(106) Predestinación VII: del rechazo de la gracia suficiente y el pecado como desprecio de la obra eficaz prometida por Dios

De la condenación de una de las ideas centrales del jansenismo se extraen importantes conclusiones.

El error de Jansenio es éste:

“Algunos preceptos de Dios, para los hombres justos que lo quieran y se empeñen, son imposibles según el estado presente de sus fuerzas: fáltales la gracia por la cual son posibles.”

Sabemos, porque es enseñanza de la Iglesia, que Dios no manda imposibles. Por lo cual ha de haber un auxilio suficiente que hace verdaderamente posible el cumplimiento de los mandamientos.

Existe, pues, un socorro que no alcanza su fruto porque el ser humano lo desprecia, una merced que permite verdaderamente al ser humano cumplir los preceptos de Dios y contiene en promesa la acción eficaz de la gracia.

Así nos lo enseña la Escritura:

“Porque llamo y ustedes se resisten, extiendo mi mano y nadie presta atención” (Prov  1, 24)

Es verdad revelada que el ser humano resiste gracias por su propia culpa:

“¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados a la verdad! Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo”  (Hechos 7, 51)

 

Pues bien, es claro que existen gracias que el Señor envía en vano, porque son despreciadas por el hombre en un acto antiDios de abuso de la propia libertad. Y estas gracias suficientes no son inútiles, sino inutilizadas por la mala voluntad.

No son inútiles, porque brotan de la voluntad de Dios, que

“quiere que todo el mundo se salve y llegue al conocimiento de la verdad”. (1 Tim 2, 4)

Estas gracias son suficientes para cumplir REALMENTE los preceptos de Dios y contienen la promesa salutífera. Y es un misterio de iniquidad que el hombre rechace lo que REALMENTE le permitiría salvarse.

Si no aceptamos esto, caemos en el error jansenista condenado por la Iglesia:

“Algunos preceptos de Dios, para los hombres justos que lo quieran y se empeñen, son imposibles según el estado presente de sus fuerzas: fáltales la gracia por la cual son posibles.”

Es decir: al ser humano no le falta la gracia que hace verdaderamente posible cumplir los preceptos divinos, porque Dios quiere que todos se salven. Y que además promete cumplirlos de hecho. El rechazo de la suficiente es un desprecio de la promesa salvífica divina.

En general, si el ser humano NO DESPRECIASE culpablemente la gracia suficiente, recibiría lo prometido, que es la gracia perfeccionante, la gracia de acabamiento de la obra divina.

En la resistencia a la gracia necesaria para recibir la gracia eficaz, existe, pues, un misterio de iniquidad que desvela una verdad proclamada de esta manera por el Concilio de Valencia:

“627 “Ni ha de creerse que la presciencia de Dios impusiera en absoluto a ningún malo la necesidad de que no pudiera ser otra cosa, sino que él había de ser por su propia voluntad lo que Dios, que lo sabe todo antes de que suceda, previó por su omnipotente e inconmutable majestad. Y no creemos que nadie sea condenado por juicio previo, sino por merecimiento de su propia iniquidad» , ni que los mismos malos se perdieron porque no pudieron ser buenos, sino porque NO QUISIERON SER BUENOS y por su culpa permanecieron en la masa de condenación por la culpa original o también por la actual”

O como enseña el Concilio de Quiersy:

“623 Dz 318 Cap. 3. “Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1Tm 2,4), aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se pierden”

 

¿Por qué se lo merecen?

Porque pudiendo salvarse, no quisieron. Rechazaron la gracia que lo hacía verdaderamente posible. Y al rechazar esta gracia suficiente para salvarse, rechazaron también la eficacia misma de la gracia, prometida con ella:

“estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la completará hasta el día de Cristo Jesús.” (Fil 1, 6)

Esto se entiende teniendo en cuenta la maldad del pecado cometido, que es, en verdad, un rechazo de Dios, un rechazo del amor divino y de su obra de perfeccionamiento cierto del ser humano.

Como enseña el Catecismo:

“1850 El pecado es una ofensa a Dios: “Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces” (Sal 51, 6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3, 5). El pecado es así “amor de sí hasta el desprecio de Dios” (San Agustín, De civitate Dei, 14, 28). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf Flp 2, 6-9).

 

Al resistir la gracia suficiente y necesaria y cometer la acción mala por su propia y sola voluntad, el hombre rechaza la promesa de la gracia infaliblemente liberadora porque rechaza su propia liberación, esclavizándose. El rechazo, pues, de la gracia suficiente, es un rechazo general de Dios y su obra eficaz en el ser humano.

Por eso la gracia infalible es negada como castigo por el aborrecimiento de su promesa implícita, y resistiendo el amor con que había sido enviada, de acuerdo con la voluntad de Dios, que quiere antecedentemente que todo ser humano se salve y llegue al conocimiento de la verdad.

Dios por tanto nunca es causa de la condenación de algunos. La permisión divina del pecado tampoco es causa de la condenación de tal o de cual. Es sólo condición, puesto que si Dios no lo permitiese, el pecado no sería cometido por la mala voluntad del hombre.

Dios permite, pues, que el ser humano rechace la gracia suficiente, y como castigo, le niega la eficaz, cuya obra prometida ha sido despreciada de antemano por la mala voluntad.

Es la maldad del pecado, que rechaza, como un todo, la obra salvadora de Dios. Y que si es mantenido obstinadamente hasta el final, supone un desastre irreversible, un castigo definitivo.

CONTINUARÁ

 

Próximo post sobre Predestinación: cómo asegura infalible y eficazmente el Señor la salvación libre, muy libre de sus elegidos, conforme enseña la Escritura:

Mis ovejas escuchan mi voz,

yo las conozco y ellas me siguen.

Yo les doy Vida eterna:

ellas no perecerán jamás

y nadie las arrebatará de mis manos.

Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos

y nadie puede arrebatar nada

de las manos de mi Padre. (Jn 10, 27-29)

 
¡Señor, cuéntanos entre tus elegidos!
 

40 comentarios

  
Manuel Pérez
Luego no son ciertas las siguientes expresiones:

- No he rezado estos días porque Dios no me lo ha concedido.
- No estoy abierto a la transmisión de la vida en el acto conyugal porque ya tengo x hijos y no he recibido el don de tener más. Dios no me ha dado ese espíritu.
- Dios no me ha dado fe suficiente para...
- No puedo seguir viviendo con mi mujer porque el Señor no me ha ayudado como a ti. Es que mi historia va por otro lado.
- No puedo obedecer porque Dios no me ha hecho humilde.
-:Etc.
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A.G.:
Desde luego, Manuel, no son ciertas todas esas expresiones, lugares comunes de la tibieza y/o del pecado.

El rechazo de la gracia suficiente para cumplir los mandamientos les deja SIN EXCUSA. Porque al rechazar la suficiente que les da el poder, rechazan la promesa de Cristo, que les dará el hacer, liberándoles.
08/10/15 10:07 PM
  
Oscar
De acuerdo con el post, por fin.
Este post contradice clarísimamente tu anterior artículo sobre la Predestinación VI, confirma lo que yo te comentaba ahí al respecto, y contradice el comentario que Néstor me hacia a las 9.12pm, que rebatía equivocadamente mis argumentos y al que tu le dabas la razón, contradiciendo tu propio post actual Prdestinacion VII.
De sabios es rectificar, especialmente en asunto tan delicado.

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A.G.:
jeje, no me busques, aquí no hay contradicción alguna con el VI... ahora lo que está más claro con este post es el tema de la gracia suficiente, a la que aún no había dedicado un post, y en consonancia con todos los posts que he escrito sobre Predestinación, que tienen la misma doctrina tomista, como puede verse si se leen. Pero nada hay que contradiga el post VI.

