un vientos de doctrina. Cuando se minusvalora lo que es justo, se justifica lo que es injusto. La desjuridización de la Iglesia es un síntoma de descomposición, sin duda paradigmático. La pérdida del sentido del derecho, fomentada por un concepto desenfocado de la misericordia, conlleva la subordinación de la prudencia jurídica a la conveniencia pastoral.

d.- Que en lo natural conduce al convencionalismo ético de la moral de la situación, pues desvincula el derecho de los casos particulares; y en lo sobrenatural a la tergiversación de la doctrina de la justificación, pues desliga la salvación de la obediencia meritoria (en estado de gracia) a la ley.

 

5.- La mente gnóstica.— El proceso coordinado por Ánomos y Anfíbolos conduce siempre al mismo resultado: el yo erigido en juez. No el yo natural, sino el yo autodeterminado, el ego transcendental. El yo gnóstico que curva la realidad hacia sí mismo, convertido en valor absoluto e infinito —eso sí, con la ayuda de Dios, para no ser pelagiano.

e.- El comunitarismo posmodernista parece, bajo esta luz, un recurso para salvar las apariencias de individualismo. Poner en conexión los egos autodeterminados, por muy piadosos que sean, y hacerlos depender unos de otros, no es propiamente poner en comunión.

 

y 6.- ¿El nihilismo educador?.— A la luz de estas consideraciones, entendemos el proyecto nietzscheniano como proyecto esencialmente moderno: es la voluntad de poder dejar en suspenso el orden del ser. El nihilismo, así, no parece más que la realización de esta suspensión, entendida como un derecho humano fundamental. Este proceso, en cuanto movimiento sin meta, en cuanto itinerario ciego, en cuanto praxis desvinculada de la tradición, será el numen bifronte que el constructivismo contemporáneo convierta en modelo educativo.

 

y f.- Conclusión.- Todo el empeño de Ánomos y Anfíbolos, por tanto, será contra el orden clásico. Urge recuperarlo de sus garras y rehabilitarlo. Urge un nuevo clasicismo católico.

 

 

David Glez. Alonso Gracián

 

29 comentarios

  
Marisa
Don Alonso:
Su blog me parece impecable: el análisis del caos actual, la identificación de sus orígenes y la radical y urgente solución propuesta.
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A.G.:
Gracias Marisa. Lo importante, además, es ir configurando un mapa conceptual con el que orientarnos en este caos que transitamos.
23/02/18 4:34 AM
  
Palas Atenea
Heidegger: "El hombre es el pastor del ser", en esta frase lo que está fuera del hombre (Dios) se excluye. El hombre va construyendo su esencia a lo largo de su existencia, o algo así entiendo yo (Ser y Tiempo). Pero Heidegger, demasiado católico en su educación aunque luego se saliera por peteneras, de vez en cuando entraba en iglesias vacías y pidió ser enterrado como católico, por lo tanto sospecho que al final de su vida, y en secreto, hizo trampas en el solitario de su existencialismo.

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A.G.:
Palas Atenea, ese ir construyendo la propia esencia es precisamente el proyecto moderno, que Danilo Castellano denomina libertad negativa. El principio de autodeterminación. Lo sorprendente es cómo ha calado en la mente católica a través del personalismo, incluso el psicológico.
23/02/18 7:51 AM
  
Palas Atenea
Por otra parte, yo le deseo a Heidegger lo mejor, es decir que volviera al seno de la Iglesia y a la fe en que nació aunque fuera en secreto-si es que lo hizo-pero yo tengo muy cerca a alguien a quién Heidegger (aunque no sólo él) convirtió en existencialista y alguna responsabilidad tiene sobre ello porque él no sé que hizo al final de su vida, pero su obra quedó intacta.
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A.G.:
Heidegger vive en los personalista, afectando gravemente su obra. Piénsese por ejemplo cómo confunde la reflexión sobre la existencia de alguien como Guardini, que amaba la verdad, y al que considero una víctima de la filosofía alemana y de la fenomenología.
23/02/18 8:06 AM
  
Ricardo de Argentina
Este artìculo, que es una excelente síntesis de toda la serie previa sobre el tema, es esclarecedor y combativo en la medida en que hace exactamente lo contrario de lo que propuso Juan XXIII al CVII, o SJPII a los redactores del Catecismo: no condenar a los enemigos de la Fe.
Aquí se los señala con precisión a esos enemigos del Orden Clásico que atacan a la Fe por elevación, de la manera más sutil y perversa que imaginarse pueda: asfixiando a sus preámbulos. Si la simiente de la predicación evangélica cae adonde estos embusteros convirtieron la tierra fértil en piedra y en espinales, ¿cómo podrá germinar?
Estás haciendo un gran trabajo David, Dios te lo pague.
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A.G.:
Es cierto que la pastoral conciliar y posconciliar prefiere no condenar. Es un error, porque la desistencia de la autoridad ha hecho daño, hay que corregir eso.



23/02/18 9:50 AM
  
Juan Andrés
Pauca sed bona, dice el adagio. Y es así. Sólo un matiz personal que no me parece menor. Habla Ud. de lucha contra el "orden clásico". El lenguaje hoy es determinante en la batalla, y el uso de "clásico" puede ser contrarrestado con la errónea idea de "progreso" o "novedades del espíritu" y otras barbaridades semejantes. Quizás sería más preciso hablar de lucha contra la Verdad (objetiva y ajena al sujeto), que no es clásica ni moderna ni progresa ni está sujeta a novedades, es una y tiene un origen en el mismo Creador de todas las cosas, con su ser ab origine claro y determinado. Un abrazo.
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A.G.:
Gracias Juan Andrés.

Estoy de acuerdo que hay una lucha contra la verdad. Pero a través de la lucha contra el orden con que tradicionalmente ésta ha sido expresada, conceptualizada, predicada, y estructurada en ordenamientos jurídicos y sociales, filosóficos y teológicos. La secularización, ante todo, es apartamiento de la verdad tal y como ha sido tradicionalmente enseñada y garantizada por el derecho, el magisterio, etc.

La secularización, como yo la veo, es apartamiento de la tradición, en cuanto transmisora de la verdad, y garantía del deber y del derecho que manan de ella.
23/02/18 2:15 PM
  
Maribel
Es lo de siempre, o admites ser criatura de Dios y por lo tanto , estar sujeto a su voluntad , o crees tener derecho a vivir la vida ( que tu no creaste) confome tu decidas.y poniendo tu las leyes.
Los que quieren confudirte , haciendote creer que solo tu voluntad y no la de Dios , tiene que dirijir tu forma de vivir, no quieren leyes , ni Iglesia que les guie.
Al final todo se reduce a la " fe" que tengas .y hasta eso está en manos de Dios .
Hermoso misterio.
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A.G.:
Es verdad, maribel, en el fondo es eso, admitir o no la propia condición de criatura, causa segunda subordinada.
23/02/18 2:54 PM
  
Juan Andrés
Ahora si estamos en sintonía, pues en su amable respuesta le ha dado un contenido clarificador al concepto "clásico". Desde ese punto de partida cualquier ataque al concepto tiene que partir de su contenido claramente especificado. Espero que no seamos siempre los mismos los que le lean, porque si no nos consolamos en grupo cerrado de los que estamos de acuerdo ab initio.

