InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2019

14.08.19

Un amigo de Lolo – “Libro a libro” - Sobrenaturalizar el sufrimiento

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Sobrenaturalizar el sufrimiento

 

”El sufrimiento por el sufrimiento repele en el conjunto de perfecciones divinas.” (El sillón de ruedas, p. 102)

 

Si hay un tema en el que destaca nuestro Beato Manuel Lozano Garrido es, sin duda, el del sufrimiento.

Sufrir, como todos sabemos, no es pasarlo bien sino, al contrario, pasarlo mal y más que mal. Y Lolo, a lo largo de su corta vida, mostró y demostró que sufría físicamente aunque, al parecer, al su alcance estaba algo que no siempre somos capaces de hacer.

Sí, sufrimos muchas veces y otros muchos momentos de sufrimiento llegarán a nuestra vida porque, al fin y al cabo, el ser humano vive entre eso, entre sufrimientos y gozos. Y no podemos negar los primeros ni no anhelar los segundos.

Sabemos, por tanto, que el Beato de Linares (Jaén, España) pasó por muy malos momentos que muy bien refleja en los libros que publicó a lo largo de su vida. Y en ellos podemos que el sufrir no lo tenía, digamos, como un mérito por el mero hecho de sufrir.

No. Manuel Lozano Garrido buscaba solución a sus sufrimientos físicos porque sabía que no podía ser otra la Voluntad de Dios que lo había creado y lo mantenía, ahí, en el mundo, para ejemplo y bien de muchos de su tiempo y, luego, de los que han venido y vendrán.

Ahora bien, podemos decir que una cosa es sufrir y otra, muy distinta, el cómo se sufre porque no es, precisamente, lo mismo.

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11.08.19

La Palabra del domingo – 11 de agosto de 2019

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Lc 12, 32-48

“32 ‘No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. 33 Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; 34 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

 

35 ‘Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, 36 y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. 37 Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. 38 Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! 39 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. 40 También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.’ 41 Dijo Pedro: ‘Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?,’

 

42 Respondió el Señor: ¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? 43 Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. 44 De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. 45 Pero si aquel siervo se dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, 46 vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. 47 ‘Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; 48 el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más”.

 

COMENTARIO

 

Vigilantes debemos estar y ser

 

No son pocas las ocasiones en las que Jesucristo, hermano nuestro, Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre, dice esto que hoy nos dice. Y es que, como bien sabemos, tanto los que entonces le escuchaban como los que ahora le escuchamos… en fin, somos más que duros de corazón.

El caso es que todo tiene que ver con nuestro bien espiritual. Es decir, el Hijo de Dios nada malo quiere para nosotros sino, al contrario: lo mejor y lo más bueno que su Padre del Cielo, además, anhela para su descendencia.

Nos lo dice de muchas maneras porque sabe más que bien que necesitamos explicaciones que nos lleguen al corazón y a la mente. Y la de ahora abunda en ejemplos porque es la manera más sencilla de dar a entender… y que entendamos.

Hay algo que debemos tener muy en cuenta: a nosotros sólo nos debe interesar el Cielo. Y, para eso, en primer lugar, debemos tener por lo que son, las cosas del mundo; y, luego, atender, más bien a las que nos llevan al definitivo Reino de Dios. Y otra forma de ver las cosas es una que lo es equivocada y más que errada.

Debemos, estar, pues, vigilantes.

¿Acaso, a este respecto, Dios va a venir de repente?

Sólo podemos responder a esto que sí: Dios puede venir de repente. Pero no lo hará sin avisar porque ya quedado más que dicho en las Sagradas Escrituras que ha de volver. Avisados, pues, estamos y más que avisados estamos.

Debemos vigilar. En primer lugar, debemos vigilar nuestra vida; luego, nuestra alma y, en fin, todo aquello que, al fin y al cabo, nos lleva (o no) al Cielo. Si lo hacemos y somos perseverantes en tal forma de hacer las cosas estamos más que seguros que nuestros esfuerzos serán tenidos en cuenta por nuestro Creador. Y es que el Señor sólo quiere que nosotros estemos cabe sí. Otra cosa no anhela quien nos ha creado y mantiene.

