(178) El Padre Gabriel se enfada conmigo y me pone a escribir

El Padre Gabriel llamome hoy, y díjome:

—Alonso, hijo, ¿qué cosa escribiste recién, para el católico portal —o séase, Infocatólica.

—Pues algo sobre aire fresco, Padre, sobre la necesidad de respirar, y un poco de poesía, que es buena la belleza.

—Eso está bien, hijito, pero no te pases, que es tiempo de mazazos y no de aromas.

—Muy cierto, don Gabriel, pero dígame, ¿a qué error quiere ud que endiñe?

—Al Modernismo, claro está, qué pregunta….Mira el asturiano, que no para de darle mamporros, o mejor hachazos, como de Gimli. ¿Acaso crees que hay otra ocupación mejor, por urgente? ¿No parece que proponen caminos embarrados, pastorales a tientas, neodoctrinas a esbozos, situacionismos a mansalva, y que creemos como si no creyéremos, de tan grande y morrocotuda que es la crisis? Mira Bruno, contra el elogio heterodoxo, el marcianovidalismo de la moral. Hale, ponte a escribir, y no se diga que se nos enviaron profetas, y no les obedecimos. Obedezcámosles.

No quise replicarle, que el Padre Gabriel llevaba la razón, como siempre que hablaba tan ronco y tempestuoso y puño en alto, que no hay huev…. de contradecirle, y no gusta de impertinencias.

Así que corriendo apañeme la Pascendi.

—Mire, Padre, la Pascendi — díjole.

—Bien hecho, hijo mío— díjome, con aire redentor, como si fuera a perdonarme en confesión.

—Dale caña al Modernismo, que el tiempo es breve, y la Iglesia debe expulsar y condenar y alejar de sí todo error, y no hay derecho a que una panda de….

—Tranquilo, Padre, me pongo a ello — díjele, que ya se le entornaba el entrecejo y se le recalentaba la sien, y el ojo derecho se le enrojecía de fidelidad.

La tarde arreciaba, que hacía frío y llovía. Los perros me reclamaban, pidiendo su paseo. El canario callaba, negándose a cantar, exigiendo su alpiste. La esposa traíame la lista, de la compra digo, para ir a comprar….

—¿Cómo encontrar la paz, Padre Gabriel, para escribir contra el Modenismo? —consultele.

—¿¿Paz?? ¡¡No hay paz, amigo!! — tirome de los pelos, muy acalorado— ¿Acaso no sabes que hay guerra en los aires, y el Reino de Dios está comprometido? Somos partisanos de la gracia, Alonso, hijo, no anheles descanso sino trinchera y emboscada, y ponte a orar y a escribir.

Y haciéndole caso, como siempre, me dispuse a teclear sobre católica doctrina, y los errores del político–buenismo, tan protoluterano en su esencia, cual ente alienígena.