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A.G.:
Ha quedado más claro, ciertamente. Además es una matización importante.

Sobre lo que comenta de los lectores. La verdad es que se está formando en el blog, con los comentadores habituales, una comunidad de pensamiento bastante sólida en principios, claridad de conceptos y sentido de la doctrina. En consonancia con la línea de este santo portal, y conscientes además de la gravedad histórica del momento presente. Vivimos un tiempo, Juan Andrés, en que tener la cabeza bien amueblada es vital.

Estoy realmente satisfecho de la altura y profundidad de los comentarios con que soléis enriquecer estos posts.

Gloria a Dios y a su Madre Inmaculada, Madre de gracia, de fe y de razón.
23/02/18 4:54 PM
  
Oscar Ignacio
Es buena la crítica a los autores pero para eso hace falta conocimiento real, profundo y global de los mismos, valorando lo bueno que nos han dejado y señalando sus errores. Esos juicios sobre la fenomenología y Heidegger son muy gruesos: no distingue sus varias etapas; por ejemplo sobre el primer y segundo Heidegger que, en la globalidad de su pensamiento, muestra la prioridad del ser. La fenomenología, con lema "ir al a las cosas mismas” sí pretendió ir a la esencia de la realidad y, con su reducción (eidética y epojé), por eso ponía en entre paréntesis los prejuicios o convencionalismos previos que tenemos sobre esa realidad. Otra cosa es que lo consiguiera del todo.

Lo dicho, hay que estudiar mucho y bien la filosofía para no ser injusto del todo con los autores, sólo viendo sus errores y no ver lo bueno que pretendieron o nos dejaron. Obvia decir que, como pensador y católico, valoro mucho y me adhiero a ese pensamiento clásico, con el genio de Santo Tomás. Y la importancia de la ley natural, el ser, la naturaleza, la objetividad... para no caer en la "dictadura del relativismo" (Benedicto XVI).

En ese sentido, valoro por supuesto sus críticas y orientaciones hacia un pensamiento serio y profundo. Más el verdadero catolicismo no se queda ni se reduce a lo clásico. Sino que dialoga y acoge todo lo bueno, bello y verdadero de lo actual o contemporáneo como, por ejemplo, es la teoría crítica, el personalismo, el pensamiento latinoamericano liberador... Tal como ha hecho el magisterio de la iglesia contemporáneo, por ejemplo esa brújula para la fe que es el Vaticano II, con sus Papas como Juan Pablo II, Benedicto XVI o el Papa Francisco. Le podría poner muchos textos al respecto del magisterio y de los Papas, pero no lo haré para no cansar mucho, algunos he puesto ya en otros comentarios, y ustedes los deben de conocer.

De lo contrario, caemos en un tradicionalismo anquilosado, integrista y muerto que no comprende la vida, el dinamismo y trascendencia de la razón y de la Revelación, que no valora lo bueno de los otros.... Y eso ya no es catolicismo, es fundamentalismo e ideología de la fe. En esta línea, hay que conocer muy bien la teología contemporánea que, en diálogo con todo este pensamiento contemporáneo, nos ha dejado mucho y bueno como nos muestra dicho magisterio y los Papas

Saludos fraternos
23/02/18 11:36 PM
  
Alonso Gracián
Óscar Ignacio,

gracias por su amable comentario. Debo decirle que el tiempo de la apertura a la modernidad pasó. Se ha intentado, y ha fracasado. Los resultados catastróficos del aggiornamento filosófico hablan por sí solos: la crisis eclesial tremenda en que nos encontramos, fruto de ese diálogo fallido.

Concedo que hay algunos elementos positivos en las filosofías modernas y tardomodernas (posmodernistas). Concedo que puede ser interesante conocerlos. Pero no concedo que sea posible incorporar estos elementos positivos parciales a la mente católica, por una razón muy clara: van unidos sustancialmente a los elementos negativos, que son su alma, y los vician.

La imposibilidad de hacer divisible la modernidad, repartiendo sus elementos y prncipios en buenos y malos, para incorporar los buenos al pensamiento católico, es un proyecto ya fallido. No hay más que ver en qué ha quedado la mente católica tras cincuenta años, como mínimo, de incorporación de nociones modernas al pensamiento católico. La via moderna siempre aflora, siempre está latente. Y es incompatible con la via clásica.

Como explica el profesor Danilo Castellano, no es divisible la modernidad. No es divisible porque es un todo compacto, en que sus elementos positivos no pueden aislarse sin arrastrar consigo la esencia. Utilizar la filosofía moderna y su paralelo teológico, la Nueva Teología, para reinterpretar y recontextualizar la doctrina de la Iglesia, es suicida. Su resultado es la crisis tremenda que nos aqueja, la división de la unidad católica, la proliferación de heteropraxis, el nuevo paradigma tan cacareado.

Después de muchos, muchos post sobre estos temas, creo que densos y al detalle, no se me podrá reprochar que no profundizo lo suficiente en ellos. Si los va recorriendo uno tras otro, comprobará cuántos argumentos doy, y cuán hondo voy clavando el bisturí con la ayuda de Dios y del principio católico. No apoyándome en mí mismo, sino en el pensamiento tradicional de la Iglesia, cuyo criterio no falla.
24/02/18 10:19 AM
  
Marisa
"Después de muchos, muchos post sobre estos temas, creo que densos y al detalle, no se me podrá reprochar que no profundizo lo suficiente en ellos. Si los va recorriendo uno tras otro, comprobará cuántos argumentos doy, y cuán hondo voy clavando el bisturí con la ayuda de Dios y del principio católico. No apoyándome en mí mismo, sino en el pensamiento tradicional de la Iglesia, cuyo criterio no falla."

Exactamente Don Alonso.
Sigo su blog constantemente -aunque sólo comente en algunos- y si hay algo que lo caracteriza es la precisión, profundidad y argumentación.

Valga este comentario para reiterarle mi gratitud por tanto bien en esta era de caos y confusión. En efecto, como antes me respondió, ese "mapa conceptual" esclarecedor, organizador y llave de bóveda para interpretar el entretejido actual del error en sus diversos y conversos matices, es luz para la inteligencia y agua cristalina para el espíritu sediento.

Que María Santísima lo sostenga.

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A.G.:
Muchas gracias Marisa. Gloria a Dios y a su Madre Inmaculada. Más le agradezco yo a Ud. sus ilustradores comentarios, siempre sensatos y al punto. Respecto a lo del mapa conceptual, se me ocurre también la imagen de la brújula. Para andar en ese entretejido actual del error que ud. tan expresivamente dice, y no perder el norte, habría que ir elaborando una síntesis de nociones tradicionales, una síntesis clásica de principios indudablemente católicos, con los cuales orientarse y no perder el rumbo. Pascendi y Humani generis, por ejemplo, han de tener un papel fundamental en ello. Tambien hay que recuperar, urgentísimamente, un sentido católico del derecho, rehabilitar el papel de lo que es propiamente justo, natural y sobrenaturalmente. Sólo así aclararemos qué se ha creído y practicado siempre acerca de qué es religión (revelada) y qué deberes impone a los hombres y a las sociedades.
24/02/18 11:07 AM
  
Marisa
Don Alonso:
Totalmente de acuerdo. Le propongo humildemente que en algún próximo post, exponga y comente "Pascendi", luego "Humani generis". Los comentarios podrían ser por contraste, es decir, retomando lo que ha esclarecido en la detección (quirúrgica, precisa) de los errores actuales que pululan por doquier.
Y lo mismo con "Veritatis Splendor" y todo el Magisterio especialmente atacado y pisoteado hoy en día.
Para desempolvar la brújula!!


