InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Agosto 2019

30.08.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Microrrelatos (III)

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Como es bueno ser perseverante en lo que consideramos bueno y mejor, estamos aquí de nuevo para aportar una nueva serie de microrrelatos después de que, como es fácil deducir del número del título del artículo, lo hayamos hecho en dos ocasiones. Y es que la cosa da para esto y para mucho más. 

De nuevo, rogamos sepan disculpar los amables lectores los fallos que pudiera haber en ellos porque, al fin y al cabo, cada cual da lo que puede y sabe…

 

  • Estaban destinados a amarse. Ellos, hombre y medio elfa, siempre supieron que los tiempos habían cambiado y que su amor era ejemplo, posibilidad, cambio.

 

  • Aragorn, de entre las flechas que recibió a lo largo de su vida una de ellas acertó en su corazón y le arrebató el alma. Y Arwen, como Elfa, tenía un buen arco.

 

  • Elrond sabía que la tatarabuela de su hija Arwen, Tinúviel, había tenido un amor parecido. Y no pudo decir no aunque lo intentó… como padre.

 

  • Imaginamos las palabras de amor que salieron de los labios de Aragorn y de Arwen. Ambos venían de tiempos antiguos y su amor era cauce de encuentro.

 

  • Undómiel tuvo que decidir entre una vida casi eterna y una humana y mortal. Y pudo el amor… como debe ser en los buenos finales.

 

  • Les costó mucho llegar a la casa de Elrond pero, en Imladris, gustaron de los muchos bienes élficos. Más de uno no habría salido de allí nunca…

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28.08.19

Un amigo de Lolo – Lolo, libro a libro - “Comprender la esencia de nuestra fe”

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Comprender la esencia de nuestra fe

 

“El Creador necesitaba una rehabilitación a su altura y ¡qué fácil!: su Hijo tomaba cuerpo de arcilla, afanaba un capital de méritos y, a la hora de pasar la cuenta, hacía valer su condición de Dios. Desde el mero ángulo jurídico, la justicia volvía por sus fueros con una argumentación que brillada por lo impecable.” (El sillón de ruedas, p. 104)

 

Aquí había ya culpabilidad de parte del ser humano.

Esto de arriba lo decimos porque el Beato Manuel Lozano Garrido habla, leamos bien, de “rehabilitación”. Y eso ha de querer decir, a la fuerza ha de querer decir, que había algo que rehabilitar.

¿Qué era eso que debía ser restaurado o, como se diría hoy día, reseteado?

Cualquiera puede adivinar que se refiere Lolo al comportamiento del pueblo elegido por Dios. Y es que, a lo largo de los siglos, había mostrado y demostrado que su fidelidad al Todopoderoso era manifiestamente mejorable.

Sí. La relación del creyente con Quien lo había creado y mantenía en el mundo, al parecer, se había roto. Debía, pues, restablecerse para que el devenir del mundo no tuviera como fin la fosa de la que tanto habla el salmista.

Nos dice el Beato de Linares (Jaén, España) que las cosas no podían hacerse de cualquier manera. Y es que como Dios había creado todo lo existente, no podía ser que la corrección de lo mal hecho se hiciera de una forma vulgar. No. Todo, como nos dice nuestro hermano en la fe, debía hacerse según era Quien todo lo había hecho: a lo grande.

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25.08.19

La Palabra del Domingo - 25 de agosto de 2019

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Lc 13, 22-30

“22 Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. 23 Uno le dijo: ‘Señor, ¿son pocos los que se salvan?’ Él les dijo: 24 ‘Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y

no podrán. 25 ‘Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Y os responderá: ‘No sé de dónde sois.” 26 Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’; 27 y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!” 28 ‘Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. 29 Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. 30 ‘Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos’”.

 

COMENTARIO

Sobre puertas para entrar en el Cielo

 

El Hijo de Dios nos pide hacer un esfuerzo porque lo mejor no puede ser fácil.

En realidad, todo esto tiene que ver con la Voluntad de Dios de tener cabe sí a sus hijos, a su semejanza, creada a su imagen. Y, claro, la cosa no puede ser como coser y cantar…

Podemos decir que Jesucristo, que conoce más que bien el corazón de muchos de sus contemporáneos, no duda en decir la verdad, toda la verdad, sobre lo que es alcanzar el definitivo Reino de Dios.