Hay quien, a este respecto, se confía en demasía. Y queremos decir con esto que, por decirlo así, como no es conocida la hora y la fecha en la que de volver Jesucristo al mundo y eso no se sabe… en fin, que hacen de su capa un sayo y actúan como si, en efecto, nunca hubiera de volver.

Es más que seguro que quien así actúa ha de caer en múltiples tentaciones que le presente Satanás, el Enemigo de Dios y nuestro. Y es que siempre es posible rectificar… Y eso es lo que se cree.

Hay algo que, en lo referido a esto, nos dice Jesucristo, nuestro Maestro, yque no deberíamos olvidar nunca: seremos retribuidos.

En efecto, nosotros seremos retribuidos por Dios según haya sido nuestra actitud y nuestra forma de hacer las cosas. Así, si se nos han dado muchas gracias y dones y no los hemos aprovechado sino, a lo mejor, al contrario… en tal caso, el mal que nos vendrá será grande. Y si se nos dado poco… poco tendremos en contra.

En realidad, no es poco lo que se nos dice. Y lo que se nos dice se nos dice por nuestro interés espiritual porque, al fin y al cabo, la vida que vale la pena tener en cuenta (porque es para siempre) es la que viene después de la muerte. Y no es que la que vivimos en el mundo no tenga importancia sino que no tiene tanta importancia como, muchas veces, nos creemos.

 

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no atienden las necesarias palabras de Su Hijo.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que miran para otro lado cuando se les advierte de lo que deben hacer en su bien espiritual.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; gracias por darnos a entender que debemos estar vigilantes para no caer en tentación.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Palabra de Dios; la Palabra.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.  

9.08.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Cuando la pérdida es ganancia

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“Así debe ser!, ¡así debe ocurrir!, cuando las cosas importantes, las cosas realmente importantes, están en peligro, alguien debe perderlas, alguien debe sacrificarse para que sus seres queridos, sus amigos y su pueblo las conserven”.

Rodrigo Álvarez Zenteno, “Dos respuestas al final del camino”

en “Tolkien: raíces y legado”.

 

No hay duda alguna, lo dijo nuestro profesor, que él había tomado conciencia de que había escrito una obra católica cuando revisó El Señor de los Anillos. En un principio, no había tenido tal intención pero, como era de esperar en un hombre de fe profunda y arraigada en su corazón, le salió lo que debía salir…

Hay muchos temas que podríamos traer aquí sobre la influencia de su catolicismo en una obra tan extensa (felizmente extensa, podemos decir) como es El Señor de los Anillos. Pero hay uno que muestra el fin mismo de la vida de quien sabe que debe sacrificarse por los demás hasta, si es necesario, dar su vida por todos. Y es, exactamente, lo que hizo Jesucristo. Y el profesor de Oxford nos muestra tal posibilidad en más de una ocasión, con más de un personaje y muestra y demuestra que sí, que eso es posible y que, a veces, es la única salida ante una determinada situación.

El título de este artículo, el que dedicamos al mundo de Tolkien, tiene todo ver con lo que supone, en efecto, darse para el prójimo que es, y al cabo, una característica típica de quien no piensa, en exclusiva, en sí mismo sino que tiene en cuenta las necesidades ajenas. Es bien cierto que a eso se le suele llamar solidaridad en grado sumo pero nosotros preferimos otro término, caridad, que encierra algo más que entregarse por una causa porque supone tener un sentido último para hacer eso. Y es en esto hay algo más que simple altruismo…

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6.08.19

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" –Amar al prójimo

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Amar al prójimo

 

“Cada mañana, la ortopedia que una madre coloca sobre el tobillo inútil de un hijo, gustaría de abrocharla sobre esa planta suya de mujer que pisa con brío los adoquines y las aceras. El chaleco que se apura del jornal, un hombre se lo embute a la mujer o a la hija y tirita gozosamente en las frías madrugadas de invierno. El amor crece y se corona gloriosamente asumiendo el martirio de la criatura de elección. Se quema la vida por el doble de nuestra entraña y uno agoniza entre el revuelo de campanas que provoca el amor complacido.” (El sillón de ruedas, p. 102)

 

Es más que cierto, y sabemos que lo dijo Aquel que todo lo conocía, como Dios hecho hombre, y mucho había vivido como mortal, que hay algo en lo que se resume la Ley y los Profetas. Y sí, nos referimos al amor al prójimo.