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A.G.:
No estaría nada mal la idea, ir glosando pasajes de estos textos luminosos, y aplicándolos a los detalles de la crisis.

Por cierto, recientemente fue nuestro amigo y bloguero infocatólico Pedro Luis Llera de los primeros en acudir a la Pascendi para confrontarla con el presente, y volver a poner sobre la mesa el problema del modernismo.
24/02/18 12:13 PM
  
Marisa
Le haré una visita al blog de Pedro Luis LLera, entonces. Pero... qué bueno sería que también aquí mismito tuviéramos todo el arsenal combativo :)
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A.G.:
jeje nos armaremos entonces. Podríamos empezar a abrir boca con este post de Luis Fernando Pérez. Recuerdo que fue un incentivo, para mí, porque me remitió a la confrontación del presente, a la comprensión de la crisis actual como una crisis de profetas (Papas, magisterio antimodernista) no escuchados. ¿Será que la crisis es un castigo medicinal por haber desoído la voz de aquellos Papas que nos evisaban de los peligros de la modernidad?
24/02/18 12:26 PM
  
Marisa
"¿Será que la crisis es un castigo medicinal por haber desoído la voz de aquellos Papas que nos avisaban de los peligros de la modernidad?"

Muy probablemente. Entonces: a oírlos!! Que los tiempos de Dios incluyen nuestros tiempos perdidos y nuestros adormecimientos arrepentidos!! A la vista está, pues nos sostiene en la existencia y nos sigue proclamando: "Convertíos y creed en el Evangelio".
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A.G.:
Pues eso, a oírlos. Nuestros tiempos dormidos y nuestros adormecimientos arrepentidos. Impresiona eso. Me remite al sudor de sangre de los olivos. Ahí no hubo vela, por parte de la Iglesia, sino adormecimiento. Más nos vale velar en este nuevo Getsemaní, porque el Cristo total suda sangre. Recuerdo que Bloy decía, más o menos, que muchos quieren compartir carismas agradables, pero pocos se sienten llamados al carisma del sudor de sangre, del Cristo que ora en la hora de las tinieblas. Es la hora en que el sufrimiento por la Iglesia debe dar fruto. Porque no saldremos de la crisis sin sudar sangre.
24/02/18 1:06 PM
  
Marisa
Así es, Don Alonso... crisis de dolor indescriptible. Como para que tengamos una mísera idea de aquel dolor bendito y salvífico.
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A.G.:
Por eso hay cierta impiedad en esos que dicen que la Iglesia nunca ha estado tan bien, que vamos de maravilla, que no hay crisis sino un nuevo paradigma maravilloso etc., etc
24/02/18 1:21 PM
  
Oscar Ignacio
Con todo respeto mi estimado, Castellano se equivoca. Tal como he mostrado más arriba con mi comentario: así nos los transmite el método e historia de la filosofía, de la teología y de la fe e iglesia con su magisterio, el Concilio Vaticano II y los Papas contemporáneos por los que, como católico, me guio y oriento.

Saludos fraternos.

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A.G.:
Si Ud. se guía por el magisterio, entonces rechazará los principios de la modernidad. Si los acepta, entonces no se guía por el magisterio. Puede leer la Humani generis o la Pascendi y comprobarlo. "No os conforméis a este siglo" (Rom 12, 2) No ponga su confianza en Heidegger, ni en Husserl, ni en Scheler, ni en Hegel ni en tantos otros, porque no son buenos aliados de camino.
24/02/18 9:35 PM
  
Oscar Ignacio
Usted hace afirmaciones gratuitas sobre mí. Yo no he dicho en ningún momento eso que usted me endosa, Al contrario: como católico yo pongo mi confianza en el Señor Jesucristo, el Dios revelado y encarnado, y en su iglesia católica con su vida de santidad, tradición y magisterio. Más, frente al lefebvrismo u otros tradicionalismos e integrismos rupturistas con la iglesia, el católico no se puede quedar únicamente en el magisterio que usted cita. Sino que debe acoger el posterior y actual como el Concilio Vaticano II, por ejemplo GS; el de los Papas como Juan XXII, Pablo VI (recomiendo leer su ES) hasta llegar a Francisco. Y el Vaticano II con todo estos Papas han acogido lo valioso, bueno y verdadero del mundo moderno y contemporáneo con su cultura, pensamiento, ciencias, etc. Eso es más que sabido y enseñado en la filosofía, la teología y en la iglesia con los Papas. Sólo algunos textos para ilustrarlos

“La Iglesia reconoce, además, cuanto de bueno se halla en el actual dinamismo social: sobre todo la evolución hacia la unidad, el proceso de una sana socialización civil y económica. La promoción de la unidad concuerda con la misión íntima de la Iglesia, ya que ella es "en Cristo como sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (GS 42)

“ Ayuda que la Iglesia recibe del mundo moderno. Interesa al mundo reconocer a la Iglesia como realidad social y fermento de la historia. De igual manera, la Iglesia reconoce los muchos beneficios que ha recibido de la evolución histórica del género humano. La experiencia del pasado, el progreso científico, los tesoros escondidos en las diversas culturas, permiten conocer más a fondo la naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprovechan también a la Iglesia…La Iglesia, por disponer de una estructura social visible, señal de su unidad en Cristo, puede enriquecerse, y de hecho se enriquece también, con la evolución de la vida social, no porque le falte en la constitución que Cristo le dio elemento alguno, sino para conocer con mayor profundidad esta misma constitución, para expresarla de forma más perfecta y para adaptarla con mayor acierto a nuestros tiempos. La Iglesia reconoce agradecida que tanto en el conjunto de su comunidad como en cada uno de sus hijos recibe ayuda variada de parte de los hombres de toda clase o condición. Porque todo el que promueve la comunidad humana en el orden de la familia, de la cultura, de la vida económico-social, de la vida política, así nacional como internacional, proporciona no pequeña ayuda, según el plan divino, también a la comunidad eclesial, ya que ésta depende asimismo de las realidades externas. Más aún, la Iglesia confiesa que le han sido de mucho provecho y le pueden ser todavía de provecho la oposición y aun la persecución de sus contrarios” (GS 44)

“ La necesidad de considerar las cosas conocidas en un acto reflejo para contemplarlas en el espejo interior del propio espíritu, es característico de la mentalidad del hombre moderno; su pensamiento se inclina fácilmente sobre sí mismo y sólo entonces goza de certeza y plenitud, cuando se ilumina en su propia conciencia. No es que esta costumbre se halle exenta de peligros graves —ciertas corrientes filosóficas de gran renombre han explorado y engrandecido esta forma de actividad espiritual del hombre como definitiva y suprema, más aún, como medida y fuente de la realidad, llevando así el pensamiento a conclusiones abstrusas, desoladas, paradójicas y radicalmente falaces—; pero esto no impide que la educación en la búsqueda de la verdad reflejada en lo interior de la conciencia sea por sí altamente apreciable y hoy prácticamente difundida como expresión singular de la moderna cultura; como tampoco impide que, bien coordinada con la formación del pensamiento para descubrir la verdad donde ésta coincide con la realidad del ser objetivo, el ejercicio de la conciencia revele siempre mejor, a quien lo realiza, el hecho de la existencia del propio ser, de la propia dignidad espiritual, de la propia capacidad de conocer y de obrar” (ES 9)