Ya en el primer articulo de esta serie anticipaba exactamente el tema de este post, casi con las mismas palabras:

"Recordando siempre, como aconseja el gran Garrigou-Lagrange, que al considerar este gran Misterio hemos de conjugar en acorde armonioso esas dos verdades:
Por una parte, nadie sería mejor que otro si no fuera más amado y más ayudado por Dios. (Suma, Iª c20, a3)
Por otra, Dios nunca manda lo imposible, sino que envia a todos gracias que hacen verdadera y realmente posible salvarse -y decimos verdadera y realmente posible con toda la carga de verdad y realidad que es posible. Pues como dice 1 Timoteo 2:4:
“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”
¡¡Oh Señor, cuéntanos entre tus elegidos!"



Respecto al post VI, Oscar, sólo he matizado el punto 6, que en su primera redacción os pareció confuso, y es verdad que lo estaba en su primera escritura; lo corregí y perfeccioné debidamente en orden a resaltar mejor la justicia de Dios. En ese punto 6, en su primera redacción, introduje el verbo "contienen" para hablar de negación justísima de la gracia eficaz y permisión del pecado, y tal y como apuntó Gabaon era una idea y redacción confusas. El diálogo mantenido con él me ha sido de gran utilidad y se lo agradezco. El post ha quedado mejor y su doctrina encaja obviamente con la de este post, porque es la misma que en el resto de los posts. Lo cierto es que hay que estar siempre pendiente de perfeccionar la doctrina y depurarla al máximo, y es lo que hago siempre, con la ayuda de Dios.

Agradezco ante todo los posts excelentes de Néstor y de Eudaldo Forment, y los comentarios del admirado Gabaon, de Néstor, Luis Fernando y todos vosotros con vuestras interesantes aportaciones, y en especial Maricruz, que me indicó que era un post demasiado difícil y complejo. Con este VII creo que aclaro muchas cosas.Esta doctrina hay que pulirla al máximo, para que brille siempre la luz tomista. En ello estamos.

Os recuerdo, por cierto, que este post no trata sobre gracia eficaz, sino sobre gracia suficiente, que es aquella que da el poder pero no el hacer de hecho. Que quede claro, jeje

08/10/15 11:37 PM
  
Maribel
Hay que dejar que Dios sea Dios, y no pretender comprenderle en toda su grandeza.

Solo amale y poner la confianza en El.

Asi , seguro que "la gracia " te llegará , pues esta es la mejo manera de ejercer la libertad , elijiendole sin tener la seguridad de nada, solo por la necesidad de amarlo.

Si lo supieramos todo , ya no tendria " gracia".

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A.G.:
Comprenderle en su grandeza, del todo, es imposible en esta vida, ciertamente, Maribel.

Lo repito mucho, pero es verdad: es un Misterio, y el más grande. Ir más allá de santo Tomás o san Agustín es temerario.

Como dice un amigo, si lo comprendemos del todo es que no es un misterio.
09/10/15 12:28 AM
  
Alonso Gracián
Predestinación: hasta que esta doctrina no os entre en la cabeza, no voy a parar, jejeje
09/10/15 12:55 AM
  
Horacio Castro
La gracia suficiente se puede rechazar en sentido dividido, y también se rechaza de hecho en sentido compuesto. La gracia eficaz (infalible) se puede rechazar en sentido dividido pero no de hecho en sentido compuesto.
09/10/15 1:30 AM
  
SBV
Estimado Alonso: No es que hayan preceptos imposibles de cumplir por falta de gracia. Eso es un error demasiado burdo. La dificultad está en que la gracia que Dios envía a algunos, por alguna razón muy misteriosa, termina siendo en la práctica “eficaz”, diversamente de otras gracias (como puede ver, Dios manda gracias a todos) que en la práctica terminan siendo ineficaces (aunque se les denomine “suficientes”) en razón de la naturaleza misma de esa gracia. Porque si la eficacia de la gracia (eficacia práctica; no intrínseca) dependiese más de la buena voluntad del hombre que de la naturaleza de la gracia, la salvación estaría más en el hombre que en Dios, y esto parece inaceptable. Porque según entiendo Dios mismo es quien “hace que queramos”, diversamente de lo que sucede con las gracias meramente suficientes, en las cuales Dios lisa y llanamente no hace que queramos, aunque claramente no haga que no queramos. Y estando así las cosas, resulta absurdo que Dios castigue negándole la gracia “infalible” a una alma que no pudo secundar una gracia meramente suficiente sencillamente porque no venía con ese empujón adicional y propio de las gracias “eficaces”.
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A.G.:
SBV, en su razonamiento:

"resulta absurdo que Dios castigue negándole la gracia “infalible” a una alma que no pudo secundar una gracia meramente suficiente sencillamente porque no venía con ese empujón adicional y propio de las gracias “eficaces”.

Hay un error. La causa de que el hombre rechace la gracia no es por no poder aceptarla, sino su propia defectibilidad, por su mala voluntad. Dios no es causante del pecado, Dios no causa que el ser humano le rechace. Dios no condena a nadie porque este alguien NO PUEDA ACEPTARLE., sino porque este hombre no quiso, y si no quiso, fue por su propia mala voluntad. Dios quiere que todos se salven. Al rechazar la suficiente, se rechaza en conjunto la prometida y potencial eficacia de la gracia, se rechaza el auxilio que Dios promete. Se produce una autoexclusión de futuros auxilios mayores.
09/10/15 4:15 AM
  
Alonso Gracián
Amigos, al ser humano que no quiere poder recibir gracia para hacer lo que debe, Dios le niega la gracia de hacerlo.
09/10/15 7:26 AM
  
Joaquín
A mí me parece que este post contradice de plano el anterior. Quizá una buena idea para no enredarse tanto es olvidarse de la "gracia eficaz" y la "gracia suficiente", y dejarlo simplemente en "gracia", ciñéndose a lo que enseña el Catecismo sobre estas cuestiones.

Y sigo sin creer en la Predestinación o en un Dios que sólo salva a sus elegidos. Creo y creeré siempre en un Dios que quiere salvar a TODOS, sin excepción. Y creo y creeré siempre en la posibilidad de RECHAZAR esa salvación que Dios ofrece.
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A.G.:
No confunda la paradoja con la contradicción.
09/10/15 9:27 AM
  
Ramontxu
Por muchos malabarismos lingüísticos que hagáis, o decide Dios, o decide el hombre.

Si dices que "al ser humano que no quiere poder recibir gracia para hacer lo que debe, Dios le niega la gracia de hacerlo", la decisión es del hombre.

Pero esa frase tuya implica que, si el ser humano quiere poder recibir la gracia, Dios estaría obligado a dársela, lo cual supongo que ya no te convence tanto.

Y si, por el contrario, Dios no está obligado a dar la gracia, quiere decir que no está obligado a darla en ningún caso, ni aunque el hombre quiera y esté abierto a recibirla, con lo que la decisión es de Dios y sólo de Dios.

No hay escapatoria. Predestinación y libertad son incompatibles.

Sigo insistiendo en esto por pura curiosidad científica, porque no logro entender cómo cuadráis el círculo dentro de vuestros cerebros para compaginar las dos cosas. No entiendo tampoco qué problema veis en que Dios dé la gracia, la fuerza, la capacidad para salvarse por igual a todo el mundo y que el hombre sea libre para aceptarla o rechazarla. Con esta fórmula, Dios es el causante de la salvación y el hombre es libre. Todos contentos.

Ya lo sé: la predestinación se va al garete, pero es que todo no se puede tener.
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A.G.:
Dios da vida a la voluntad humana, moviéndola a moverse por sí misma.

Dios puede hacerlo, porque es Omnipotente, y porque es Él quien conserva en la vida al hombre, quien le mantiene en pie, con el corazón latiendo; y quien le conduce al fin para el cual le creó.

Dios ha creado la voluntad humana, por eso sabe cómo habilitarla de forma que dé todo lo que puede dar. Y Dios, además, ha creado la gracia, y con ella sabe cómo potenciarla sobrenaturalmente, modelándola a imagen de la libertad divina.

