InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Benedicto XVI

11.11.10

Realidades verdaderamente contrarias

Se ve que la reciente visita del Papa a España tiene, aún, mucho que decir porque, al parecer, hay personas o instituciones que sangran por alguna extraña herida.

Las cosas no empezaron bien, para según qué personas, cuando en el avión que lo trasladaba a España y en la rueda de prensa que suele ofrecer en sus viajes, dijo aquello de “En España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente en España”.

Algunos han dicho que eso no es verdad y que en España “Solo desde una ignorancia irresponsable puede afirmarse que en España se practica hoy un ‘laicismo agresivo’” (Juan G. Bedoya, en “El País”)

Bien, sigamos con las reacciones porque la ignorancia y la irresponsabilidad abundan mucho.

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27.10.10

Iglesia-Estado, visitas y otras cuestiones

Cuando surge el tema sobre las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado suelen salir a la palestra de la realidad de las cosas aquellas opiniones que, aprovechando que el Tíber pasa por Roma y el Manzanares por Madrid, tratan de hacer lo posible para que la Iglesia católica quede lo peor posible.

Esto es, ciertamente, un derecho que se tiene de decir lo que se piensa pero cuando se falta a la verdad y se pretende hacernos comulgar con ciertas ruedas de molino, lo mejor es hacer lo posible para que paren de dar vueltas las citadas ruedas.

A costa de la visita de Benedicto XVI a España en los primeros días del próximo mes de noviembre, han salido los mismos de siempre a decir lo mismo de siempre. Esto ya cansa pero resulta obligado decir algo pues, de lo contrario, se podría pensar eso de que “el que calla otorga” y otorgar, a ciertas personas, alguna oportunidad de credibilidad es hacer posible que el Maligno se luzca.

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10.08.10

La Iglesia de Benedicto XVI

Papa

Es obvio que para cada Pontífice la Iglesia es su casa y, como tal, quizá piensan en tenerla arreglada según cómo las convicciones espirituales de su corazón les instan a hacerlo. Y para el Santo Padre actual, ¿cómo debe ser la Iglesia de la que tiene la llave que, a través de los siglos, le llega desde Pedro?

Antes que nada tengo que indicar que las ideas que tratan de ser expresadas aquí han sido entresacadas, destiladas, de “El origen de la Iglesia” y “Salvación fuera de la Iglesia”, apartados contenidos en “El nuevo pueblo de Dios”, publicado en 1972 y del artículo titulado ¿Por qué permanezco en la Iglesia?”.

En principio, la Iglesia es, en cuanto creación de Jesús, una “nueva comunidad visible de salvación”. Esta expresión, recogida en “El nuevo Pueblo de Dios”, texto de Benedicto XVI, clarifica bastante bien el sentido que quiere darle, su forma de ser, ante el mundo actual; al fin y al cabo, cómo quiere que sea esa casa común creada por el Mesías, este nuevo sucesor del Apóstol que renegó, pero supo levantarse a tiempo, de su amistad con Cristo.

Porque, ante la actual situación de incredulidad, de planteamiento de dudas acerca de todo lo relacionado con la fe cuando no con evidentes signos de ateísmo materialista y hedonista, la Iglesia, para Benedicto XVI, no ha de ser nada ambigua sino, al contrario, profundamente santa y signo que invite, que invita, a la fe; ante las asechanzas propias de un ser huidizo de Dios y amparado en lo pragmático y útil, la propuesta del actual Pontífice es que la Iglesia sea sensible a los problemas sociales; que se abra a la relación con los hermanos separados; que comprenda al otro que no piensa como quien tiene enfrente, quizá en su contra, pugnando y, por ejemplo, que lleve a cabo una liturgia que sea accesible al pueblo (me refiero a la Iglesia) Estos parámetros determinan que la Iglesia sea verdadera casa común, acogedor cauce para el alma de todos.

También, ante la pretensión de que la Iglesia responda con una voluntad propia, subjetiva, frente a la universalidad de su misión, Benedicto XVI entiende necesario comprender que los proyectos individuales si no se incardinan en lo que es la Iglesia de Cristo son, digamos, dice, comocastillos de arena” que fácilmente se vienen abajo. Por eso, la Iglesia de Benedicto XVI no puede ser “nuestra” en el sentido antes dicho, de apropiación particular y, lo que es peor, particularista, sino “suya” y, así, los fines que ha de abarcar, buscar y realizar han de tener, por eso mismo, un asiento en la voluntad de Dios y no, claro, en la nuestra. Al fin y al cabo, el Santo Padre establece su doctrina al respecto porque entiende que “en el fondo no es nuestra sino suya” (se refiere a Cristo) He aquí una poderosa razón para sentirse bien dentro de la Iglesia.

Además, uno de los aspectos más importantes en este tema es que Benedicto XVI entiende que la Iglesia se ha de regir por dos criterios esenciales: al amor, esos dos bienes sin los cuales no se entiende una sociedad moralmente avanzada.