“Esto no significa que pretendamos creer que la perfección consista en la inmovilidad de las formas, de que la Iglesia se ha revestido a lo largo de los siglos; ni tampoco en que se haga refractaria a la adopción de formas hoy comunes y aceptables de las costumbres y de la índole de nuestro tiempo. La palabra, hoy ya famosa, de nuestro venerable Predecesor Juan XXIII, de feliz memoria, la palabra "aggiornamento", Nos la tendremos siempre presente como norma y programa; lo hemos confirmado como criterio directivo del Concilio Ecuménico, y lo recordaremos como un estímulo a la siempre renaciente vitalidad de la Iglesia, a su siempre vigilante capacidad de estudiar las señales de los tiempos y a su siempre joven agilidad de probar... todo y de apropiarse lo que es bueno(33); y ello, siempre y en todas partes” (ES 19)

Para no seguir con más citas y texto, termino con este de Benedicto XVI que nos enseña todo ello claramente: “si la razón y la fe avanzan juntas de un modo nuevo, el hombre podrá superar los peligros que emergen de las nuevas posibilidades abiertas a la humanidad. Los aspectos positivos de la modernidad deben ser conocidos sin reserva: Estamos todos agradecidos por las maravillosa posibilidades que ha abierto para la humanidad y para su progreso que se nos ha dado” (Encuentro con representantes alemanes del mundo de la ciencia, 12 de septiembre de 2006)

Saludos fraternos
25/02/18 2:44 PM
  
Alonso Gracián
Oscar Ignacio,

no me parece haber hecho afirmaciones gratuitas sobre Ud. Ud. ha dicho explícitamente que la tesis de Castellano que afirma que el pensamiento moderno no es divisible, es decir, no es aprovechable en su esencia para la mente católica, es falsa:

"Con todo respeto mi estimado, Castellano se equivoca."


Y se queja de que en mi crítica a la fenomenología y a Heidegger no valoro lo bueno de estos autores:

"Es buena la crítica a los autores pero para eso hace falta conocimiento real, profundo y global de los mismos, valorando lo bueno que nos han dejado y señalando sus errores. Esos juicios sobre la fenomenología y Heidegger son muy gruesos"


Y apela al magisterio del CVII y de los papas contemporáneos para negar mi tesis, esto es, que la esencia de la modernidad no es incorporable a la mente católica. Pero mi tesis, que es la de Castellano y la del magisterio antimoderno de la Iglesia, es que la esencia de la modernidad no es aprovechable aunque la modernidad tenga elementos positivos. Y no veo que el magisterio contemporáneo, ni el CVII, niegue mi tesis por ningún lado. A lo sumo, afirma que existen elementos positivos, cosa que yo también afirmo.

Pienso sinceramente que le he dado un buen consejo: no confiar en la fenomenología ni en la metafísica de Heidegger, cuyos elementos positivos cree ud poder incorporar (contra la tesis de Castellano) basándose en el CVII y el magisterio contemporáneo. Pero yo le aseguro que ni el CVII ni el magisterio posconciliar defienden la incorporación de la esencia de lo moderno (o sea el modernismo y el posmodernismo) a la mente católica.


25/02/18 3:23 PM
  
Oscar Ignacio
Sí, a esto me refería, usted ha dicho que yo pongo mi confianza en esos filósofos, lo cual no es cierto sino que, como católico, la pongo en Cristo y su iglesia. Otra cosa es que, como usted también parece reconocer, valore elementos positivos de todo este pensamiento modernos con autores como los citados u otros. Como verá, elementos que constituyen la modernidad, y que aparecen recogidos en todo ese magisterio que he puesto u otros, son valorados e incorporados por la fe e iglesia. Con lo que el juicio tan negativo que (según parece) hace usted de la esencia de la modernidad, puede y debe ser matizado.

Es más, como se ha estudiado, la verdadera esencia de la primera y auténtica modernidad fue dada por el cristianismo con su humanismo y sus principios o valores auténticos. Tales como las bien entendidas (según la fe) libertad (personal), igualdad (social, sociabilidad del ser humano) y fraternidad solidaria (bien común). La sagrada e inviolable dignidad del ser humano, la importancia de la razón (filosofía) y ciencia, los derechos humanos, la democracia ética y popular (del pueblo)... Para ello, sólo hay que conocer el movimiento mendicante, Santo Tomás de Aquino, la escuela de Salamanca con Vitoria, Soto, Suárez, Bartolomé de Las Casas y todos esos primeros evangelizadores latinoamericanos..

Como afirma Juan Pablo II, "si queremos tributar un merecido agradecimiento a quienes transplantaron las semillas de la fe, ese homenaje hay que rendirlo en primer lugar a las órdenes religiosas, que se destacaron, aun a costa de ofrendar sus mártires, en la tarea evangelizadora; sobre todo los religiosos dominicos, franciscanos, agustinos, mercedarios y luego los jesuitas, que hicieron árbol frondoso lo que había brotado de tenues raíces. Y es que el suelo de América estaba preparado por corrientes de espiritualidad propia para recibir la nueva sementera cristiana.

No se trata, por otra parte, de una difusión de la fe, desencarnada de la vida de sus destinatarios, aunque siempre debe mantener su esencial referencia a Dios. Por ello la Iglesia en esta isla fue la primera en reivindicar la justicia y en promover la defensa de los derechos humanos en las tierras que se abrían a la evangelización. Son lecciones de humanismo, de espiritualidad y de afán por dignificar al hombre, las que nos enseñan Antonio Montesinos, Córdoba, Bartolomé de las Casas, a quienes harán eco también en otras partes Juan de Zumárraga, Motolinia, Vasco de Quiroga, José de Anchieta, Toribio de Mogrovejo, Nóbrega y tantos otros. Son hombres en los que late la preocupación por el débil, por el indefenso, por el indígena, sujetos dignos de todo respeto como personas y como portadores de la imagen de Dios, destinados a una vocación transcendente. De ahí nacerá el primer Derecho Internacional con Francisco de Vitoria" (Santo Domingo, Plaza de la Independencia, Jueves 25 de enero de 1979)

"El fraile dominico Francisco de Vitoria, calificado con razón como precursor de la idea de las Naciones Unidas, describió dicha responsabilidad como un aspecto de la razón natural compartida por todas las Naciones, y como el resultado de un orden internacional cuya tarea era regular las relaciones entre los pueblos. Hoy como entonces, este principio ha de hacer referencia a la idea de la persona como imagen del Creador, al deseo de una absoluta y esencial libertad" (Benedicto XVI, Nueva York, Viernes 18 de abril de 2008)

He ahí la primera y más auténtica modernidad, tan olvidada por tantos. Y, claro, haber negado u olvidado todo este humanismo cristiano, por ejemplo, la ley natural como usted bien señala con la iglesia: nos lleva a tantos males y errores.