Cuando Dios impulsa eficaz y sobrenaturalmente al ser humano, le hace, de alguna manera, participar de su libertad, que es perfecta. Por eso la predestinación no va contra la libertad, porque gracias a ella el ser humano alcanza todas sus potencialidades, y además, participa de algo que le sobrepasa, y que al recibirlo, le libera y perfecciona.

La eficacia de la gracia consiste, precisamente, en cómo sintoniza con la voluntad humana y la deifica de forma que la criatura alcanza con certeza y realmente su fin propio, gracias a la obra de Aquel que no sólo creó su libertad, sino que la cura, restaura, potencia y vivifica.

Como ya te comenté en otro post, tienes que liberarte del modelo mecanicista para poder entenderlo.

Como dice Garrgou: "Si nuestra libertad pudiera determinarse por sí sola, tendría
la dignidad de la Libertad Primera", es decir, que seríamos como dioses... es la ambición que propició la Caída.
09/10/15 12:08 PM
  
Luis Fernando
hasta que esta doctrina no os entre en la cabeza, no voy a parar

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Cuando les entre, tampoco pares, :D
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A.G.:
A ver, jeje, si Dios me lo concede.
09/10/15 1:28 PM
  
Manuel Pérez
Si es que, en definitiva, el Señor nos quiere dar el descanso.

"Este es un pueblo de corazón extraviado que no reconoce mis caminos, por eso no entrarán en mi descanso".
"Si hoy escucháis su voz, no endurezcais el corazón"
(Sal 94)

En definitiva, el problema no está en que Dios nos dé o no nos dé, porque Él siempre da. El problema está en que no descansamos en que Dios lo hace. Nos empeñamos en ser dueños y señores de nuestra historia. ¡Qué descanso dejar hacer al Señor y no sofocar sus mociones para hacer en nosotros y con nosotros! Lo que cansa es el pecado, y el pecado es un querer hacer tu vida.
09/10/15 3:31 PM
  
Horacio Castro
Un corolario simplón. Cuando el ser humano acepta la posibilidad de una gracia suficiente, ya no parece tan importante el nombre de la gracia actual por la cual ‘no realiza el acto moral malo’ o ‘sí, realiza la obra buena’.
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A.G.:
Rechazar la gracia suficiente es obra exclusiva de la mala voluntad humana. Aceptar la gracia, es obra principal de Dios, y secundariamente obra humana subordinada.
09/10/15 4:36 PM
  
Joaquín
No voy a cambiar de opinión. Sigo rechazando esta doctrina, niego que sea de fe e insisto en que se opone a I Timoteo 2,4. "Dios quiere que TODOS los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". ¿Cómo hacer compatible eso con la falsa idea de un Dios que solo salva a sus elegidos?
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A.G.:
Olvidas que existe el pecado, y que Dios lo permite, aunque no lo quiere ni lo causa. Algunos seres humanos se rebelan contra su Dios y se autoexcluyen de su salvación. El que se salva es por el don de Dios. El que se condena es siempre por su culpa.

"Como de fe confesamos la predestinación de los elegidos a la vida" (Concilio de Valencia) Denzinger 322
09/10/15 6:18 PM
  
SBV
Alonso: No es que no puedan aceptar la gracia de Dios. En teoría pueden. El problema está en que esos que rechazan la gracia suficiente no cuentan con el determinante adicional de la gracia eficaz. Entonces la paradoja es esta: que los que rechazan la gracia lo hacen por su propia voluntad. Y los que la aceptan, lo hacen no por mérito propio sino porque Dios hizo que quisieran, diversamente de los que no aceptaron. Entonces claramente hay un añadido en las gracias eficaces que no existe en las gracias meramente suficientes. Por eso que, a simple vista, parece injusto que Dios castigue a los que rechazan gracias suficientes y premie a los que aceptan las eficaces, siendo que Él mismo fue el que hizo que algunos quisieran, mientras dejaba sin esa asistencia a los que envió gracias meramente suficientes. Porque si éstos hubiesen aceptado, no se podría deber exclusivamente a una elección personal de seguir a Dios, sino a ella movida por Dios. Y en consecuencia, hubiesen recibido una gracia eficaz y no una meramente suficiente.
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A.G.:
Dices:
"El problema está en que esos que rechazan la gracia suficiente no cuentan con el determinante adicional de la gracia eficaz."

No. Ves el asunto de forma mecanicista. La voluntad del ser humano no es una bola de billar, que se mueve a empujones de una fuerza extrínseca. El rechazo de la gracia suficiente es un rechazo al todo, un rechazo orgánico, un rechazo de la salud ofrecida, y una confirmación en la propia enfermedad.

Debes comprender que si no cuentan con gracia eficaz, es porque ellos mismos no quieren contar con ella. Han rechazado esa posibilidad al rechazar la gracia suficiente. Dios niega la gracia eficaz de forma justa.

Dios no deja sin auxilio injustamente.

El rechazo de la gracia suficiente es de tal calibre, que rechaza en conjunto la posibilidad misma de la gracia eficaz. El pecado es desprecio de Dios. El rechazo de la gracia suficiente es un desprecio de Dios. Una autoexclusión de la obra eficaz de Dios, que es dada como promesa en la gracia suficiente. Una autoenajenación debida a la propia defectibilidad, que contiene un desprecio de las promesas divinas.

El misterio de la iniquidad consiste en el desprecio de la obra de Dios, que conlleva el rechazo voluntario y culpable de la gracia necesaria para recibir la gracia eficaz. El que rechaza la gracia suficiente NO QUIERE RECIBIR LA GRACIA EFICAZ. Y es castigado con ello.

Dios permite esa maldad. Así de claro.
09/10/15 10:13 PM
  
Néstor
El hecho innegable es que si la creatura rechaza la gracia suficiente, es porque Dios permite que la rechace.

Dios Omnipotente siempre puede impedir el rechazo de la gracia suficiente por parte del hombre. Si no lo hace, entonces, es porque no quiere hacerlo, es decir, porque libremente tiene en vista bienes superiores que no son compatibles con impedir ese rechazo de la gracia por parte de toda creatura racional.

Y esa permisión divina del rechazo de la gracia suficiente por parte de la creatura no puede ser sino anterior, lógica y ontológicamente hablando, a ese rechazo, aunque no sea temporalmente anterior al mismo.

Dejando para después la discusión de si esa permisión del rechazo de la gracia suficiente por parte de Dios se identifica o no con la negación divina de la gracia eficaz "especial y más abundante" que dice Billuart, y que dejaría en pie que la gracia eficaz ordinaria sólo sea negada al hombre en pena de su pecado previsto por Dios.

Esa permisión divina del rechazo de la gracia suficiente no convierte a Dios en causa del pecado de la creatura. Dios no está obligado a evitar siempre el fallo de la creatura, pues éste es una consecuencia natural de la falibilidad propia de lo creado.

Además, y aquí sí entro en la discusión arriba mencionada, no veo cómo se podría evitar el rechazo de la gracia suficiente, que es sobrenatural, sino mediante otra gracia igualmente sobrenatural.

En ese caso, otro argumento sería que Dios nunca está obligado a dar la gracia sobrenatural, por definición de "gracia sobrenatural".

Saludos cordiales.
__________
A.G,;
Eso está claro: Dios permite que la creatura rechace la gracia que realmente puede salvarle. Porque la creatura rechaza la obra salvadora de Dios, contenida en promesa en ese ofrecimiento, como dice la Escritura:

"“estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la completará hasta el día de Cristo Jesús.” (Fil 1, 6)

Al permitir eso, la creatura por su mala voluntad se autoexcluye y causa ella misma su propia perdición, por su merecimiento malo, no por negligencia de Dios en cuidarle, ya que Dios quiere que se salve.

El que se condena no es por no poder salvarse por injusta falta de gracia, que no le fue dada sin motivo, sino por su propia culpa.
09/10/15 10:43 PM
  
Alonso Gracián
Es fundamental, pienso, darnos cuenta de esto, que creo es la clave:

Dios permite el mal, pero no quiere permitirlo en todos. Y de esa permisión obtiene un bien mayor. Y a los que elige, les preserva.

