InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Como Cristo mira

22.05.10

Como Cristo mira - Piedras donde tropezar

Serie “Como Cristo Mira”

Jesús

6.- Piedras donde tropezar (Jn 8, 1-11)

Seguramente, Jesucristo se encontró, a lo largo de su vida pública, con muchos casos en los que alguien era acusado de hacer algo contra la Ley de Dios.

Sin embargo, también entendía y sabía el Mesías que aquella Ley había sido tergiversada de tal manera que no era reconocible.

Así, Jesús tuvo que decir que prefería misericordia antes que sacrificios porque era el verdadero sentido de la voluntad de Dios Padre presentarse como misericordioso antes que como vengativo.

Por eso, cuando se encontró con aquella mujer que, seguramente, corría para escapar de una muerte segura, tuvo que darles, por fuerza, a aquellos que querían cumplir con aquel terrible sentido de la Ley, una lección que no olvidarían nunca porque ¿Quién no tiene una piedra en la que tropezar?

Así lo cuenta Juan en su Evangelio:

1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.

2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.

3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio 4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.

5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»

6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»

8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.

9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.

10 Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»

11 Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»

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15.05.10

Como Cristo mira - Pan de vida

Serie “Como Cristo Mira”

Jesús

5.-Pan de vida (Jn 6, 1-15)

El alimento es, como sabemos, absolutamente necesario para que el ser humano se desarrolle. Pero no sólo hay alimento material sino que, más allá del mismo existe el que lo es espiritual que ha de llenar la vida de quien se dice hijo de Dios.

Jesús, ante la situación que se le presenta sabe y reconoce, en la misma, una buena para demostrar que la oración tiene un verdadero poder y que, con ella, cualquier circunstancia, por desfavorable que parezca, puede convertirse en hecho extraordinario.

Así lo cuenta Juan en su Evangelio:

1 Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, 2 y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos.

3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos.

4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.

5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?»

6 Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.
7 Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.»

8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro:
9 «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?»

10 Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000.

11 Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.
12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.»

13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.

14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.»

15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.

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8.05.10

Como Cristo mira - Con el poder de Dios

Serie “Como Cristo Mira”

Jesús

4.- Con el poder de Dios (Jn 5, 1-47)

La fe se manifiesta de muchas formas. Quien, por ejemplo, cree que entrando en las aguas de una piscina puede quedar curado de sus males físicos lo hace, en realidad, porque tiene la creencia firme de que tal cosa puede suceder y, en su caso, sacarle del marasmo en el que se encuentra.

Cuando Jesús encuentra, en la piscina de Betseda, a una persona que lleva, nada más y nada menos, más de treinta años enfermo con una parálisis que le dificulta entrar en la piscina que allí había, sabe, de inmediato, que algo tiene que hacer porque el sentido misericordioso de su corazón no puede permanecer como si tuviera poca importancia que una persona, llevada por una fe tan perseverante, pudiera seguir en aquellas condiciones.

Si, además, era sábado el día en el que Jesús se encuentra con el paralítico…

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24.04.10

Como Cristo mira - Tan sólo materia

Serie “Como Cristo Mira”

Jesús

3.- Tan sólo materia (Jn 4, 46-54)

Si había algo que hiciera a Jesús mirar a sus contemporáneos con más amor del que, ya, les tenía, era la fe y la confianza. A través de la primera se dibujaba el alma de quien le hablaba y partiendo de la segunda sabía que se encontraba ante alguien que, seguramente, creía en el Enviado de Dios.

Así, Jesús, como hizo en otras ocasiones (el ciego al borde del camino, la hemorroísa, los amigos que descuelgan al que lo era suyo abriendo un boquete en el techo de una casa, etc.) se da cuenta de que quien tiene fe y tiene confianza no puede quedar defraudado.

Así lo cuenta Juan en su Evangelio:

46 Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm.

47 Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir.
48 Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis.»

49 Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo.»

50 Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive.» Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.

51 Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía.

52 El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.»
53 El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia.

54 Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

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17.04.10

Como Cristo mira - Agua viva

Serie “Como Cristo Mira”
(Savia de amor en el evangelio de S. Juan)

Jesús

2.- Agua viva (Jn 4, 1-43)

También Jesús se cansaba. Como cualquier otra persona se vio obligado a tomar asiento al borde de un pozo y esperar, allí, un poco tiempo mientras sus discípulos volvían.

Sin embargo, como ninguna ocasión perdía el Maestro, al ver venir a la mujer samaritana seguramente ya podría estar pensado qué le iba a decir y aprovechar tal momento para, como luego pasaría con los discípulos de Emaús, abrir su mente.

Así lo cuenta Juan en su Evangelio:

“1 Cuando Jesús se enteró de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan – 2 aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos-,3 abandonó Judea y volvió a Galilea. 4 Tenía que pasar por Samaria.

5 Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.

7 Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.» 8 Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana: 9 «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)
10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.»

11 Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? 12 ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»

13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; 14 pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.»

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