Como sigue afirmando de forma certera San Juan Pablo II, valorando todo esos elementos constitutivos y buenos de la modernidad, señalando al mismo tiempo sus errores y peligros:

"La Iglesia aprecia el sistema de la democracia. En la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la «subjetividad» de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad....A este propósito, hay que observar que, si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder.

Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia. La Iglesia tampoco cierra los ojos ante el peligro del fanatismo o fundamentalismo de quienes, en nombre de una ideología con pretensiones de científica o religiosa, creen que pueden imponer a los demás hombres su concepción de la verdad y del bien. No es de esta índole la verdad cristiana. Al no ser ideológica, la fe cristiana no pretende encuadrar en un rígido esquema la cambiante realidad sociopolítica y reconoce que la vida del hombre se desarrolla en la historia en condiciones diversas y no perfectas.

La Iglesia, por tanto, al ratificar constantemente la trascendente dignidad de la persona, utiliza como método propio el respeto de la libertad... La Iglesia respeta la legítima autonomía del orden democrático; pero no posee título alguno para expresar preferencias por una u otra solución institucional o constitucional. La aportación que ella ofrece en este sentido es precisamente el concepto de la dignidad de la persona, que se manifiesta en toda su plenitud en el misterio del Verbo encarnado" (CA 46-47).

Saludos fraternos
25/02/18 4:10 PM
  
Alonso Gracián
Yo lo que he dicho es que no ponga su confianza en esos autores. Es un buen consejo, me parece.

En la modernidad entendida como tiempo histórico hay cosas buenas que proceden del cristianismo no extinto. Pero el principio de la Modernidad en cuanto pensamiento incorporado a la Iglesia, es decir el modernismo, es sin duda disolvente y perverso en su esencia. No podemos dividir el pensamiento moderno y hacerlo católico, Es imposible sin grave daño. Se ha hecho con la fenomenología y la metafísica heideggeriana y los resultados para la teología y la filosofía católica han sido nefastos. Creo que si estamos en crisis es por algo. ¿No le parece?
25/02/18 4:18 PM
  
Oscar Ignacio
Mi estimado, yo por supuesto le agradezco su consejo. Sí, soy un apasionado, estudioso e investigador de la filosofía, la teología y del pensamiento en general. Más, como verá que ya le he dicho en repetidas veces, como católico pongo mi confianza y vida en Cristo con su iglesia.

Las crisis que vivimos en el mundo e iglesia es, precisamente, por no conocer ni poner en práctica todo este humanismo cristiano que le señalo con sus doctores, maestros y santos como nos transmite el Concilio Vaticano II y el magisterio de los Papas contemporáneos: Juan XXIII, Pablo VI… hasta Francisco. Tal como nos muestra ese tesoro que es la doctrina social de la iglesia, por ejemplo, la del querido San Juan Pablo II o la que nos está comunicando Francisco. Y la vocación específica del laico, la caridad política en la gestión y transformación de las realidades del mundo, para que se vayan ajustando al Reino de Dios y su justicia, al bien común y a la promoción de la vida.

La crisis es no vivir ni poner en práctica todo lo anterior. En un cristianismo desde la Gracia, con una espiritualidad de encarnación y conversión. Con la santidad del amor fraterno en la pobreza evangélica para la comunión de vida, de bienes y luchas por la justicias con los pobres de la tierra; frente al pecado del egoísmo e individualismo posesivo, el mal de la modernidad, con su vida burguesa e ídolos de la riqueza-ser rico, poder y violencia. La crisis es un cristianismo que separa la fe y la razón, el cristianismo y la cultura o culturas, la fe que no se incultura ni realiza un diálogo y encuentro fraterno con los otros. Valorando todo lo bueno, verdadero y bello de los demás. Lo que nos lleva a los males del fundamentalismo e integrismo o al relativismo (ambos extremos se tocan).

Como nos enseña la iglesia con los Papas, no habrá solución a ninguna crisis sin este testimonio de vida santa y militante en el amor, la misericordia, la paz y la lucha por la justicia con los pobres y las víctimas, en la defensa de toda vida y dignidad de las personas. En contra de todo mal, pecado e injusticia. Es la mística y la espiritualidad tal como la viven los santos, en la comunión y contemplación del Amor que es Dios con la lucha solidaria por la justicia con los pobres, la que traerá caminos de luz, verdad y vida en Cristo.

Saludos fraternos


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A.G.:
Dice Ud.:
Las crisis que vivimos en el mundo e iglesia es, precisamente, por no conocer ni poner en práctica todo este humanismo cristiano que le señalo


Por desgracia, amigo Óscar Ignacio, es al revés.

El humanismo, con sobrecarga de personalismo fenomenológico, ha sido de sobra puesto en práctica, hasta tal punto que es el paradigma pastoral dominante, con desastrosas consecuencias. Yo entiendo que el personalismo es causa dispositiva de la crisis, en cuanto que adopta elementos esenciales de la modernidad y los introduce en la mente católica.

Por eso propongo volver al orden clásico. El paradigma humanista es participación "a lo católico" del mismo paradigma posmoderno. Es el promotor, entre otras cosas, de considerar que la ética derechohumanista es la misma ética cristiana, y que la Iglesia defiende lo mismo que la ONU, como recientemente se ha dicho.

Por otra parte, su exceso de énfasis en los Papas contemporáneos tiene sabor a hermenéutica discontinuista. El magisterio contemporáneo debe entenderse a la luz del anterior, y como un todo, porque ningún magisterio cancela el anterior.

Quede claro que con lo anterior no sostengo que ni el personalismo ni el humanismo ni la modernidad/posmodernidad tengan nada positivo. Tienen elementos positivos, que han sido aprovechados por los Papas que Ud. cita. Pero la filosofía y la teología contemporánea, que tanto han influido en la crisis, se exceden al sobrevalorar estos elementos.

Desde el momento, por ejemplo, en que un teólogo se apoya en Heidegger en lugar de en santo Tomás la cosa no puede sino acabar en confusión. Desde el momento en que se habla de la logoterapia como si pudiera ser una psicología católica, la cosa no puede sino acabar en más confusión. Desde el momento en que se casi-igualan los valores de la democracia liberal y los valores del evangelio la cosa no puede sino acabar en más de lo mismo. Etc. Por cierto, las esencias para la fenomenología de Husserl tienen poco que ver con las esencias tal y como lo debe entender un católico, siguiendo el pensamiento clásico. En breve expondré los principios del método fenomenológico.