Y fijaos que utilizo el verbo preservar:

RAE: Proteger, resguardar ANTICIPADAMENTE a una persona, animal o cosa, de algún daño o peligro.
09/10/15 11:11 PM
  
Manuel Pérez
Como escribe Charles Journet, en la palabra "predestinación", el prefijo "pre" no indica anterioridad cronológica, sino de excelencia, como ocurre con presciencia o prelación.

La predestinación, entonces, no tiene un sentido fatalista. Y es compatible con la libertad. Es el destino más alto que podemos tener, y el que Dios quiere para nosotros

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A.G.:
Ese pre se refiere a la iniciativa divina.

Como enseña la Escritura:

"«Porque a los que conoció de antemano, también los predestinó para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos; a los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; a los que justificó, también los glorificó» (Rm 8, 29-30)

O como enseña el Concilio de Valencia:

"Dz 321 Can. 2. “Fielmente mantenemos que «Dios sabe de antemano y eternamente supo tanto los bienes que los buenos habían de hacer como los males que los malos habían de cometer», pues tenemos la palabra de la Escritura que dice: Dios eterno, que eres conocedor de lo escondido y todo lo sabes antes de que suceda (Da 13,42); y nos place mantener que «supo absolutamente de antemano que los buenos habían de ser buenos por su gracia y que por la misma gracia habían de recibir los premios eternos; y previó que los malos habían de ser malos por su propia malicia y había de condenarlos con eterno castigo por su justicia»

Lo importante de esta iniciativa divina, sintetizada en la partícula pre, se expresa de esta forma en el Concilio:

"“en la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen merecimiento"

Como muy bien dices, la predestinación no tiene sentido fatalista. Y no es que sea compatible con la libertad, es que la libertad es fruto de la predestinación.

Gracias Manuel
09/10/15 11:33 PM
  
Luis Fernando
El bien supremo es la gloria de Dios, para la que todo ha sido creado, especialmente el hombre.

Esa gloria brilla tanto en su misericordia para con sus elegidos a los que salva por pura gracia, como en su justicia para con los que justamente se condenan.

Lo primero es agradable a la mentalidad de muchos. Lo segundo, no tanto. Pero tan cierto es lo uno como lo otro.
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A.G.:
Oportuno, lo que dices. El bien supremo es la gloria de Dios.

Que Dios permita que algunos se condenen es un escándalo para muchos. Rechina, porque cuesta darse cuenta de la infinita maldad del rechazo de la gracia suficiente.
10/10/15 8:33 AM
  
keparoff
Pues yo creo, cada vez con más fuerza, que Dios tomará medidas excepcionales de misericordia con la inmensa -y creciente- masa de alejados, cada vez más pecadores, y a los que, claramente, les falta un hervor espiritual.

Si Dios nos manda pedir, y nos promete que nos dará, tal vez solo otorga la luz de la fe, que es un regalo inmerecido, al número suficiente de personas para que pidan por todos los demás.

Cada uno de nosotros pide por familiares, amigos, conocidos, y Dios nos ha prometido que nos dará, siempre que lo que pidamos sea un bien espiritual.

Si pedimos la salvación de tantos, y solo depende de la gracia eficaz de Dios, parece obvio que Dios dará esa gracia para que se salven todos, aunque supongo que aprovechará el último instante de la vida para iluminar a los que han vivido tan perdidos.
__________
A.G.:
La oración de intercesión por otra persona no siempre consigue el resultado deseado, porque esa persona puede rechazar la gracia suficiente y hacer una elección antiDios.
10/10/15 10:42 AM
  
Alonso Gracián
Amigos, hay que arrojar de nuestra mente la idea de que el que se condena es porque no pudo salvarse, al faltarle sin motivo la gracia eficaz.

No olvidemos nunca esta máxima del Concilio de Valencia, Denz 629:

"Pero que hayan sido algunos predestinados al mal por el poder divino, es decir, como si no pudieran ser otra cosa, no sólo no lo creemos, sino que si hay algunos que quieran creer tamaño mal, contra ellos, como el Sínodo de Orange, decimos anatema con toda detestación
10/10/15 12:36 PM
  
Alonso Gracián
Hermanos, a continuación os expongo unos principios válidos y católicos acerca de la condenación, de los que nunca hemos de dudar:

Es impío creer que Dios reprueba a algunos por su mero beneplácito, o sin motivo, o que condena al infierno antes de cometer el pecado y de preveer la obstinación final.

Pero si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la
justicia, vivirá sin duda, no morirá. Ninguno de los crímenes que cometió se le recordará más; vivirá a causa de la justicia que ha practicado (Ez. 18, 22).


¿Acaso me complazo yo en la muerte del malvado -oráculo del Señor Yahvéh- y no más bien en que se convierta de su conducta
y viva? (Ez. 18, 23).


Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere

... Convertíos y vivid (Ez. 18, 32).

Dios no condena a nadie de antemano, sino después de haber
previsto sus deméritos.

Dios no castiga a nadie sino después de comprobar su culpa.


Sobre la Reprobación, copio un pasaje del magnífico libro en dos volúmenes "Fundamentos de teología católica", Gratis Date (obra que no puede faltar en vuestra biblioteca,jeje):

"Dios reprueba a aquellos hombres a quienes les permiten que no alcancen su último fin por causa de la culpa voluntaria y libre de sus pecados mortales cometidos.


"Reprobación es el decreto eterno de Dios de excluir de la bienaventuranza del cielo a los hombres que mueran en pecado mortal.

Se divide en:

a) -Negativa, que es la voluntad divina de permitir el pecado y, en consecuencia, de condenar para siempre al pecador que muera impenitente.

b) -Positiva, que es la voluntad divina de condenar a un hombre, antes de haber previsto sus pecados.

La negativa sí existe, pero la positiva no, y como
doctrina es herética.


¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación
de la gehenna? (Mt. 23, 33).


Para explicar la reprobación en un post futuro, como sabéis, he preferido hablar ANTES en el post V, sobre la obstinación final. Os remito a ese post, que es importante, y aclara las cosas antes de comenzar a estudiar la reprobación, que tan magníficamente ha investigado Eudaldo Forment en este post.
10/10/15 1:02 PM
  
Manuel Pérez
Por cierto: también dice Journet que la predestinación es una cuestión de fe. Y cita también Rm 8,29-30.

Vamos, que los católicos creemos en la predestinación. No vaya a ser que rebatamos malamente a Calvino, y no al modo católico. Combatamos su concepción errónea de la predestinación, pero no al concepto mismo.
__________
A.G.:
Bien dicho, Manuel.

"Como de fe confesamos la predestinación de los elegidos a la vida" (Denz 322, Concilio de Valencia)
10/10/15 3:40 PM
  
SBV
Alonso: Quizá he entendido mal lo que me has dicho (en realidad este tema nunca lo he entendido, soy demasiado pequeñito para eso, o lisa y llanamente Dios no me ha dado la gracia para ello), pero así y todo no puedo evitar señalar algunas confusiones que surgen de algunos comentarios.


En primer lugar, dices que si algunos no cuentan con la gracia eficaz es porque les ha sido negada en razón de su rechazo a la gracia suficiente. Y yo respondo que esa proposición se aleja notablemente de la primacía absoluta de la gracia (de hecho estamos próximos al molinismo, por decir lo menos), además de vaciar de contenido a la misma, pues al condicionar el don de la gracia a la buena voluntad del hombre, dejaría ya se ser gracia. Y si esto es así, la salvación depende más de la buena voluntad del hombre que del querer divino, cuestión que además pareces reafirmar cuando sostienes categóricamente que el que “rechaza la gracia suficiente no quiere recibir la gracia eficaz”.


