InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Serie José María Iraburu

16.07.11

Serie José María Iraburu - 16 – El martirio de Cristo y de los cristianos

El Señor decía ‘Quien quiera salvar su vida
(en el mundo presente), la perderá (para el mundo futuro);
y quien perdiere su vida por mi causa, la salvará

El martirio de Cristo y los cristianos (M. C-c)
7- La evitación sistemática del martirio
José María Iraburu

El martirio de Cristo y los cristiano

Es bien cierto que el discípulo no puede ser más que el Maestro (“No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo”, recoge san Mateo en su evangelio, 10, 24), pero tampoco es poco cierto que tiene que imitarlo lo más posible (“Ya le basta al discípulo ser como su maestro”, también en el mismo capítulo de san Mateo, 25 a.) Si Cristo fue martirizado en su vida terrena, quien se dice discípulo suyo no puede esperar, seguramente, otra cosa que el martirio.

Cristo martirizado

Todo discípulo de Cristo sabe que “Durante su vida temporal, Jesucristo es mártir permanente de Dios en el mundo” (1). Además, el Hijo de Dios está en el conocimiento, sabe, lo que le tienen preparado los hombres de su tiempo y, en fin, “la suerte que le espera” (2).

Por otra parte, como es más que sabido y como dejó escrito san Pablo en su Primera Epístola a los Coríntios (1, 23.24) lo que le sucedió a Jesucristo en cuanto forma de vivir y, sobre todo, de morir, es, fue, “escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero fuerza y sabiduría de Dios para los llamados, sean judíos o griegos” (3).

Sin embargo, dice el P. Iraburu que Jesús “es el más feliz de los hombres” (4) lo cual podría parecer extraño si, como hemos dicho arriba, sabía, al fin y al cabo, lo que le iba a pasar. Y esto es así porque “A medida que va creciendo, Cristo se conoce, se reconoce, cobra conciencia de ser el Amado del Padre, el Primogénito de toda criatura, el que ‘sustenta con su poderosa palabra todas las cosas (Heb 1,3)’” (5).

Y, a pesar de su bondad y de su misericordia; a pesar del comportamiento plenamente divino que lleva a lo largo de su vida pública Jesucristo es “mártir toda su vida” (6) porque, volvemos a insistir sobre la misma realidad, como dice José María Iraburu, “se reconoce en las Escrituras” (7) porque “Aprende a leer, lee las Páginas divinas, y cada vez va comprendiendo mejor, en su conocimiento humano adquirido, cómo todas las Escrituras se están refiriendo a Él continuamente. Mientras es niño y muchacho, permanece callado; pero cuántas veces en Nazaret habría podido decir lo que dirá años más tarde allí mismo: ‘hoy se cumple [en Mí] esta Escritura que acabáis de oír’ (Lc 4,21)” (8).

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9.07.11

Serie José María Iraburu - 15- La adoración eucarística nocturna

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Desde el principio del cristianismo, la Eucaristía
es la fuente, el centro y el culmen de toda la vida de la Iglesia

La adoración eucarística nocturna (A.e-n)
1. Historia
José María Iraburu

Adoración eucarística

Adoración Nocturna

Es evidente que para un cristiano la Eucaristía es algo más que una reunión donde una persona, el sacerdote, recuerda el sacrificio de Jesucristo. Por eso “Desde el principio del cristianismo, la Eucaristía es la fuente, el centro y el culmen de toda la vida de la Iglesia” (1) y, por eso mismo, la adoración eucarística ha tenido, tiene y ha de tener, una notable importancia.

Es cierto, por eso mismo, que “En los siglos primeros, a causa de las persecuciones y al no haber templos, la conservación de las especies eucarísticas se hace normalmente en forma privada, y tiene por fin la comunión de los enfermos, presos y ausentes. Esta reserva de la Eucaristía, al cesar las persecuciones, va tomando formas externas cada vez más solemnes” (2). Dentro de la Misa “ya por esos siglos el cuerpo de Cristo recibe de los fieles, dentro de la misma celebración eucarística, signos claros de adoración, que aparecen prescritos en las antiguas liturgias” (3). Pero fuera de la Santa Misa la adoración eucarística ha tomado la forma, por ejemplo, de la que no es nocturna que es tema escogido por el P. Iraburu para escribir este libro porque no es poco importante que el cristiano no tenga a Cristo sólo como Alguien a quien tener presente en la celebración eucarística que se lleva a cabo dentro de un templo sino que, saliendo de las paredes que conforman al mismo también se le tenga en cuenta.

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2.07.11

Serie José María Iraburu - 14 - Causas de la escasez de vocaciones

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La escasez de vocaciones es un fenómeno
eclesial muy grave y negativo.
Y no podrá enfrentarse si no se conocen
suficientemente sus causas

Causas de la escasez de vocaciones (C.-e.v.)
Introducción

José María Iraburu

Es evidente y cierto que las vocaciones, bien sea a la vida religiosa en cuanto pertenencia a un instituto religioso, bien sea al sacerdocio, escasean. No es ningún secreto que eso es lo que pasa.

Causa escasez vocaciones

Pero las cosas tienen, han de tener, un por qué, una razón. Al fin y al cabo, existen unas causas más que puestas sobre la mesa por el P. Iraburu de las que vamos a tratar. Negar, por otra parte, que existen tales causas es no reconocer la realidad de las cosas.

Para empezar

Podría parecer otra cosa pero, en realidad, resulta que son las naciones ricas en las que las vocaciones han disminuido. Así, “la Iglesia Católica va disminuyendo mucho en los países ricos, de antigua filiación cristiana, al mismo tiempo que crece notablemente en los países pobres, que fueron evangelizados por aquéllos” (1).