25/02/18 7:56 PM
  
Fernando Martín López Avalos
Gracias, don Alonso. Mi castillo interior ha sufrido, en estas últimas semanas, despiadadas andanadas del fuego amigo (traducción: de los traidores y apóstatas disfrazados dentro de la Iglesia). Gracias a usted, no hemos capitulado ni lo haremos. Prefiero pelear hasta el último hombre, antes que ceder la fortaleza.
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A.G.:
Hay mucho modernismo aún en el interior de la Iglesia, y muchas cosas que corregir. Porque los modernistas actúan desde dentro, como un enemigo subterráneo.
25/02/18 11:24 PM
  
Oscar Ignacio
Creo que usted, consciente e inconscientemente, deforma mis argumentos para llevar el agua a su molino y eso no es adecuado. En mi anterior comentario, cuando hablo del humanismo cristiano no nombro explícitamente al personalismo ni a la fenomenología. Sino me refiero, sobre todo, a los clásicos como Tomás de Aquino o la escuela de Salamanca y, en especial, al humanismo católico tal como lo comprende y transmite el magisterio actual con el Vaticano II, los Papas como San Juan XXIII, Pablo VI, San Juan Pablo II… hasta llegar a Francisco. Por ejemplo, como se comunica en el magisterio moral y social de toda esta enseñanza de la iglesia y sus Papas, ese tesoro que es la doctrina social de la iglesia (DSI)

Me parece que el sabor a discontinuidad, sin seguir una adecuada hermenéutica de la continuidad como la plantean los Papas como Benedicto XVI, es su peligro con tanta insistencia de volver a lo clásico. Y no contemplar ni valorar como es debido la expresión más autorizada y actual de la iglesia: el Concilio Vaticano II y los Papas que le señalo. La luz de la fe es la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura es lo primero, que es interpretada y actualizada dinámica e históricamente en la iglesia por su magisterio, tal como nos llega hasta la actualidad. Por eso, dejando a salvo el depósito de la Revelación como tal en la Palabra de Dios, es la máxima expresión magisterial como es un Concilio, el actual del Vaticano II, y su desarrollo con los Papas actuales: lo que nos guían y orientan en la vida de la iglesia.

Por tanto, el magisterio actual no niega el anterior sino lo interpreta, actualiza, encarna y profundiza en la realidad histórica. Todos los Papas conciliares y actuales se han manifestado de esta forma y así nos lo han transmitido: el Vaticano II y su desarrollo posterior, en el magisterio petrino y eclesial con los obispos, es la guía y brújula para la vida de la fe e iglesia. De lo contrario, caemos en el tradicionalismo, lefrebrismo e integrismo que niega a todo este magisterio del Vaticano II y a dichos Papas, que se cierran sobre sí mismo sin diálogo y encuentro con los otros, en un sectarismo que no es nada católico

Creo que usted se ceba con el personalismo, que casi nadie admite que sea la causa principal de la crisis. Sino que dicha causa es, en especial, el idealismo e individualismo (burgués posesivo moderno y postmoderno) con su relativismo, hijo sobre todo del liberalismo economicista con el capitalismo. Al que, por cierto, la fenomenología y personalismo se oponen y combaten, con sus aciertos y carencias. Y, asimismo, es la falta de formación y de testimonio de fe, de santidad y de amor, de solidaridad y justicia con los pobres tal como nos ha mostrado asimismo el Vaticano II y los Papas. He aquí donde tenemos que poner el foco, no se equivoque de patología, aunque por supuesto debamos corregir los límites de todo este pensamiento.

Pero creo que usted se obsesiona mucho con él, cuando no es tan malo como usted lo pinta. Tal como lo prueba que hasta un autor que llego a ser Papa se adhiriera a todo este humanismo personalista, u otros autores católicos relevantes, y que el magisterio con los Papas lo pongan como ejemplo para la vida ética y social. No citaré al respecto numerosos textos, que ya he puesto en otras ocasiones. Lo mismo se puede decir de la teología contemporánea que, como lo indica y reconoce el magisterio, sobre todo se fundamenta en la Sagrada Escritura, en la Tradición con los Padres -Doctores y en el magisterio actual con el Vaticano II como clave. Aunque dialoguen con esos u otros autores, pero no es la fuente principal sino toda esta tradición bíblica y eclesial al servicio del Evangelio de Jesús.

La teología, la moral y la DSI reconocen la relevancia e importancia de los derechos humanos, lea por ejemplo la DSI con documentos como PT de Juan XXIII, y los comprenden, fundamentan e integran en la Revelación de Dios en Cristo. Lo cual no se confunde con la ONU que, actualmente, sobre todo es una instancia que colabora a pisotear todos estos DDHH, a negar la vida y dignidad de la persona. No se confunda usted. Los Papas han dejado claro esto: la crítica ante el mal e injusticia y diferencia entre una ética puramente humanista y una ética inspirada en la fe. Lo que no se confunde ni se identifica, aunque puedan y deban converger en la ley natural con una ética civil-mundial que, eso sí, para la fe es manifestada en plenitud por la Revelación. Todo lo que afirmo se enseña en cualquier manual y facultad de teología, en cualquier Diócesis del mundo. Le recomiendo que pudiera conocer o asistir alguna realidad que señalo.

En definitiva, le vuelvo a repetir para que no queda duda, como católico me guio por toda esta Revelación y fe en Cristo, vivida en la fe e iglesia con los Papas como el querido Francisco a los que, como sucesores de Pedro, trato de servir con mi vida en el seguimiento de Jesús.

Saludos fraternos
26/02/18 12:04 AM
  
Alonso Gracián
Óscar Ignacio, dice Ud.:

"Creo que usted, consciente e inconscientemente, deforma mis argumentos para llevar el agua a su molino y eso no es adecuado. En mi anterior comentario, cuando hablo del humanismo cristiano no nombro explícitamente al personalismo ni a la fenomenología. Sino me refiero, sobre todo, a los clásicos como Tomás de Aquino"


Vamos a ver, si Ud. me habla de humanismo cristiano yo no pienso en Santo Tomás ni en la tradición hispana, sino en el humanismo integral de Maritain y de los personalistas. Esto no es deformar su pensamiento, es pensar con propiedad en el contexto conceptual de mis artículos, que tratan sobre eso y sobre eso discutimos.

Tampoco pienso directamente en el CVII ni en el magisterio de los Papas contemporáneos, porque el magisterio de la Iglesia no es un humanismo cristiano. Y vuelve Ud. a lo del tradicionalismo y el integrismo...

Mi post es una crítica de la fenomenología y de otras filosofías posmodernas, que no obligan a un católico. Y que las critique ni mucho menos implica que sea yo integrista. Tampoco es de recibo identificar estas filosofías con el CVII o con el magisterio contemporáneo, al que atribuye ud. un papel de recontextualización del magisterio anterior que desde luego no es adecuado.


26/02/18 5:59 AM
  
Marisa
"Es más, como se ha estudiado, la verdadera esencia de la primera y auténtica modernidad fue dada por el cristianismo con su humanismo y sus principios o valores auténticos. Tales como las bien entendidas (según la fe) libertad (personal), igualdad (social, sociabilidad del ser humano) y fraternidad solidaria (bien común)."

Ese es justamente el problema... la modernidad no entendió bien ni la libertad, ni la igualdad, ni la fraternidad. Porque la libertad que propone es una libertad absoluta, la igualdad que propone no es justicia y la fraternidad, por más solidaria que sea, no es caridad. Por tanto, de cristiana esta modernidad no tiene nada, y no la tiene porque no quería tenerla. No vengamos ahora a barnizar de cristianismo justamente a la Revolución que pretendió erradicar el cristianismo, en tanto atea, materialista y progresista.

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A.G.:
Así es Marisa. Libertad negativa, simple y llanamente.

Iba a criticar ese pasaje, pero salió Ud. al quite, muy oportunamente. Gracias.
26/02/18 6:04 AM
  
Néstor
La fenomenología de Husserl no pone entre paréntesis solamente los prejuicios, sino nuestro asentimiento a la realidad de las cosas y de nosotros mismos, que ciertamente no es un "prejuicio", al menos en sentido negativo, porque ciertamente que una vez que se hacen los juicios verdaderos y correctos no hay que estar volviendo a hacerlos cada vez.

