InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Defender la fe

13.08.10

Eppur si muove - ¿Es la Iglesia católica una Iglesia joven?

En otra ocasión, en esta misma sección que lleva el título de la famosa expresión de Galileo cuando fue obligado a decir lo que no era verdad, ya tratamos el caso según el cual la Iglesia, a lo mejor, era una que lo era carca o, lo que es lo mismo, si estaba pegada a viejas costumbres que, a los ojos del mundo, parecían pasadas de moda.

Sin embargo, hoy no vamos a tratar de eso sino de otra cosa que, a lo mejor, puede parecer lo mismo cuando, en realidad, no lo es: ¿Es la Iglesia católica joven?

Hace unas semanas, le presentaron a Benedicto XVI una especie de documento visual que hacía mención a sus primeros cinco años de pontificado. En aquel momento, expresó en Santo Padre una idea que, vista como corresponde, es importante:

Hemos visto que la Iglesia también hoy, aunque sufra tanto, como sabemos, con todo es una Iglesia gozosa, no es una Iglesia envejecida, sino que hemos visto que la Iglesia es joven y que la fe crea alegría“.

Por tanto, a lo dicho por el vicario de Cristo poco podemos añadir al respecto del tema de la Iglesia católica y su juventud. Sin embargo sí podemos comentar lo dicho porque, seguramente, aclarará más de una situación de duda al respecto.

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12.08.10

Ir contracorriente

Hace un par de días en la página de Facebook dedicada a Películas Religiosas (que recomiendo visitar) pude ver una película titulada “Talitá Kum” que, por lo que significa, cualquiera sabe a qué se puede referir (Hija enferma de Jairo, Jesús la vuelve a la vida…)

Pero no es tal el caso ni me voy a referir a tal tema que es más que conocido.

Lo que sí quiero citar es que la productora se llama “Contracorriente” y que se hacía acompañar por el símbolo del pez, utilizado por los primeros discípulos de Cristo para identificarse en aquella época de persecución.

Eso me llamó la atención: la conjunción de las realidades ir contracorriente e imagen del pez.

Me llama la atención que la Iglesia católica haya tenido, a lo largo de los siglos, que actuar muchas veces en contra de lo que socialmente estaba admitido como bueno y benéfico para la humanidad y, ahora mismo, muy en contra de lo que se tiene por bueno y benéfico para el discurrir social.

¿Por qué?

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11.08.10

¿Qué tiene Jesucristo para que tantos se conviertan?

No por casualidad, en muchas ocasiones se leen noticias relacionadas con la conversión de personas que, perteneciendo a determinada religión o, simplemente, a ninguna, van a Jesucristo, se convierten al amor de Dios.

Así, muchos musulmanes, protestantes o chinos abrazan el catolicismo y pasan a formar parte de las piedras vivas que constituimos la Iglesia católica.

¿Qué encuentran, tales personas, en el Hijo de Dios para no poder resistir su atracción?

Cuando Jesucristo comenzó su vida pública nadie sabía que la palabra que venía a traer era una Palabra fuerte. Así, cuando comenzó a predicar que traía el Reino de Dios muchos no comprendieron qué quería decir.

Para algunos debía tratarse de uno que lo fuera poderoso; poder de hombres para los tiempos de aflicción por los que pasaba el pueblo elegido por Dios.

Así, querían encontrar en el hijo del carpintero a un Rey que, con su poder divino) derivado de los prodigios que hacía y que demostraban que Dios estaba con Él) se convirtiera en un revolucionario que alzase en armas al pueblo judío y lo hiciese contra el romano invasor.

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9.08.10

El camino de Santiago de nuestra vida

NOTA PREVIA:

Catedral de Santiago

Permítanme tomarme, hoy 9 de agosto de 2010, una pequeña licencia.

Se trata de lo siguiente: como hoy mismo mi esposa sale camino del Camino de Santiago a culminar el mismo, recibir la Compostela e, incluso ir un poco más allá hasta Finisterre, voy a recuperar un artículo publicado por el que esto escribe, en Análisis Digital, el pasado 27 de julio porque, a mi humilde entender, quizá sea hoy el día más acertado para traerlo a InfoCatólica.

Decía, y dice, lo siguiente:

“A veces, los paralelismos espirituales nos sirven para comprender qué nos pasa en nuestra vida como hijos de Dios y, sobre todo, hacia dónde encaminamos nuestros pasos como herederos del Creador.

Así, ahora es tiempo de camino y caminar es el modo más sencillo de llegar a alguna parte. Además, cuando celebramos el día de Santiago Apóstol nada más adecuado que vernos en tan especial sendero hacia el definitivo Reino de Dios.

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3.08.10

Llevar la cruz

El camino de Jesús lo fue, más que otra cosa, de fe que Jesús nos ofreció fue, más que otra cosa, de fe. Él mismo fue el que definió, para nosotros, esta virtud cuando Tomás, en su incredulidad, manifestó su duda tras la resurrección: “feliz el que crea sin haber visto”, dijo. Ese camino lo estableció para que nosotros, sus discípulos, hiciéramos de él nuestra senda hacia el Reino de Dios. Pero, a veces tergiversamos esa fe porque nos interesa o porque los demás así lo quieren y somos y actuamos de forma políticamente correcta; vendemos ese depósito profundo que Dios nos regala por una pasión por el siglo, tierra que pisamos por un tiempo. Esta es nuestra cruz, nuestra propia cruz que, a veces, rechazamos.

El camino de Jesús tenía un sustento fundamental en la oración. A través de ella habla con su Padre, le llama Abbá, pide por aquellos que le injurian y escupen y muestra, sobre todo, una actitud misericordiosa. Y nosotros, en caso de que no nos limitemos a repetir oraciones aprendidas y demos un paso más hacia una relación más cercana con Dios, ¿qué pedimos? Quizá lo hagamos por los demás, ¿por el bien de nuestros enemigos? Esta también es nuestra cruz que, en otras ocasiones dejamos olvidada en algún recodo del camino que nos lleva al definitivo reino de Dios.

El camino de Jesús estaba sometido, entera e indisolublemente, a la voluntad de su Padre. Celebramos, cuando corresponde y en nuestro corazón siempre, que Jesús hizo lo que quería el Creador: ser misericordioso. Por eso murió pero no, como puede creerse por error, como si Dios quisiera que tuviera esa muerte, y muerte de cruz. Sin embargo, podemos preguntarnos cuántas veces actuamos, antes de hacerlo, tratando de conocer cuál sería la voluntad de Dios para esa concreta ocasión, cuántas veces sometemos nuestro gusto a lo mandado por el Padre, en cuántas ocasiones nos negamos a nosotros mismos para no ser nada sino lo que Dios quiera. Ese quehacer continuo, difícil, de vernos en Sus manos y mirar para otro lado es nuestra cruz que debemos cargar con gozo.

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