2.08.15

La Palabra del Domingo - 2 de agosto de 2015

 Biblia

     

 Jn 6, 24-35.

“24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: ‘Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?’

26 Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.’

28 Ellos le dijeron: ‘¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?’ 29 Jesús les respondió: ‘La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.’

30 Ellos entonces le dijeron: ‘¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: = Pan del cielo les dio a comer.’ =

32 Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al

mundo.’

34 Entonces le dijeron: ‘Señor, danos siempre de ese pan.’

35 Les dijo Jesús: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.”

  

COMENTARIO

 

No tener hambre o sed nunca

 

No extraña nada de nada que, tras la multiplicación de los panes y de los peces, muchas personas siguieran a Jesús porque aquello les había parecido algo no muy común.

Jesús, sin embargo, conocía a la perfección el corazón de muchos de los que le seguían y, como se diría popularmente, los había calado. Por eso les dice que le siguen no por lo que importa sino por lo que es demasiado perecedero.

El Hijo de Dios hace una recomendación muy importante: lo que importa es lo que no perece; lo que perece no vale tanto la pena. Es más, deben trabajar por Él mismo que es el alimento que Dios había dado para la vida eterna.

Tampoco extraña que aquellos que le seguían quisieran saber algo más porque si el Maestro decía eso era porque había alguna forma de cumplir con la voluntad del Enviado de Dios y, así, con la de Dios mismo.

El caso es que Jesús les dice que Él les dará tal alimento y, sin duda, se está refiriendo a la Eucaristía que instituirá en la Última Cena.

¿Qué hacer, pues?

Hay que creer. Pero no creer en cualquiera sino en el Enviado de Dios, en Él mismo. Sólo así se alcanzará el alimento que nunca perece.

Pero ellos son de corazón duro. Quieren una señal. Al parecer no les es suficiente con lo que les decía. Y es que su fe era, verdaderamente, regular o, más bien, pequeña. Sabían que sus padres, sus antepasados, habían comido el maná que Dios les había enviado ante su afrenta y tentación al Todopoderoso. ¿Qué haría el Mesías?

Dice Jesús que el “pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo”. Y ellos quieren de tal pan. Y le piden que les dé del mismo.

Ellos, a lo mejor, no están preparados para lo que van a escuchar. Aun no ha llegado el momento para eso pero Jesús les ha de decir la verdad: Él bajó del cielo para dar la vida al ser humano, al hombre, a la humanidad entera.

Hay que ir, pues, a Jesús como Él mismo dice. E ir a Él supone no tener ni hambre ni sed: pan y vino, Cuerpo y Sangre de Cristo.

 

PRECES 

 

Por todos aquellos que no trabajan para obtener el alimento que nunca perece.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que sólo trabajan para el alimento que perece.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

 

Padre Todopoderoso; ayúdanos a anhelar el pan que da la vida.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 

………………………

Por la libertad de Asia Bibi. 
……………………..

Por el respeto a la libertad religiosa. 
……………………..

Enlace a Libros y otros textos.

……………………..

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

 Querer no tener hambre y sed nunca tiene mucho que ver con el amor de Dios.

…………………………….
Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

…………………………….

InfoCatólica necesita vuestra ayuda.

 

Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:

 

da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7), y haz click aquí.

1.08.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Una clara advertencia de Cristo.

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia?" (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Una clara advertencia de Cristo

 

Y Jesús dijo… (Mt 18, 8-9)

“Si, pues, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego.”

 

Alguien podría equivocarse al intentar comprender qué quiere decir Jesús con eso que dice en este texto del evangelio de san Mateo. La verdad es que resultan muy difíciles de asumir las palabras del Hijo de Dios.

Sin embargo, como suele suceder con el Mesías, no todo lo que parece que es acaba siendo lo que parece que es.

