InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: San Juan Pablo II

31.01.09

Juan Pablo II Magno - Educación

Serie “Juan Pablo II Magno

JPIIM

La educación no es un tema desconocido para la Iglesia católica. Muy lejos de lo que puede pensarse, y así se hace desde sectores alejados de la moral y doctrina católicas, resulta de todo punto fundamental que la materia propia de tal actividad no quede alejada, mucho, de lascitadas moral y doctrina.

Como era de esperar, el tema de la educación, no pasó inadvertido para Juan Pablo II Magno.

¿Qué es, exactamente, la educación?

Así la definía el Papa polaco en un Discurso en la UNESCO, en 1980: “La educación consiste en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre, que pueda ser más y no sólo que pueda tener más, y que, en consecuencia, a través de todo lo que tiene, todo lo que posee, sepa ser más plenamente hombre

Tal plenitud, que la puede alcanzar el ser humano, de compresión de su dignidad y de lo que tal dignidad supone para su ser, se alcanza, pues, a través pero, también, a partir, de una educación conforme a unos valores cristianos que no pueden ser preteridos.

Y, para que la educación se lleve a cabo de forma adecuada, no podemos olvidar el papel, fundamental, que juegan los padres. Por eso, en la Carta a las familias (de 1994) , dejó escrito que “Los padres son los primeros y principales educadores de sus propios hijos, y en este campo tienen incluso una competencia fundamental: son educadores por ser padres. Comparten su misión educativa con otras personas e instituciones, como la Iglesia y el Estado. Sin embargo, esto debe hacerse siempre aplicando correctamente el principio de subsidiariedad”.

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24.01.09

Juan Pablo II Magno - Familia

Serie “Juan Pablo II Magno

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“¡El futuro de la Humanidad se fragua en la familia!”

Esta expresión, fijada por escrito por Juan Pablo II Magno en la Exhortación apostólica Familiaris consortio (FC) (1981) indica, a la perfección, el sentido que de tal institución, tenía el Papa polaco.

Sabemos que en la fragua se forjan los metales y que tal forja se consigue avivando el fuego que le da vida. Por eso, utilizar tal imagen para definir a la familia es ejemplo de lo que, exactamente, ha de ser tal célula básica de la sociedad.

Pero, por mucho que diga en bastante ocasiones (y, por eso, se hace lo posible para tergiversar el sentido mismo de la familia) la familia no es algo negativo para la sociedad sino todo lo contrario.

De aquí, que en la misma Exhortación citada arriba, dijera que: “La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría creadora(FC 11)

Todo esto dicho sobre la familia ha de tener algún sentido para que se le otorgue la importancia que tiene; alguna misión especial reservada, por Dios, para ella. Y así es.

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17.01.09

Juan Pablo II Magno - Mujer

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Serie “Juan Pablo II Magno”

Muchas veces se atribuye, a la Iglesia católica, una minusvaloración de la mujer en cuanto ser humano. Así, se la tiene, a aquella, como institución puramente misógina.

Sin embargo, quien así entiende las cosas es que, en verdad, no entiende la verdad de las cosas.

Juan Pablo II Magno sí pareció, en verdad, entender a la mujer y, por eso, en la Carta a las Mujeres (de 29 de junio de 1995) dejó escrito lo siguiente:

Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.

Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.

Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.

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10.01.09

Juan Pablo II Magno - Sufrimiento y muerte

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Serie “Juan Pablo II Magno”

Cualquiera que conozca, mínimamente, la vida de Juan Pablo II Magno, sabe que el sufrimiento lo conoció en su propia carne cuando fue tiroteado en la Plaza de San Pedro, un 13 de mayo de 1981. Gracias a Dios, en aquel momento, no conoció a la misma muerte.

Por tal echo es fácil entender que el tema del sufrimiento le era bien conocido.

Así, en su Carta apostólica Salvifici doloris, de 1984, dijo que “El sufrimiento, más que cualquier otra cosa, es el que abre el camino a la gracia que transforma las almas” (SD 27)

Sin embargo, para la sociedad hedonista en la que nos tocado vivir, que no admite el sufrimiento, no resulta fácil entender que sufrir pueda ser, no antesala sino algo, en sí, intrínsecamente bueno.

Lo dicho arriba, lo confirma cuando dice que “El sufrimiento, más que todo demás, hace presente en la historia de la Humanidad, la fuerza de la Redención. En la lucha cósmica entre las fuerzas espirituales del bien y las del mal, de las que habla la carta a los Efesios (Ef 6:12), los sufrimientos humanos, unidos al sufrimiento redentor de Cristo, constituyen un particular apoyo a las fuerzas del bien, abriendo el camino a la victoria de estas fuerzas salvíficas” (SD 27)

Pero sufrir es, además de lo dicho, algo más íntimo; algo que nos hace, por así decirlo, más conformes a la voluntad de Dios: “El sufrimiento es también una llamada a manifestar la grandeza moral del hombre, su madurez espiritual. De esto han dado prueba, en las diversas generaciones, los mártires y confesores de Cristo, fieles a las palabras ‘No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla’” (Mt 10:28) (SD 22)

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3.01.09

Juan Pablo II Magno - Vida

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Sin duda alguna, la vida es algo muy importante para un cristiano porque consideramos, en general, que su protección resulta esencial para la pervivencia del ser humano, semejanza de Dios y, sobre todo, por tener carácter sagrado.

Por eso, era de esperar que Juan Pablo II Magno dijera que “La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento de su existencia, también en el inicial que precede al nacimiento. El hombre, desde el seno materno, pertenece a Dios que lo escruta y conoce todo, que lo forma y lo plasma con sus manos, que lo ve mientras es todavía un pequeño embrión informe y que en él entrevé el adulto de mañana, cuyos días están contados y cuya vocación está ya escrita en el libro de la vida” (Encíclica Evangelium vitae, de 1995) (61)

Por tanto:

-El ser humano es pertenencia de Dios.
-Los días del ser humano están contados en el libro de la vida.

Por eso no podemos hacer, digamos, con nuestra vida, lo que más nos convenga porque, en realidad, no nos pertenece a nosotros sino a Quien nos creó.

Por eso, resulta lógico que, en la misma Encíclica citada arriba, hiciera una llamada clara en defensa de la vida: “!Respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana¡!Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad” (EV 5)

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