Néstor: De tu comentario se colige que hay un misterio de la voluntad divina (positiva o permisiva) tanto en el aceptar como en el rechazar la gracia. Y que la posibilidad del fallo de la criatura está prevista en la constitución misma de lo creado, aunque sea siempre en pos de bienes mayores. Con todo no logro compaginar el hecho de que Dios considere responsables a aquellos que recibieron meramente gracias suficientes (¿cómo se iban a salvar si ni siquiera estaban predestinados?) y que al mismo tiempo impute el mérito, que en realidad es Su mérito, a los que en su libérrimo beneplácito escogió (y sólo a ellos) para tenerlos consigo durante toda la eternidad.


Luis Fernando: Es muy cierto lo que dices. El problema es que no es lo mismo sostener la condenación de un alma que, en su plena libertad y en condiciones proporcionalmente ecuánimes a las de otras almas, se condene con justicia y en razón de su negativa a Dios; a la de sostener la condenación eterna de almas que se condenaron sencillamente porque no estaban predestinadas, aunque Dios les haya dado los medios “suficientes” (que no eficaces, porque esos están reservados para los predestinados) para salvarse. Eso es lo que no se entiende por ser verdaderamente durísimo, si es que Dios realmente es así.

__________
A.G.:
Dices: "pues al condicionar el don de la gracia a la buena voluntad del hombre, dejaría ya se ser gracia. "

No, amigo, el rechazo de la gracia suficiente no procede de la buena voluntad del hombre, sino de su mala voluntad, que es obra propiamente suya. nada tiene esto que ver con el molinismo. Dios niega la gracia eficaz como castigo por el ejercicio de la mala voluntad.

"Dios, a no ser que los mismos (hombres) se alejen de su gracia, así como comenzó la obra buena, así la acabará, obrando el querer y el obrar." Concilio de Orange, Denz 806
10/10/15 8:29 PM
  
Alonso Gracián
Importante, asimismo, es recordar que la accion mala no es efecto de la reprobación, porque Dios no es causa del pecado, ni directa, ni indirectamente por no dar la gracia eficaz.
11/10/15 9:06 AM
  
Néstor
Dice San Agustín en el “De praedestinatione sanctorum”, cap. VIII:

“Haec itaque gratia, quae occulte humanis cordibus divina largitate tribuitur, a nullo duro corde respuitur. Ideo quippe tribuitur, ut cordis duritia primitus auferatur.”

Ésta es la traducción castellana de la Biblioteca de Autores Cristianos, tomo VI de las “Obras de San Agustín”. “De la predestinación de los santos”, versión y traducción del R. P. Emiliano López O.S.A.:

“Esta gracia, en efecto, que ocultamente es infundida por la divina liberalidad en los corazones humanos, no hay corazón, por duro que sea, que la rechace. Pues en tanto es concedida en cuanto que destruye, ante todo, la pertinacia del corazón.”

Según esta traducción, que tiene cierto aroma molinista, la gracia en tanto es concedida, en cuanto destruye la dureza del corazón. Por tanto, si no la destruye, no es concedida.

O sea, que se puede entender que el que la gracia sea concedida o no depende de si la creatura deja o no deja que la gracia destruya la dureza de su corazón.

¿Cómo entender entonces el “no hay corazón, por duro que sea, que la rechace”, o mejor, “no es rechazada por ningún corazón duro”?

Tal vez se podría entender en el sentido de que mientras permanece la dureza del corazón, la gracia no es concedida, y al no ser concedida, tampoco es rechazada.

Pero es claro que es una interpretación muy torcida, y de hecho, no parece ser eso lo que dice el texto de San Agustín.

Veamos estas otras dos traducciones, una inglesa y otra francesa.

“This grace, therefore, which is hiddenly bestowed in human hearts by the Divine gift, is rejected by no hard heart, because it is given for the sake of first taking away the hardness of the heart.

“C’est pourquoi il n’y a pas de coeur, quelque dur qu’il soit, qui rejette cette grace que Dieu, dans sa divine liberalité, répand secrètement dans les coeurs, parce que Dieu la donne avant tout pour ôter la dureté du coeur.”

Lo que dicen estas otras dos versiones, en lo sustancial, es lo siguiente:

“Esta gracia, en efecto, que ocultamente es infundida por la divina liberalidad en los corazones humanos, no es rechazada por ningún corazón duro. Pues en efecto es dada precisamente para quitar, en primer lugar, la dureza del corazón.

En vez de decir que en tanto es concedida esa gracia en cuanto quita la dureza del corazón, San Agustín dice que esa gracia ese concedida para (“ut”) quitar la dureza del corazón.

O sea, no es la permanencia o no de la dureza del corazón lo que condiciona el don de esa gracia, sino que es el don de esa gracia el que elimina la dureza del corazón.

Por tanto, San Agustín enseña que depende en última instancia de Dios el que la creatura no rechace la gracia, pues el rechazo de la gracia lo obra la dureza del corazón, y la dureza del corazón siempre puede quitarla Dios de en medio con esa gracia especial.

Pero entonces no podemos decir que cuando la creatura rechaza la gracia, la gracia rechazada es esa gracia especial que “ningún corazón duro rechaza, porque es dada precisamente para quitar la dureza del corazón”.

Tampoco podemos decir que cuando la creatura rechaza la gracia, le ha sido dada esa gracia especial que “ningún corazón duro rechaza, porque es dada precisamente para quitar la dureza del corazón”.

Ahora bien, esa gracia especial, le es dada la creatura, o no.

En el primer caso, dice San Agustín, no es rechazada, porque quita la dureza del corazón que llevaría a rechazarla.

En el segundo caso, entonces, solamente, la creatura rechaza la gracia. Y no se puede decir que en este caso la creatura rechaza la gracia porque rechaza esa gracia especial quitadora de la dureza de corazón que Dios le ha dado de todos modos.

Porque esa gracia especial, dice San Agustín, nunca es de hecho rechazada.

Y no puede ser, en definitiva, la dureza de corazón de la creatura la que ha impedido que Dios le dé esa gracia especial quitadora de la dureza de corazón. Porque esa gracia, precisamente porque quita la dureza de corazón, no puede ser condicionada por ella.

Pero entonces, el rechazo de la gracia por parte de la creatura supone la negación divina previa de esa gracia especial.

Saludos cordiales.
______________
A.G.:
Néstor, todo se explica teniendo en cuenta que Dios permite que la creatura rechace su gracia. Pero en otros casos, no lo permite. En unos casos, quiere permitir el mal que brota exclusivamente de la criatura, para mostrar su justicia. En otros casos, quiere mostrar su misericordia, preservando a la criatura.

La falta del hombre presupone la permisión divina de la misma. De eso depende, de que Dios le permita la resistencia.

El rehusamiento de la gracia es una pena que presupone la falta, en tanto que la falta presupone la permisión divina.


Depende de la criatura el no dejar que la gracia la mueva y que Dios obviamente permita eso. El dejar a la gracia actuar, depende principalmente de Dios, y de la criatura secundaria y subordinadamente.
11/10/15 9:25 AM
  