Si por una parte la lucha contra la injusticia brota de un impulso fundamentalmente cristiano” y entender otra cosa no es, sino, manipular la realidad misma acaecida a lo largo de los siglos (esto último es opinión del que esto escribe), el amor, ley fundamental, primera, del Reino de Dios, ha de ser la savia que alimente a la Iglesia, porque “sin una cierta cantidad de amor no se encuentra nada”. Ese amor, esa caridad, la cual, el cual, ha sido claramente determinado y explicado en su primera Carta Encíclica Deus Caritas Est, ha de ser, como no puede ser de otra forma, el eje que conduzca el devenir de la Iglesia, porque “el amor no es estático ni acrítico” y, por lo tanto, y así, la Iglesia, puede transformar al hombre amándolo y hacerlo pasar de lo que es a lo que puede ser. Esto es lo que pretende el Santo Padre.

Todo esto apunta hacia un espacio que determina algo fundamental para la vida de cada uno de nosotros: “solamente la fe de la Iglesia salva al hombre”. El concepto que Benedicto XVI tiene de la Esposa de Cristo, y que ha sido brevemente explicado aquí, tiene ese fin, ese objetivo que radica en el sueño que, a lo largo de los siglos, condujo al pueblo elegido por Dios por los desiertos de su vida y luego, tras la constitución de la alianza definitiva hecha por el Creador con el hombre a través de Jesucristo, en la consecución de la salvación eterna. Esa salvación (en sí misma), meta esencial de todo hombre, sólo se puede llevar a cabo dentro del seno de la Iglesia.

Esto, sin embargo, hay que entenderlo correctamente, pues no quiere decir, como quizá se piense, que nadie más pueda salvarse. Por ejemplo, como Bonifacio VIII dicela ignorancia invencible de la verdadera religión” no implica culpa alguna. Y estas personas también pueden alcanzar la vida eterna, pues esto es voluntad de Dios. Sin embargo, esto no quiere decir, tampoco, que de cualquier forma, apoyados en cualquier religión u opción religiosa, se derive la salvación eterna ya que sólo la fe cristiana tiene “el título de revelada” y es en Jesucristo donde el “Dios callado… se ha hecho palabra, discurso para nosotros” y esto es, al fin y al cabo lo que se busca cuando se pretende respuesta a esa inquisición que tanto puede llegar a preocuparnos: ¿nos salvaremos? o, lo que es lo mismo, ¿viviremos eternamente en el Reino de Dios?

Ante esto, ante el problema de la salvación eterna, habría que tener en cuenta que “donde está Cristo, está también la Iglesia” y esa su Esposa, la que quiere Benedicto XVI, es aquella donde debemos hacer discurrir nuestra vida para ser, así, sustancia del Cuerpo de Cristo, una parte de sí mismo, cor unum et anima una.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).

30.04.10

Eppur si muove - ¿Qué les pasa con Benedicto XVI?

La Iglesia católica, a pesar de los muchos que pretenden zaherirla o, simplemente, hundirla, sigue adelante. Sin embargo, si hay algo que molesta, en especial, al creyente que, de verdad, se sienta católico, es el inmisericorde ataque que está sufriendo el Santo Padre, Benedicto XVI.

Sobre el Papa se están diciendo muchas cosas:

-“Es un anciano de 83 años atado a su pasado de teólogo e inquisidor de doctrinas”. (Juan G. Bedoya)

-“El Papa reintroduce la plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos” (Hans Küng)

-“Readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas” (Hans Küng)

-“Impulsa la beatificación de Pío XII” (Hans Küng)

-“El Papa es un infractor secreto, vive en la negación, a pesar de su responsabilidad” (Jeff Anderson, abogado)

-“¿Asumirá también su responsabilidad y dimitirá Benedicto XVI, señalado con el dedo, desde muchos frentes, como silenciador, encubridor y cómplice de algunos actos criminales que él mismo ha condenado?” (Juan José Tamayo, teólogo)

-“No, el Papa es un demagogo. Desde mi punto de vista, esa encíclica encubre otra política real del Papa y del Vaticano que no es acabar con la avaricia del capitalismo, y tal y cual, sino que es seguir manteniendo las costumbres tradicionales, frenar el avance de la Historia…” (Santiago Carrillo Solares)

-“Melancólicamente vuelve siempre al mismo estribillo: no a los anticonceptivos, no al divorcio, no a la unión homosexual, no a la modernidad, y sí a la familia tradicional, sí a la rígida moral sexual, sí a la disciplina. Esos demasiados ‘noes’ vuelven antipático el mensaje, como si no hubiese otros temas urgentes a tratar” (Leonardo Boff)

O, en general, que Este papado no puede resolver los problemas de la Iglesia” (Xabier Picaza, teólogo)

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26.04.10

Enmienda a la totalidad a Benedicto XVI

El otro día tuvimos la ocasión de tratar el escrito del teólogo Hans Küng en el que pretendía que los obispos, más o menos, se alzaran en rebelión contra Benedicto XVI.

Pues ahora le han salido palmeros al teólogo disidente.

Como no podía ser de otra forma, la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII ha tenido que manifestarse sobre el tema y lo ha hecho como era de esperar: nada vale de lo que hay.

Si la Iglesia católica fuera, que no es ni puede serlo, una democracia, podríamos decir que le han presentado, al Santo Padre, una enmienda a la totalidad y que, simplemente, le piden que dimita de su cargo. Es más, así lo dicen: “Pedimos por ello, con el debido respeto a la persona del papa, que presente la dimisión de su cargo”. Vamos, de lo más normal.

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