Parece, pues, que existe una relación entre riqueza y descristianización (2). Por eso no hay que perder de vista que “La escasez de vocaciones es un fenómeno eclesial muy grave y negativo. Y no podrá enfrentarse adecuadamente si no se conocen suficientemente sus causas.” (3).

Por lo tanto, no habría más que tratar de descubrir, conocer y corregir las causas que han acabado por hacer que las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal hayan disminuido. Pero no parece que sea de interés hacer tal cosa porque “Sin embargo, de hecho, la búsqueda de las causas de la escasez de vocaciones es un tema tabú. Son muchos los que parecen decididos a eludirlo, como si pensaran: ‘Bastante preocupados estamos con la escasez misma de las vocaciones, y con sus graves consecuencias pastorales, como para que además hubiéramos de ponernos ahora a investigar sus causas. Ya no nos faltaba más que eso’” (4).

En realidad, aquí hay, claro, causas pero también hay, digamos, culpables de que tal realidad espiritual y material haya devenido algo tan palpable. Pero como, en verdad, lo que importa es buscar las causas, el P. Iraburu entiende que no hay que buscar a los culpables porque, al fin y al cabo, “Las Iglesias necesitan urgentemente conocer y reconocer las causas de la ausencia de vocaciones apostólicas, para poner a ese grave mal los remedios necesarios” (5).

Encuentra, José María Iraburu, en la heterodoxia y en la heteropraxis lo que llama “causas principales” (6) de la escasez de vocaciones porque pues es bien cierto que el proceso de tener, de la fe, un concepto, digamos, “muelle” y, por tanto, de practicar la misma de una forma imaginativa ha de tener, como consecuencia, la comisión de errores o, mejor, que basándose en ellos, el espíritu necesario que fundamenta la atracción hacia la vocación, en general, religiosa, se vea defraudado.

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25.06.11

Serie José María Iraburu 13- Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción

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Clamaste en la aflicción
y yo te libré
” (Sal 80,8)
Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción (O.-t.a.)
Introducción
José María Iraburu

Oraciones tiempo aflicción

Como sabemos, orar es mantener una relación con Dios basada en una filiación que protege ante los embates y asechanzas del mundo. Si hemos hecho la elección a favor de Cristo y en contra de las mundanidades, a favor de la fe y en contra del olvido de Dios, orar es, ciertamente, una actitud de aquiescencia a favor del Creador.

Pero, como también es más que conocido, los tiempos que le ha tocado vivir a la Iglesia católica son, ciertamente, dificultosos y llenos de desazón. Por eso la misma se tiene que hacer oración con una dedicación especial.

Pues bien, a lo largo de la historia de la humanidad conocida como la que fue elegida por Dios para ser su pueblo, orar ha sido sinónimo de cercanía al Creador. Y, en efecto, hay muchas formas de hacer oración.

Plantear la situación

No hay nada mejor como fijar, desde el principio, la situación de lo que se estudia. Por eso dice el P. Iraburu que “La Iglesia hoy, como siempre, al menos en determinadas regiones, sufre muchas aflicciones de origen interno y grandes persecuciones del mundo. La mayoría de los bautizados se mantiene habitualmente alejada de la Eucaristía y de la oración” (1).

A este respecto, preguntarse acerca de que la situación, en tales ámbitos espirituales, esté como está, ha de suponer realizar un notable esfuerzo de comprensión de lo que pasa. Eso le hace decir a José María Iraburu que “es la soberbia la causa principal de todos estos males de la Iglesia: es ella la que produce rebeldías doctrinales y disciplinares, la que se avergüenza de la Cruz de Cristo, y lleva a gozar del mundo lo más posible, despreciando la Voluntad divina y olvidándose de los pobres…” (2). Y es tal actitud la que “lleva a las Iglesias locales más enfermas a buscar remedio para sus males allí donde en modo alguno van a encontrarlo. Ella, la soberbia, ciega a la Esposa y le impide volverse a su Señor humildemente, solicitando su ayuda desde lo más hondo de su miseria: ‘desde lo más profundo a ti grito, Señor’ (Sal 129,1)” (3).

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18.06.11

Serie José María Iraburu - 12- Gracia y virtudes (Spin-off de “Por obra del Espíritu Santo”)

La gracia es un estado de vida, de vida
sobrenatural recibida gratuitamente de Dios

Gracia y Virtudes (G.-v.)
José María Iraburu

Algo que clarificar

Padre Irabubu

El número anterior de la serie dedicada al P. Iraburu tenía como causa del mismo el libro “Por obra del Espíritu Santo”. Pues bien, por considerar especialmente importante el tema de la Gracia hemos decidido “extraer” del análisis anterior el mismo para que sea tratado en artículo aparte. Eso es lo que vamos a hacer. Por eso lo de “Spin off” que es la técnica de dar, digamos, vida propia, a lo que forma parte de un conjunto mayor.

Gracia

Cuando hablamos de “gracia” se nos representa como una especie, digamos, de favor, que Dios hace a su creación y a partir de la cual se puede alcanzar un conocimiento espiritual de la realidad no desdeñable ni poco importante.

Sin embargo, el P. Iraburu nos dice que, por ejemplo, “La palabra griega jaris, traducida al latín por gratia, es la que en el Nuevo Testamento significa con más frecuencia ese amor gratuito y misericordioso de Dios hacia los hombres, que se nos ha manifestado y comunicado en Jesucristo” (1).

Entonces… ¿Cómo podemos entender la gracia?

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