Horacio Castro
Dios nos da a todos gracias suficientes y eficaces. Bañez explica que la gracia suficiente inspira al hombre el recto camino. La gracia suficiente, cuando no es rechazada, dispone a la voluntad para recibir el auxilio infalible de la gracia eficaz. Se puede entender esto, porque recibimos y tenemos gracias suficientes como tenemos los Mandamientos, a Jesucristo, el Evangelio, el Bautismo, la Reconciliación, la Eucaristía… y Dios permite el pecado. Es evidente que pecamos y algunos con mayor gravedad que otros. Cuando pecamos rechazamos la gracia suficiente. Y si no la rechazamos, recibimos el auxilio de la gracia eficaz e infalible para realizar la obra buena cual sea. Significa definitivamente que nos condenaremos por nuestra exclusiva culpa o que nos salvará sólo la gracia de Dios. Hasta ahora entiendo que la gracia eficaz para los elegidos es la de perseverancia final, para la conversión y reconciliación definitivas, y que Dios no da a los que se pierden por sus propias culpas. Donde veo cierta diferencia es en que algunos autores utilizando significados alternativos para “reprobación negativa y positiva”, proponen que la denominada reprobación negativa es la voluntad divina de permitir el pecado y, en consecuencia, de condenar para siempre al pecador que muera impenitente, constituyendo así el decreto divino de permitir que parte de las criaturas racionales caiga en el pecado. Sobre este punto, otros con los que coincido, dicen que así la universalidad de la voluntad salvífica de Dios, no armoniza con la no-elección absoluta para la gloria eterna, o no elección de algunos como consecuencia de la gloria eterna de otros. La no elección de algunos, lógicamente surtiría los mismos efectos que la reprobación absoluta positiva de los predestinacionistas. Aquí adquiere importancia el orden lógico divino de: Permisión del pecado, Condenación de unos luego de la previsión de deméritos, Predestinación de los elegidos antes de la previsión de méritos. No abundo sobre este orden porque usted D. Alonso Gracián conoce mis anteriores comentarios y además ya anunció otros artículos para completar esta serie. Saludos.
11/10/15 10:53 AM
  
Néstor
El asunto es que esa gracia de la que habla San Agustín es tal, que no puede darse que Dios permita que la rechace la creatura, precisamente porque es la gracia que ningún corazón duro rechaza, porque primero quita la dureza del corazón, y si no hay dureza del corazón, es claro que la gracia no se rechaza.

No puede ser que la creatura rechace la gracia que ningún corazón duro rechaza, porque es contradictorio, y entonces, tampoco cae dentro de lo que puede ser permitido por Dios.

No puede darse que la dureza del corazón impida que esta gracia quite la dureza del corazón, porque el efecto propio de esta gracia, según San Agustín, es precisamente quitar la dureza del corazón.

No puede ser, entonces, que Dios dé esta gracia y que la creatura la rechace. O Dios no la da, o si la da, quita la dureza del corazón, y la creatura acepta el llamado de Dios.

No puede depender de la creatura que Dios permita o no permita algo. Permitir obligado por la creatura no es permitir, es sufrir, padecer. Yo no permito que roben mi casa si los ladrones me tienen atado a un poste. Permitir es no impedir, pero voluntariamente no impedir.

Esta gracia especial, que ningún corazón duro rechaza, de la que habla San Agustín no puede ser siempre negada por Dios en virtud de un pecado anterior, porque ese pecado anterior a su vez ha sido cometido porque se ha rechazado la gracia, y se la ha rechazado porque Dios no ha dado la gracia que ningún corazón duro rechaza.

Si a su vez esto se debiera siempre a un pecado anterior, entraríamos en un retroceso al infinito.

Veamos este otro texto de San Agustín, en “De diversis quaestionibus ad Simplicianum”, libro I:

“Item verum est: Non volentis neque currentis sed miserentis est Dei, quia etiamsi multos vocet, eorum tamen miseretur quos ita vocat, quomodo eis vocari aptum est ut sequantur. Falsum est autem si quis dicit: Igitur non miserentis Dei sed volentis atque currentis est hominis, quia nullius Deus frustra miseretur. Cuius autem miseretur, sic eum vocat, quomodo scit ei congruere, ut vocantem non respuat.”

“Por tanto, es verdad que “No es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”, porque aunque llame a muchos, tiene misericordia de aquellos a los que llama de tal manera que lo obedecen. Es falso, entonces, si alguien dice: Por tanto, no es de Dios que tiene misericordia, sino del que quiere y del que corre”. Porque Dios no tiene misericordia en vano de ninguno. Pues a aquellos de los que tiene misericordia, los llama del modo en que sabe que conviene para que no rechacen al que los llama”.

Acá San Agustín dice claramente que los que rechazan el llamado de Dios no son llamados del modo en son llamados los que no lo rechazan, porque a estos últimos Dios los llama de tal modo que ese rechazo no se produce.

Dios no tiene misericordia en vano, dice San Agustín.

De donde se sigue obviamente que a los otros no los ha llamado de ese modo, no que los llamó así y lo rechazaron, o que los llamó así y permitió que lo rechazaran.

En cuanto a la reprobación, además de distinguir entre reprobación negativa y reprobación positiva, hay que distinguir entre reprobación antecedente y reprobación consecuente.

“Antecedente” es la reprobación anterior a la previsión de las culpas, “consecuente”, la reprobación posterior a la previsión de las culpas.

Por otra parte, la “reprobación positiva” es la condenación al infierno como pena por el pecado; la “reprobación negativa” es, según algunos tomistas, la no elección para la gloria, a título de bien indebido, y según otros, la permisión del pecado de modo que se llega a perder la gloria.

Hay entonces cuatro posibilidades en principio:

1) Reprobación positiva antecedente. Antes de la previsión de las culpas, Dios castiga a algunos con el infierno.

2) Reprobación positiva consecuente. Dios condena al infierno después de prever las culpas.

3) Reprobación negativa antecedente. Dios deja de elegir a algunos a la gloria, o permite sus pecados, antes de la previsión de las culpas.

4) Reprobación negativa consecuente. No la defiende, que yo sepa, nadie.

La primera es la herejía de Calvino.

La segunda es la única que defienden los molinistas.

La tercera la defienden los tomistas junto con la segunda, y no ha sido para nada, hasta el día de hoy, condenada por la Iglesia.

Es decir, lo que es herejía es la reprobación positiva antecedente, no la reprobación positiva sin más.

Saludos cordiales.
11/10/15 1:39 PM
  
Néstor
El problema de fondo es siempre el mismo: mientras pensemos que la intervención divina disminuye la libertad humana, no vamos a entender la tesis de San Agustín y Santo Tomás, que no hacen más que formular teológicamente lo que dice San Pablo, por otra parte. Y también San Juan en su Evangelio.

Pero así como la intervención del Creador no disminuye el ser de la creatura, sino que al contrario, la hace ser, así la intervención del Creador no disminuye el obrar de la creatura, sino que la hace obrar, y no disminuye la libertad de la creatura, sino que la hace ser libre.

Porque el obrar sigue al ser.

Y así se puede entender que, así como cuanto más interviene Dios, más libre es el hombre en el camino del bien, así también, cuanto menos interviene Dios, más libre es el hombre en el camino del mal, o , lo que es lo mismo, más falla la libertad humana, que en ese fallo es que consiste la libre elección del mal o pecado.

Saludos cordiales .
11/10/15 1:45 PM
  
Alonso Gracián
Eudaldo Forment en su post lo aclara:

"Si la predestinación es positiva, puede decirse que la reprobación es negativa en cuanto el decreto de la voluntad divina es la de permitir el pecado y una vez previsto condenarlo. No hay una reprobación positiva o de condenar antes de haber previstos los pecados."

"En este mismo artículo de la Suma, también el Aquinate rechaza una reprobación antes de la presciencia de los pecados, que se expresa en la siguiente objeción: «Si Dios reprueba a algún hombre es preciso que la reprobación sea para los reprobados lo que la predestinación para los predestinados. Pues como la predestinación es causa de la salvación de los predestinados, la reprobación sería causa de la perdición de los réprobos, y esto es falso, porque en Óseas se dice: “De ti, Israel, viene tu perdición; sólo en mí está tu socorro” (Os 13, 9). Luego, Dios no reprueba a nadie»[17].