Recordemos aquello: “y amarás al prójimo como a ti mismo”.

Esto es bastante sencillo de entender pero no siempre lo llevamos a cabo. Y es que son muchas las veces que no podemos recorrer la distancia que hay entre la teoría y la práctica. En principio, de todas formas, la cosa no parece tan difícil de comprender.

Amar al prójimo supone saber, primero, quién es; luego, aplicar la teoría que tan bien nos sabemos a tal quién es. Y ahí, muchas veces, fallamos.

Sobre esto no estaría mal recordar aquellas palabras de Jesucristo que venían a decir su madre y sus hermanos son aquellas personas que escuchan la Palabra de Dios y la llevan a sus corazones para luego, sacar de ellos el bien para el prójimo y el máximo y mayor amor para el Creador.

Bien. Ya sabemos a qué debemos atenernos si queremos saber a qué refiere nuestro hermano Manuel Lozano Garrido, a la sazón Beato de la Iglesia que fundara Cristo y que, con el tiempo, se le dio el nombre de católica.

Nuestro Beato de Linares (Jaén, España) nos pone unos ejemplos de lo que es el amor al prójimo. De todas formas, es más que seguro que cualquiera que le esto (y quien no lo lea también) pondría ejemplos sin cuento de lo que es amar a nuestro prójimo.

Creemos, de todas formas, que lo que importa no es eso (con ser importante, por supuesto, porque centra el qué y el quién) sino que eso supone que el amor que mostramos por quien nos necesita es claro ejemplo de que hemos entendido, primero, la Palabra de Dios y, luego, que la hemos llevado a la práctica de forma correcta, como Dios quiere que sea llevada.

A veces, sí, el amar al prójimo supone un martirio. Y lo supone porque se es mártir en el sentido más directo: testigo. Y es que se testifica sobre el Amor de Dios hacia sus criaturas y porque, desde tal Amor, se aprende lo que es amar a quien lo necesita (¿No estamos nosotros más que necesitados de tantas necesidades espirituales y, por eso, Dios nos ama tanto?)

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3.08.19

La Palabra del domingo - 4 de agosto de 2019

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Lc 12, 13-21

 

“13 Uno de la gente le dijo: ‘Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo’. 14 El le respondió: ‘¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?’ 15 Y les dijo: ‘Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes’. 16 Les dijo una parábola: ‘Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; 17 y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’ 18 Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, 19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.’ 20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’ 21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios’”.

 

 

COMENTARIO

 

Los verdaderos bienes, los mejores

 

No es nada extraño que quien conocía al Hijo de Dios quisiera que, de alguna manera, interviniera en su vida. Y es que, habiendo visto o habiendo conocido lo que era capaz de hacer… en fin, nada impedía que, eso, pusiera cierto orden en la vida de sus discípulos o seguidores.

Jesucristo, sin embargo, sabía más que bien la misión para la que había sido enviado al mundo. A lo mejor había quien creía que estaba aquí para poner cierto orden en la vida de los hombres. Al contrario, por decirlo así, era la verdad: había venido al mundo a prender fuego al mundo para que el fuego de la Verdad de Dios y de la Ley del Padre purificara lo impuro.

Eso, podemos decir, tal forma de ver las cosas, no era demasiado bien entendida por aquellos que al mirar al hijo de José y de María veían, digamos, un instrumento que se podía utilizar, hacer uso de él según fueran las necesidades de cada cual.

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