Leer más... »

31.07.15

Murió Javier Krahe, el que cocinó a Cristo

 

De aquello fue absuelto por un tribunal que, seguramente, no comprendió exactamente qué quiere decir el sentido de lo religioso ni, más que nada, lo que supone Cristo para un discípulo del Maestro.

De aquel engendro hecho con mala sombra y mala baba quedó como aliviado quien había elaborado una especie de insulto blasfemo e impresentable.

De lo que fue una clara manifestación de falta de vergüenza quedó como si nada, limpio como queda limpia una prenda lavada con lejía de la buena, de la que todo lo quita.

Leer más... »

30.07.15

Serie “Lo que Cristo quiere de nosotros” – Cristo quiere que te dejes curar por Él.

 


Somos hijos de Dios y, por tanto, nuestra filiación divina, supone mucho. Por ejemplo, que en la misma tenemos a un hermano muy especial. Tan especial es que sin Él nosotros no podríamos salvarnos. Sencillamente moriríamos para siempre. Por eso entregó su vida y, por eso mismo, debemos, al menos, agradecer tan gran manifestación de amor. Y es que nos amó hasta el extremo de dar subida por todos nosotros, sus amigos.

El Hijo del hombre, llamado así ya desde el profeta Daniel, nos ama. Y nos ama no sólo por ser hermano nuestro sino porque es Dios mismo. Por eso quiere que demos lo mejor que de nosotros mismos puede salir, de nuestro corazón, porque así daremos cuenta de aquel fruto que Cristo espera de sus hermanos los hombres.

Jesús, sin embargo o, mejor aún, porque nos conoce, tiene mucho que decirnos. Lo dijo en lo que está escrito y lo dice cada día. Y mucho de los que nos quiere decir es más que posible que nos duela. Y, también, que no nos guste. Pero Él, que nunca miente y en Quien no hay pecado alguno, sabe que somos capaces de dar lo mejor que llevamos dentro. Y lo sabe porque al ser hijos de Dios conoce que no se nos pide lo que es imposible para nosotros sino lo que, con los dones y gracias que el Padre nos da, podemos alcanzar a llevar a cabo.

Sin embargo, no podemos negar que muchas veces somos torpes en la acción y lentos en la respuesta a Dios Padre.

A tal respecto, en el evangelio de san Juan hace Jesús a las, digamos, generales de la Ley. Lo dice en 15, 16:

“No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”.

En primer lugar, no nos debemos creer que nosotros escogemos a Cristo. Quizá pudiera parecer eso porque, al fin y al cabo, somos nosotros los que decimos sí al Maestro. Sin embargo, eso sucede con el concurso de la gracia antecedente a todo lo que hacemos. Por eso es el Hijo de Dios el que nos escoge porque antes ha estado en nuestro corazón donde tenemos el templo del Espíritu Santo.

Pero importa saber para qué: para dar fruto. Y tal dar fruto sólo puede acaecer si damos cumplimiento a lo que Jesucristo espera de nosotros. Y que es mucho porque mucho se nos ha dado.

 

Cristo quiere que te dejes curar por Él

 

Los hijos de Dios que nos consideramos discípulos de Cristo llevamos una vida de la que podría decirse de todo menos que sea tranquila si nos referimos al acatamiento de la voluntad de Dios.

Desde que Adán y Eva creyesen que podían burlar al Todopoderoso haciendo lo que tenían prohibido hacer hasta hoy mismo no podemos decir que hayan sido pocos los hijos de Dios que hayan querido hacer algo parecido. Es más, que cada día se cometen pecados por acción o por omisión es tan obvio que no vale la pena decir nada al respecto.

Leer más... »

29.07.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- ¿Lo debemos aceptar todo… sin más?

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

 ¿Son, pues, otros tiempos?

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

 ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, estos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe -¿Lo debemos aceptar todo… sin más?

 

 

Sabemos que el Apocalipsis es un libro bíblico que da un poco de miedo. No es que esté escrito para eso sino que, según se lee en el mismo, es importante y necesario que nos tentemos la ropa antes de hacer según qué cosas.