"La respuesta de Santo Tomás es que Dios reprueba, pero no lo hace sin la previsión de su pecados, porque: «La reprobación en cuanto causa no obra lo mismo que la predestinación. La predestinación es causa de lo que los predestinados esperan en la vida futura, o sea de la gloria, y de lo que reciben en la presente, que es la gracia. Pero la reprobación no es causa de lo que tienen en la vida presente, que es la culpa, sino que es causa del abandono de Dios. Es, sin embargo, causa de lo que se aplicará en lo futuro, esto es, del castigo eterno. Pero la culpa, proviene del libre albedrío, por el que se reprueba y se separa de la gracia; y, por tanto, se cumplen las palabras del profeta: “De ti, Israel, viene tu perdición” (Os 13, 9)»


"Al no dar la salvación a algunos, Dios no lo hace por un acto positivo de su voluntad, como si les excluyera de este beneficio, que, por otro lado, no es debido a nadie. Si su voluntad quiere la salvación de todos, no puede admitirse la exclusión positiva de nadie. Únicamente, de manera negativa como castigo del pecado previsto y permitido por Dios, y que ha sido cometido por el pecador con su voluntad libre. Supuesta la voluntad salvífica universal, entendida con la salvedad de la voluntad del pecador, y en atención a los méritos de Cristo, que «murió por todos»[19], a nadie por parte de Dios le faltarán los medios necesarios y suficientes para obtener la salvación.

"Dios ofrece a todos lo que necesitaban para salvarse, si hubieran querido. Ningún condenado se podrá quejar de no haber recibido las gracias suficientes, a las que si no hubiera opuesto impedimento, habría recibido además las gracias eficaces que le hubieran llevado a la salvación. Así lo declaró el concilio de Trento: «Si alguno dijere que no participan de la gracia de la justificación, sino los predestinados a la vida, y que todos los demás que son llamados lo son en efecto, pero que no reciben gracia, como que están predestinados a lo malo por el poder divino, sea anatema»
11/10/15 3:26 PM
  
Horacio Castro
Tengo que releer el comentario de Alonso Gracián. Envío este recién escrito: Dos líneas para no extenderme innecesariamente. Sobre la reprobación pienso en el decreto de condenación (posterior a la previsión…) como lógicamente inseparable de la predestinación (anterior a la previsión… también de grados de santidad). Es que respecto a la predestinación cabe otra posibilidad lógica: la predestinación de los no condenados. En cuanto a la operación de las gracias actuales, advierto que incluso se podría argumentar con gracias hipotéticas. Pero planteo simplemente: sin la gracia suficiente, sería imposible que el hombre pecara. Es decir ¿cómo podrían ser todas las gracias actuales eficaces infaliblemente? Y consecuentemente ¿la gracia suficiente existiría como mera imposibilidad?
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A.G.:
La clave está en que Dios permite el pecado. Dios permite el rechazo de su gracia suficiente. Y la culpa es de la criatura, no de Dios.
11/10/15 3:48 PM
  
Horacio Castro
Indudablemente lo permite, sino 'no habría culpa posible'.
11/10/15 3:58 PM
  
SBV
Muchas gracias a todos por sus comentarios, especialmente a Néstor, que hace rato que me está dando una cátedra. En cuanto pueda los leo con calma y los comento.
11/10/15 9:31 PM
  
Manuel Pérez
Después de tanto especular, la consecuencia práctica más clara que saco es la necesidad del anhelo de la santidad. "Mi alma tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua" (Sal 62).

Querer a Dios y buscarlo en todo, especialmente en el otro. Suplicar a Dios su Santo Espíritu. Rogadle las virtudes. Rogadle su gracia.

Puedo liarme y no terminar de entender toda esta doctrina, pero amando ni me equivoco. Ni me equivoco rezando, aún por los aparentemente condenados. Porque creo que queda claro, al final de todo, que no sabemos casi nada. Aunque sepamos todo lo que necesitamos saber. Sabemos que nos toca amar y no condenar. Y, descubierta mi incapacidad para hacerlo, acogerme a la misericordia de Dios y pedirle que lo haga Él en mí y conmigo. Que mueva lo más íntimo de mí hacia el amor, liberando plenamente mi voluntad.

Y, conste, no estoy en contra de la especulación teológica. Todo lo contrario. Pero asumiendo nuestra enorme falibidad y lo inalcanzable de los misterios.
12/10/15 2:30 PM
  
Horacio Castro
Algunos tenemos que atrevernos... Aun la materia que presenta fenómenos aleatorios, es gobernada con las leyes universales creadas para el plan de Dios. Los Mandamientos, los Sacramentos, si bien genéricos para toda la humanidad, corresponden en sentido específico a cada individuo. También las gracias actuales que, en principio, corresponden genéricamente a todas las creaturas, se avienen “con la naturaleza individual, propia, única e irrepetible de cada hombre singular y concreto, y así cada gracia actúa en cada individuo de modo diferente” (Eudaldo Forment, en su Historia de la filosofía tomista ( ), sobre Summa Contra Gentiles, II, c. 18). Es razonable concluir en este modo lógico de operación de las gracias, suficientes y eficaces infalibles, ‘que Dios nos da a todos’. No hay tesis válida de “ciencia media” aplicable al plan de Dios, sino que basta su libre y omnipotente inteligencia y voluntad. Tesis que de ninguna manera resuelve la dificultad de alguna inexistente “injusticia” divina (como en la reprobación negativa antecedente). En cuanto a la predestinación, la gracia de la perseverancia final, sí es exclusiva de los elegidos para la gloria eterna.
12/10/15 10:23 PM
  
Ramontxu
Alonso:
"Como ya te comenté en otro post, tienes que liberarte del modelo mecanicista para poder entenderlo.

Si, recuerdo que me lo dijiste. Y esa vez no le di mayor importancia, pero ahora he estado pensando a ver qué querrías decir con eso, porque yo no veo que el problema sea el mecanicismo. El problema es que una decisión tomada por Otro y en la que ese Otro ha puesto los medios para que indefectiblemente se cumpla, no puede ser decisión mía. La influencia determinante proveniente de otro anula mi libertad. Esto no es cuestión de posturas filosóficas, sino de semántica y de sentido común.

Repetís mucho lo de que "cuanto más predestinado, más libre", pero no por mucho repetirla una paradoja deja de serlo.

Lo que ocurre, yo creo, no es que para entenderlo haya que abandonar el mecanicismo, sino que para entenderlo hay que ser un ferviente tomista.
13/10/15 10:16 AM
  
Ramontxu
Alonso,
"Como dice Garrgou: "Si nuestra libertad pudiera determinarse por sí sola, tendría
la dignidad de la Libertad Primera", es decir, que seríamos como dioses... es la ambición que propició la Caída."

Hay un librito muy interesante de Erich Fromm que está de acuerdo con eso, pero desde el otro lado, diciendo que el mito de la caída es el mito del surgimiento de la libertad humana. Se titula "Y seréis como dioses".
13/10/15 10:19 AM
  
Néstor
Si la reprobación negativa es la Voluntad divina de “permitir el pecado y una vez previsto condenarlo”, entonces, si se acepta la reprobación negativa antecedente, es decir, anterior a la previsión de las culpas, se está colocando dentro de ella la reprobación positiva, o Voluntad divina de condenar por el pecado, con lo cual se llegaría paradójicamente a la herejía calvinista.

Si no se acepta la reprobación negativa antecedente, entonces se está diciendo que la permisión del pecado es posterior a la previsión del pecado, lo que es absurdo.

Y sin duda que la reprobación negativa no puede consistir solamente en la permisión del pecado, porque Dios también permite pecados en los elegidos.

Por eso me parece más coherente la postura, jamás condenada por la Iglesia, de los tomistas que dicen que la reprobación negativa antecedente consiste en la voluntaria no elección divina de algunos para la gloria, a título de bien indebido, anterior a la previsión de sus culpas, lógicamente inseparable, además, de la voluntaria elección divina de los otros para la gloria, anterior a la previsión de sus méritos.

Porque no se puede elegir antes de la previsión de sus méritos a algunos y no a todos para la gloria, sin por eso mismo dejar de elegir a los otros antes de la previsión de sus culpas.

De lo contrario habría que decir que Dios tiene que considerar en los elegidos el hecho de que no tengan pecado, o de que mueran arrepentidos de sus pecados, antes de elegirlos para la gloria, si la razón para no elegir a los réprobos es que pecan y mueren sin arrepentirse de sus pecados.