Ahora bien, la puesta entre paréntesis del ser de las cosas condena necesariamente al idealismo. En filosofía no se obtiene nunca nada que no esté dado aunque sea implícitamente en el punto de partida, porque lo propio del razonamiento es explicitar lo implícito.

Por tanto, si en el punto de partida no se encuentra el ser, nunca más se lo va a encontrar.

Lo más que se va a poder hacer, si se tiene voluntad de realismo, es introducir el ser subrepticiamente cuando nadie esté mirando y luego sacarlo de la galera.

Y llamar a eso "conciliación del realismo filosófico con la modernidad".

Husserl en ese sentido fue más coherente, y al final dijo que era idealista, como es lógico.

Muy acertado el juicio de Alonso sobre Guardini. Lamentablemente, aquellos vientos trajeron estas tempestades.

Saludos cordiales.

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A.G.:
Néstor muchas gracias por tu comentario, certero y esencial. En efecto, lo dices con lógica irrefutable: la puesta entre paréntesis del ser de las cosas condena necesariamente al idealismo. Fue lo que le pasó a Husserl.

La epoché, con sus tres reducciones, no conduce sino al yo, que se vuelve inevitable punto de llegada. Es como un círculo vicioso, en que no se llega a salir del mundo de la subjetividad.
26/02/18 12:01 PM
  
Alonso Gracián
Añado además sobre la epoché y las tres reducciones del conocimiento fenomenológico.

Su método toma de la modernidad un cierto sabor gnóstico, propio del pensamiento moderno. No digo que sea Husserl sea un gnóstico, sino que su método tiene sabor gnóstico moderno.

Porque por esa epoché se renuncia a la mente común, o mente natural, entendida como mente ingenua (por no iniciada en la fenomenología), y se cultiva por purificación e iniciación técnica una nueva mente trascendental, por la cual es dado acceder al nuevo ego; por eso digo que el método, (la epoché y sus reducciones), tiene connotaciones gnosticas:

-primero por ser antitradicional y poner en suspenso los saberes heredados;

-segundo, por necesitar una iniciación solamente dable a especialistas o entendidos, es decir, fenomenólogos, no al común de los mortales;

-y tercero porque el acceso a esas esencias (que no son las esencias de las cosas tal y como son entendidas por la metafísica clásica) se produce a través de un intuición luminosa propia de ese ego transcendental iniciado, teniendo por únicas fuerzas y únicas luces las que les proporciona el propio método.
26/02/18 2:35 PM
  
Oscar Ignacio
La cuestión es que el que estoy afirmando todas estas cuestiones es un servidor y, por tanto, si asimismo sigue mi hilo verá que me refería a dicho humanismo cristiano. Tal como ya he dicho y transmiten los pensadores y doctores como Santo Tomás de Aquino, "el gran teólogo calificado también como Doctor humanitatis" (Juan Pablo II), y el magisterio contemporáneo con el Vaticano II que, como sigue afirmando el Santo Papa, "recogió en sus documentos el humanismo cristiano". Creo que se debe a esa especie de fijación suya por el personalismo, tan malo y perverso para usted….Y, en este sentido, yo no confundo la fe ni la teología o el magisterio con la filosofía. Más, como muestra el Aquinate u otros autores, la fe y la vida de la iglesia pueden inspirar una filosofía que, al mismo tiempo, se mantenga en el propio campo filosófico de la razón. Y, a su vez, como nos muestra el Vaticano II, la razón y la filosofía aporta a la teología y a la fe; los propios Papas citan en su magisterio a filósofos, que dan luces en sintonía con la fe. Y en este sentido, todo hay que decirlo y como está más que estudiado, el personalismo con Maritain, Mounier u otros autores también hizo su aportación al Vaticano II.

De la misma forma, el magisterio moral con su doctrina social de la iglesia “busca también proponer a todos los hombres un humanismo a la altura del designio de amor de Dios sobre la historia, un humanismo integral y solidario, que pueda animar un nuevo orden social, económico y político, fundado sobre la dignidad y la libertad de toda persona humana, que se actúa en la paz, la justicia y la solidaridad. Este humanismo podrá ser realizado si cada hombre y mujer y sus comunidades saben cultivar en sí mismos las virtudes morales y sociales y difundirlas en la sociedad, «de forma que se conviertan verdaderamente en hombres nuevos y en creadores de una nueva humanidad con el auxilio necesario de la divina gracia» (GS 30)” (CDSI 19)

Sí, no hace falta que me lo repita más, ya sé que Hurssel y la fenomenología tienen errores o carencias como el peligro del idealismo. Pero, como ya he dicho, puede contener elementos positivos. Él quiso superar el idealismo, su intento y método o claves es de valorar: en el intento de "ir a las cosas mismas" como afirma el lema fenomenológico; para señalar la relación con los otros, para una ciencia y pensamiento más humanizador, etc. Tal como nos muestra la historia y método de la filosofía que valora a la fenomenología. Y eso no quita para que se señalen sus errores o carencias.

No toda la libertad en el pensamiento moderno es individualista total, como tal. Con sus aciertos y fallos, por ejemplo en Kant, que era cristiano aunque no católico, la libertad se realiza en la vida moral, en los imperativos categóricos de universalizar el bien moral y tratar al otro como fin, no como medio, con su dignidad. Los principios de la modernidad, que como ya he señalado son hijos del humanismo cristiano, permitieron los derechos humanos ya más que reconocidos y transmitidos por la iglesia. Tales como la libertad y participación democrática contra las tiranías, los derechos sociales y la justicia social como es un trabajo digno contra la desigualdad e injusticia social...

Por supuesto, que estos valores se deformaron y fueron pervertidos con los totalitarismos e ideologizaciones del liberalismo capitalista, del comunismo colectivista, del fascismo... Pero eso no quita la aportación y valoración de todos esos valores con todos esos derechos. Es bueno conocer toda la historia del pensamiento social y ética de los derechos humanos

“En la primera Encíclica, Redemptor hominis, que dirigí hace casi veinte años a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, ya puse de relieve la importancia del respeto de los derechos humanos. La paz florece cuando se observan íntegramente estos derechos, mientras que la guerra nace de su transgresión y se convierte, a su vez, en causa de ulteriores violaciones aún más graves de los mismos
A las puertas de un nuevo año, el último antes del Gran Jubileo, quisiera detenerme una vez más sobre este tema de capital importancia con todos vosotros, hombres y mujeres de todas las partes del mundo, con vosotros, responsables políticos y guías religiosos de los pueblos, con vosotros, que amáis la paz y queréis consolidarla en el mundo.
Esta es la convicción que, con vistas a la Jornada Mundial de la Paz, deseo compartir con vosotros: cuando la promoción de la dignidad de la persona es el principio conductor que nos inspira, cuando la búsqueda del bien común es el compromiso predominante, entonces es cuando se ponen fundamentos sólidos y duraderos a la edificación de la paz. Por el contrario, si se ignoran o desprecian los derechos humanos, o la búsqueda de intereses particulares prevalece injustamente sobre el bien común, se siembran inevitablemente los gérmenes de la inestabilidad, la rebelión y la violencia” (San Juan Pablo II)

La lectura del magisterio no es mía, es de los Papas como San Juan Pablo II que presenta el Concilio Vaticano II, inicio solemne de la «nueva evangelización», como una «brújula» para los cristianos en el siglo que comienza. Lo repite la enseñanza de Benedicto XVI: "El beato Juan Pablo II, en el umbral del tercer milenio, escribió: «Siento más que nunca el deber de indicar el Concilio como la gran gracia que la Iglesia ha recibido en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza» (Novo millennio ineunte, 57). Pienso que esta imagen es elocuente. Los documentos del concilio Vaticano II, a los que es necesario volver, liberándolos de una masa de publicaciones que a menudo en lugar de darlos a conocer los han ocultado, son, incluso para nuestro tiempo, una brújula que permite a la barca de la Iglesia avanzar mar adentro, en medio de tempestades o de ondas serenas y tranquilas, para navegar segura y llegar a la meta"

Saludos fraternos.