Pues bien, en un momento determinado del mismo (más que conocido) Dios habla del tibio, del frío y del caliente. Y no se refiere a la temperatura del agua o de otro líquido sino a la temperatura del corazón del creyente.

Leer más... »

28.07.15

Un amigo de Lolo – Oración de la franqueza.

Presentación

Lolo

 

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

  

Oración de la franqueza

“Cristo; por nada del mundo quiero ver el ramalazo de tus ojos cuando mancillan a un niño, o cuando atropellan a un hombre. Aquí te queda hoy mi propósito de una rienda firme para las palabras, para los pensamientos  y para todos los actos de mi vida.” (Extraída de “Mesa redonda con Dios”)

 

Hay quien confunde franqueza con sinceridad. Y, francamente, no son lo mismo. Es más, una muestra hasta dónde es capaz de llegar el ser humano según sus intereses: la segunda.

Pero Lolo, con su perspicacia espiritual, nos muestra un sentido muy profundo de lo que es la franqueza: cuando está relacionada con Dios, con el Padre, con el Todopoderoso.

Leer más... »

26.07.15

La Palabra del Domingo - 26 de julio de 2015

 

 Biblia

Jn 6, 1-15. Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.

 

1 Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, 2 y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. 3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. 4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. 5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: ‘¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?’ 6 Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.’ 8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?’

10 Dijo Jesús: ‘Haced que se recueste la gente.’ Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número o de unos 5.000. 11 Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. 12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: ‘Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.’ 13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: ‘Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.’ 15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.”

 

COMENTARIO

Panes y peces

No debemos olvidar que los discípulos más allegados a Jesús, aquellos que eran considerados sus apóstoles, estaban muy cerca de Él. Cualquiera podría pensar que, por eso mismo, lo conocían perfectamente y que nada de lo que hacía se les despintaba nada de nada.

Pues no. La cosa no iba por ahí. Aquellos que tan cerca estaban del Hijo de Dios no daba la impresión de conocerlo demasiado. Sí, habían presenciado sus milagros, habían escuchado su santa Palabra, de Dios y, también, habían acabado cansados de andar por los caminos y se habrían dicho si es que aquel hombre nunca iba a dejar de predicar.

Leer más... »

25.07.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – La fe todo lo puede

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia?" (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

 

La fe todo lo puede

 

Y Jesús dijo… (Mt 17, 20)

“Díceles: Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘Desplázate de aquí allá’, y se desplazará, y nada os será imposible.”

Ellos no habían podido. Los apóstoles, los más aventajados entre los discípulos de Jesús, no habían sido capaces de echar un demonio del cuerpo de un joven. Y si no habían sido capaces era por algo. Y Jesús da justa explicación de la cosa.

Lo bien cierto es que la fe, tenerla, pudiera parecer que es cosa simple: se bautiza uno o, mejor, lo bautizan a uno y, ¡hala!, ya se tiene fe. Sin embargo, debe ser algo más complicado que eso. Al menos eso se entiende de lo que dice Jesús.

Leer más... »

24.07.15

¿Los Papas son como los demás católicos?

 

En realidad deberíamos haber preguntado si los Papas pueden ser como los demás católicos. Y es que no vaya alguien a pensar que queremos establecer diferencias que hagan mejor al Papa que al resto de católicos. Y es que la cosa va por otro lado o, mejor, tiene otro sentido que debe ser muy bien entendido.

“El Primado de Pedro y lo que eso significa.

Tratar de demostrar que no es igual un Papa que otro católico.

Jesús quiso que Pedro fuera más importante que los demás. Lo dejo atar y desatar.

El populismo Papal no puede ser bueno ni es, siquiera, admisible.