Y eso parecer ser lo mismo que elegir para la gloria sobre la base de los méritos previstos, “post praevisa merita”.

Santo Tomás trata específicamente de la reprobación en I, q. 23, a. 3. Allí dice lo siguiente, respondiendo a las objeciones 1ª y 3ª:

“A lo primero hay que decir que Dios ama a todos los hombres, y también a todas las creaturas, en cuanto para todos quiere algún bien, no sin embargo quiere todo bien para todos. Por tanto, en cuanto para algunos no quiere el bien que es la vida eterna, se dice que los odia o reprueba”.

“A lo tercero hay que decir que de la misma Bondad divina se puede sacar la razón de la predestinación de algunos y la reprobación de otros. Pues se dice que Dios hizo todas las cosas por su Bondad, en el sentido de que las hizo para que la Bondad divina fuese representada en las cosas. Ahora bien, es necesario que la Bondad divina, que en sí es una y simple, sea representada de muchas formas en las cosas; porque las cosas creadas no pueden alcanzar la simplicidad divina. Y por eso es que para la perfección del Universo se requieren diversos grados en las cosas, de las cuales algunas tengan un lugar alto, y otras un lugar ínfimo. Y para que la multiformidad de los grados se conserve en las cosas, Dios permite que sucedan algunos males, para que no sean impedidos muchos bienes, como se ha dicho. Por tanto, consideremos todo el género humano igual que la totalidad de las cosas. Quiso por tanto Dios en los hombres, en cuanto a algunos, a los que predestina, representar su Bondad por modo de misericordia, perdonando, y en cuanto a otros, a los que reprueba, por modo de justicia, castigándolos. Y esta es la razón por la cual Dios a algunos elige y a otros reprueba. Y ésta es la causa que asigna el Apóstol, en Rom. 9, diciendo: “Queriendo Dios mostrar su ira (es decir, la justicia del castigo) y manifestar su poder, soportó (es decir, permitió) con mucha paciencia, vasos de ira, aptos para la perdición, para mostrar las riquezas de su gloria en los vasos de misericordia, que preparó para la gloria. Y en 2 Tim, 2, dice que en una casa grande no hay solamente vasos de oro y plata, sino también de madera y arcilla, y algunos para usos honorables, otros para usos oprobiosos. Pero por qué eligió a estos para la gloria, y a aquellos reprobó, no tiene razón sino en la voluntad divina. Por lo que Agustín dice, en Sobre el Evangelio de Juan, “porque trae a éste, y a aquel no lo trae, no quieras afirmarlo, si no quieres errar” . Como también en las cosas naturales se puede asignar la razón por la cual la materia prima, en sí totalmente informe, en una parte suya esté bajo la forma del fuego, y en otra, bajo la de la tierra, creada así por Dios en el principio, o sea, para que haya diversidad de especies en las cosas naturales. Pero porqué esta parte de la materia está bajo esta forma, y aquella bajo otra, depende de la simple Voluntad divina. Como de la simple voluntad del artífice depende que aquella piedra esté en esta parte de la pared, y aquella en aquella otra, por más que es el arte el que exige que alguna de ellas esté aquí y alguna de ellas allá. Y no hay por esto iniquidad en Dios, es decir, si da cosas desiguales a los que no son desiguales. Sería contra la razón de justicia, si el efecto de la predestinación fuese algo debido, y no se diese por gracia. Pero en las cosas que se dan gratuitamente, puede alguien según su voluntad dar a quien quiera más o menos, mientras no sustraiga nada de lo debido, sin perjudicar la justicia. Y esto es lo que dice el hacendado en Mateo 20: “toma lo que es tuyo, y vete. ¿No puedo hacer lo que quiero con lo que es mío?”.

En todo este artículo, cuyo título es "Si Dios reprueba a alguien", Santo Tomás no menciona una sola vez el pecado previo de la creatura como motivo de la reprobación divina.

De hecho, si el motivo de la reprobación incluso negativa antecedente fuese el pecado previsto de la creatura, entonces Santo Tomás no podría decir las cosas que hemos puesto en negrita.

Debería haber dicho: “por qué eligió a éstos para la gloria y a aquellos reprobó, se debe a que previó que éstos habrían de pecar y morir en la impenitencia final”.

Y habría que agregar para completar: “y a que previó que aquellos habrían de aceptar la gracia y perseverar hasta el fin”.

Pero prescindiendo de esta segunda parte, lo primero parece innegable que debería haberlo dicho así.

Tampoco tendría que haber concedido que Dios da cosas desiguales a los que no son desiguales. Pues por el pecado previo y previsto por Dios, los réprobos serían de entrada desiguales respecto de los elegidos.

Saludos cordiales.
13/10/15 2:53 PM
  
Néstor
Igualmente, debió haber dicho Santo Tomás: "porqué eligió a éstos para la gloria, y a aquellos reprobó, se debe a que previó que éstos rechazarían la gracia".

Con lo cual ya no serían iguales, tampoco, a los que no la rechazarían.

Saludos cordiales.
13/10/15 6:51 PM
  
Horacio Castro
Llegados los comentarios a este punto, comprendo los argumentos, pero me resulta (hasta ahora) imposible aceptarlos plenamente. Por una parte como sucede con pasajes bíblicos, también san Agustín y santo Tomás son pasibles de interpretación y eventualmente se les ‘haga decir’ lo que no dirían, o dar significado a lo que ‘no dijeron’. Por otra, hay conceptos muy complejos sobre la inteligencia y plan de Dios, su voluntad antecedente y consecuente, su designio eterno “antes” de la fundación del mundo, su justicia y misericordia “posterior y anterior a su previsión”. Son razonamientos muy difíciles de manejar que: se prive con “anterioridad a su culpa” una gracia eficaz más abundante; que sea evidente que Dios siempre puede impedir la “voluntaria no consideración de la regla moral” y que por tanto “siempre que ésta tiene lugar, es que Dios la ha permitido”. Estas frases las extraigo de un último comentario en el post de este blog, titulado “(100) Predestinación, VI: Diez detalles imponentes del Misterio”, porque están relacionadas con el último comentario para el presente post sobre la “reprobación negativa antecedente”. Según se quiera explicar el pecado tiene por responsable al hombre como causa ‘segunda’ defectuosa pero también como causa ‘primera’. Lo que no se puede eludir es que la culpa depende exclusivamente de la creatura y lógicamente porque Dios permite el pecado. ¿Hasta dónde se lleva un razonamiento sobre que Dios es causa primera de la creatura? No puedo llegar fácilmente a la conclusión de “que la negación divina de una moción eficaz sería anterior al pecado de la creatura” porque “la voluntad divina de no impedir el pecado implica la voluntaria negación divina de todo aquello con lo cual el pecado sería de hecho impedido, previamente a la previsión del pecado”. De ahí que propongo un concepto de “predestinación de los no condenados”. Es una simple idea ante el cuestionamiento molinista, que de cualquier manera fue respondido categóricamente por Domingo Bañez refutando la “ciencia media”. Las frases que menciono del otro comentario son una elección de alguna manera tendenciosa, porque éstas son parte de una elaboración muy ordenada dentro de una “lógica teísta”. Lo extraordinario de santo Tomás y otros es que logra explicar la naturaleza de Dios. Por eso la importancia de su justicia con posterioridad y su misericordia anterior. Pero, en definitiva, todo es anterior a Su fundación del mundo…
14/10/15 11:35 AM
  
Néstor
Por mi parte pocas proposiciones conozco más evidentes que la que dice que Dios siempre puede impedir la voluntaria no consideración de la regla moral por parte de la creatura. Es un mero corolario de la definición de "Omnipotencia".

Y que por tanto, si dicha no consideración ocurre, es que Dios la ha permitido, es también otra cosa que para mí es de una evidencia grandísima, supuesto que "permitir" es "no impedir", y evidentemente que si la consideración ocurre, Dios no la ha impedido.

Saludos cordiales.
14/10/15 6:51 PM

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