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27/02/18 1:23 AM
  
Alonso Gracián
Dice Ud.:

"si asimismo sigue mi hilo verá que me refería a dicho humanismo cristiano. Tal como ya he dicho y transmiten los pensadores y doctores como Santo Tomás de Aquino"


Le respondo que Santo Tomás no enseña ese humanismo cristiano del que Ud. habla, salvo en la tergiversación personalista del tomismo, que hizo ante todo Maritain. El tomismo personalista existe, pero no es el tomismo de Santo Tomás, sino el pseudotomismo de los personalistas.

Sigue ud. diciendo:

"los propios Papas citan en su magisterio a filósofos, que dan luces en sintonía con la fe. Y en este sentido, todo hay que decirlo y como está más que estudiado, el personalismo con Maritain, Mounier u otros autores también hizo su aportación al Vaticano II."


En primer lugar, hay que decir que no es función de los Pontífices confirmarnos en sus gustos filosóficos o teológicos personales, y que si citan autores modernos privados, ello no los doctrinaliza ni canoniza en modo alguno. Si un Papa cita a Maritain, otro a Mounier, otro a De Lubac, otro a Kasper, etc., no por ello esos autores pasan a ser doctrina de la Iglesia ni son legitimados por la doctrina católica. Son simplemente gustos personales de los Pontífices, nada más.

Ser citado por un Papa no implica dejar de tener errores o defectos. Es el caso de Maritain, cuyo pensamiento segundo en general es nocivo, principalmente por su disociación de individuo y persona y su perspectiva absolutizante de la democracia liberal; y mucho más Mounier, cuya concepción de persona está afectada de antimetafísica, y transmite desustanciación. Lo digo limitándome a sus ideas, sin entrar, porque no me compete, a valorar sus personas y vidas, que pudieron haber sido muy piadosas o no, no entro en ello porque no es de mi competencia juzgarles como cristianos.

Respecto al resto de sus comentarios, no quiero volver a ello porque ya le comenté al respecto, y no procede repetirse. Sólo comentarle algo importante: lo prudencial no debe elevarse a la categoría de norma para todo tiempo, ni mucho menos ser convertido en doctrina. La Iglesia, en la época de los totalitarismos, puede considerar prudente hablar de humanismo, pero si lo hace, no ha de entenderse que lo hace como lo hace el mundo ni incorporándose su semántica, sino para corregirlo, para encauzarlo, para cristianizarlo.

Esto se puede hacer a veces, otras veces no. Y se puede hacer según cómo, hay líneas rojas que no se pueden cruzar, que nos avisan del peligro. Es lo que ocurre con la visión moderna de los derechos humanos, que late en ella la libertad negativa, tal y como Hegel la sistematiza: autodeterminación del querer por sí mismo, o sea, el principio de autodeterminación.

A poco que hablamos en términos de derechumanismo posmoderno, siempre emerge la esencia de la libertad negativa. Por eso hay que ser muy cautelosos al hablar de ética de los derechos humanos, porque si se asume ingenuamente en su sentido moderno estamos introduciendo principios extraños en la ley moral, desvirtuándola. Y se puede llegar a pensar que la doctrina de la ONU es la misma que la doctrina de la Iglesia con matices.

Ud. sigue interpretando el Concilio y el magisterio pontificio de manera discontinuista, porque pone entre paréntesis las advertencias magisteriales antimodernistas anteriores, que son el contraste necesario para entender que cuando la iglesia habla el lenguaje de la modernidad lo hace para corregirlo, no porque lo comparta. Y absolutiza lo prudencial, llegando a conclusiones sobreoptimistas acerca de la modernidad.

27/02/18 4:22 PM
  
Oscar Ignacio
Verá, creo que no me lee muy bien, lo que me dice ya se lo he argumentado y mostrado en todo mis comentarios más que de sobra. Y con su permiso, como católico me quedo con todo ese humanismo cristiano solidario e integral como nos transmite el Vaticano II y los Papas contemporáneos, por ejemplo el querido San Juan Pablo II o Francisco, antes que con una particular versión de un estrecho clasismo escolástico.

Y sí, con todo respeto me fio más de los "gustos" filosófico de los Papas que de otros. Por ejemplo, de un tal Karol Wojtyla que, con una verdadera base tomista, acogió lo más valioso del pensamiento moderno y contemporáneo como el kantiano, la fenomenología y el personalismo que aportó tanto a la teología, a la iglesia y al Vaticano II. Tal como nos muestra claramente su obra, los documentos e infinidad de estudios. Lo dicho, creo que se necesita urgentemente una renovación filosófica y teológica con manuales y facultades de teología. Hay mucha, mucha bibliografía e información al respecto que puedo facilitar. Creo que todo ello evangeliza mucho, mucho más con un verdadero testimonio en el amor fraterno, la solidaridad, la paz y la justicia con los trabajadores y pobres de la tierra.

Para mí eso es lo primero: la misión, el testimonio y compromiso de la fe. Antes que intelectualismo de salón o conservadurismo inmovilistas, que no son militantes por el Reino de Dios y su justicia en el seguimiento de Jesús, desde la fe y la Gracia. Más, yo creo que ya los argumentos están más que dados, sigamos pues con nuestro camino.

Gracias. Saludos fraternos


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A.G.:
Óscar Ignacio yo he respondido a sus comentarios con respeto y paciencia, pero en cambio Ud. no deja de acusarme de malentenderle cuando le contesto con argumentos a sus comentarios. Como no le doy la razón, me sale con que no le leo bien, con que deformo sus ideas, etc. Sinceramente, no me parece correcto que me ande acusando de tergiversarle cuando no le doy la razón y le contradigo.

Dice ud.:

"Y sí, con todo respeto me fio más de los "gustos" filosófico de los Papas que de otros."


Pero ¿no decía ud. anteriormente que no, que no confiaba en filósofos modernos? ¿Ahora resulta que sí que confía en ellos si son del gusto privado de los Pontífices? Pues contra ese error le advertía un servidor. Se contradice Ud. Como ve, mi consejo fue oportuno.

Le repito que los Pontífices no están para confirmarnos en sus preferencias privadas y personales, sino para confirmarnos en la fe de la Iglesia.

Creo que esta conversación tocó a su fin.
28/02/18 4:37 AM

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