Santa María, Madre de Dios... y nuestra
Es cierto que hoy no naces,
ni vienes al mundo
ni recordamos tu Asunción
ni que Inmaculada eres.
Es cierto que tampoco
has visitado a Isabel,
prima y madre de Juan
ni por tu boca el Magnificat
has orado.
Hoy, sin embargo,
y porque Dios lo quiso,
pudo y lo hizo,
te traemos al presente
porque empezamos un año
y nada hay mejor
que amar a quien nos ha amado.
Hoy es día solemne
y así lo dice el Calendario
con el que nosotros católicos
caminamos a diario.
Solemne es porque recordamos
a María, aquella joven judía
que por esclava se había entregado
y dióse a Dios como Madre que porfía
por haber sido así elegida.
María, Madre de Dios…
es expresión tan perfecta
que nada puede haber mejor
que en el corazón ponerla.
María, Madre de Dios…
es exactitud tan cierta
que decir cosa distinta
sería mentir a boca abierta.
María, Madre de Dios…
y nuestra,
desde que Cristo, Su Hijo,
miró a Juan y se la dio por maestra.
María, Madre de Dios,
Madre de todos los hijos del Padre,
de los que quieren que sea
y saben que Cristo, hermano,
la amó sobremanera.
María, hoy celebramos
que lo viejo ha pasado,
Virgen e Inmaculada,
portentos que Dios
tuvo a bien entregarlos.
María, Madre de Dios y Madre nuestra,
gracias, por eso te damos:
por haber querido ser cumbre
del Enamorado,
por soñar con un mundo incendiado
por el fuego que purifica
y querernos, a todos, cerca,
en el Cielo esperando.
María, Madre de Dios y Madre nuestra,
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
María es Madre y María es nuestra Madre.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.