No puede haber un Papa del “pueblo” porque eso tendría malas consecuencias…”

Esto que hemos traído aquí, digamos, a modo de propuestas de lo que podría ser este artículo, tiene mucho que ver con el sentido equivocado que muchos, que sostienen eso de la “primavera de la Iglesia católica” (a lo mejor como aquella ridícula “primavera árabe”), tienen de lo que es el Papado.

Leer más... »

23.07.15

Serie “Lo que Cristo quiere de nosotros" – Cristo quiere que no olvides a su madre

 


Somos hijos de Dios y, por tanto, nuestra filiación divina, supone mucho. Por ejemplo, que en la misma tenemos a un hermano muy especial. Tan especial es que sin Él nosotros no podríamos salvarnos. Sencillamente moriríamos para siempre. Por eso entregó su vida y, por eso mismo, debemos, al menos, agradecer tan gran manifestación de amor. Y es que nos amó hasta el extremo de dar subida por todos nosotros, sus amigos.

El Hijo del hombre, llamado así ya desde el profeta Daniel, nos ama. Y nos ama no sólo por ser hermano nuestro sino porque es Dios mismo. Por eso quiere que demos lo mejor que de nosotros mismos puede salir, de nuestro corazón, porque así daremos cuenta de aquel fruto que Cristo espera de sus hermanos los hombres.

Jesús, sin embargo o, mejor aún, porque nos conoce, tiene mucho que decirnos. Lo dijo en lo que está escrito y lo dice cada día. Y mucho de los que nos quiere decir es más que posible que nos duela. Y, también, que no nos guste. Pero Él, que nunca miente y en Quien no hay pecado alguno, sabe que somos capaces de dar lo mejor que llevamos dentro. Y lo sabe porque al ser hijos de Dios conoce que no se nos pide lo que es imposible para nosotros sino lo que, con los dones y gracias que el Padre nos da, podemos alcanzar a llevar a cabo.

Sin embargo, no podemos negar que muchas veces somos torpes en la acción y lentos en la respuesta a Dios Padre.

A tal respecto, en el evangelio de san Juan hace Jesús a las, digamos, generales de la Ley. Lo dice en 15, 16:

“No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”.

En primer lugar, no nos debemos creer que nosotros escogemos a Cristo. Quizá pudiera parecer eso porque, al fin y al cabo, somos nosotros los que decimos sí al Maestro. Sin embargo, eso sucede con el concurso de la gracia antecedente a todo lo que hacemos. Por eso es el Hijo de Dios el que nos escoge porque antes ha estado en nuestro corazón donde tenemos el templo del Espíritu Santo.

Pero importa saber para qué: para dar fruto. Y tal dar fruto sólo puede acaecer si damos cumplimiento a lo que Jesucristo espera de nosotros. Y que es mucho porque mucho se nos ha dado.

Cristo quiere que no olvides a su madre

 

En la película “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson hay algunas escenas en las que Jesús está con María, su Madre. Pero hay una que destaca sobe las demás. Decimos que destaca en ternura porque las hay que lo hacen en dolor y sufrimiento.

Decimos que hay una muy tierna. Es aquella en la que Jesús está trabajando en una mesa (lo cual, por cierto, extraña a María que conoce la forma de comer en aquellas tierras y que tiene más que ver con el suelo, por ejemplo, que en una superficie que se sustente sobre patas). María le dice que la comida está preparada y se van los dos hacia la casa. José, entonces, debía haber muerto. Entonces, Jesús le echa unas gotas del agua con la que acababa de lavarse las manos y la cara y da un beso de hijo a María.

Tal escena dice mucho acerca del amor que Jesús sentía por María. Y es que sabía que era algo más que una madre porque gracias a ella la salvación había podido entrar en el mundo. Y es que Jesús, antes de su predicación pública debía ser más que consciente (seguramente también por lo que María le hubiese contado acerca de su nacimiento) que debía cumplir una misión y que la misma tenía mucho que ver con su labor de Mesías. Vamos, que sabía que era el Hijo de Dios que tanto había estado esperando el pueblo judío.

Leer más... »