Salvarse. Eso es lo que el ser humano quiere desde que conoce y sabe que existe un Creador que todo lo creó y mantiene. Y la salvación eterna es, por tanto, el destino anhelado por todo aquel que no esté ciego o no ame su propia existencia.

Sí, salvarse es más que importante. Pero eso no se consigue de cualquier manera como si fuera, en definitiva, algo de poca importancia.

Es cierto que, como decimos, todo hijo de Dios quiere entrar en el Cielo. Es una aspiración legítima pero no siempre está al alcance todo aquel que quiere conseguirlo.

El Hijo de Dios sabe muy bien que todo ser humano no va a acabar salvado. Y lo sabe porque es más que cierto que no todo el mundo, que crea, actúa de igual forma.

Hay quien cree que por ser hijo de Dios va a tener asegurada su entrada en el Cielo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, para que eso sea posible, hay que entrar por la puerta estrecha que es la que hace que el creyente en Dios Todopoderoso se sacrifique, dé de sí todo lo que pueda y, en fin, se olvide la forma de ser que, por antigua y desfasada, no anda muy cercana al corazón de Dios.

¿Dónde va el alma que no es aceptada en el Cielo?

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23.08.19

J.RR. Tolkien – Ventana a la Tierra Media – Historia de un Anillo Único

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En efecto, cuando hablamos de algo así como de un Anillo, escrito con mayúscula, y lo hacemos en el marco (como suele decirse) de una obra como El Señor de los Anillos, no hace falta mucho esfuerzo para saber a qué nos queremos referir.

Claro está que el Anillo, llamado Único (porque lo es, sin duda alguna) no aparece sólo en tal obra literaria de J.R.R. Tolkien sino que recorre, como si se tratase de una asignatura transversal, la obra más conocida de tal autor, de nuestro profesor. Y nos referimos, claro está, tanto a El Silmarillion como a El Hobbit.

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21.08.19

Un amigo de Lolo – De cielo o fango

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

De Cielo o fango

 

“Si contando con la fatalidad de la culpa fue amasada nuestra arcilla, sólo a una línea de espera puede llevarnos ese rastrear de nuestra mezcolanza de cielo y fango. Sobre el traspiés deprimente, por encima de nuestro golosear de materia, Dios se sienta en la encrucijada del camino y un buen día, rendidos y sudorosos, lo vemos y nos damos cuenta de que tiene algo hermoso sobre la palma y que, a la par, nos sonríe invitándonos a la aceptación.” (El sillón de ruedas, p. 103)

 

Es más que cierto que el Beato Manuel Lozano Garrido sabe llegar a la cima de la espiritualidad con pocas palabras. En verdad, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que su santidad ya la ganó en vida. Y eso se demuestra con las palabras aquí traídas hoy mismo.

Hoy mismo es bueno saber qué somos. Pero también es más que bueno, mejor aún, saber a qué podemos llegar, a qué debemos aspirar y, sobre todo, saber que Dios quiere eso para nosotros.

Nosotros, como hijos del Todopoderoso que somos, estamos a un paso de lo mejor pero, también, estamos al mismo paso de lo peor.

Lo peor de todo esto es que nosotros, que sabemos lo que se suele llamar “las generales de la ley” de Dios (o sea, lo que está establecido como bueno y mejor para sus hijos) no tenemos muy en cuenta eso sino que aspiramos a lo mejor sin dar lo que a nosotros nos corresponde dar.

Dar, así dicho, no es sencillo. Bueno, seguramente es sencillo pero muchas veces acaba imperando en nuestra vida el barro o, mejor (como dice Lolo) el fango que somos.

Somos eso, fango. Y eso ha de querer decir que la mayoría de las veces acaba imponiéndose en nuestra vida lo que nunca debería imponerse. Y entonces nos alejamos de Dios porque nos conviene, eso creemos, lo que es mundano y, en exceso, humano.

Humano es lo nuestro, sí. Sin embargo, como llevamos en el corazón el Espíritu Santo que se nos ha imbuido en nuestra concepción, podemos decir que el Cielo lo llevamos dentro aunque muchas veces lo olvidemos.

Olvidemos o no aquello que somos, lo bien cierto es que, como dice el Beato de Linares (Jaén, España) Dios siempre nos está esperando. Y en tal encrucijada del camino (o, lo que es lo mismo, nos acaece un momento de decisión importante para nuestra vida) nos mira con Amor y nos ofrece la posibilidad de acercarnos a su Persona y a su Corazón.

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