InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Marzo 2018

17.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto II - Cuadro 1º: Cristo, la vid verdadera

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Acto II - Cuadro 1º -  Cristo, la vid verdadera

 

Jesucristo se pone de pie y mira a los Apóstoles presentes.

 

Jesucristo: Os digo esto para que entendáis lo que ahora está pasando. Y es que mucho va a cambiar porque el Hijo del Hombre va a subir a la Casa del Padre.

Pedro: Entonces, Maestro, ¿Ya no te volveremos a ver?

Jesucristo: Primero no me veréis pero luego me veréis. Pero ahora quiero que sepáis que yo soy la vid verdadera; también que mi Padre es el viñador.

Juan (dirigiéndose a Pedro): Creo que va a enseñarnos como siempre lo hace, con ejemplos que todos conocemos.

Jesucristo: Quien está unido como sarmiento a la viña, que soy yo, dará fruto bueno y si no lo da… mi Padre lo podará quitándole lo que le sobra. Entonces, sanará y fructificará en su corazón lo bueno que Dios quiere para cada uno de sus hijos.

Bartolomé: ¿Nosotros somos sarmientos tuyos, Maestro?

Jesucristo: Sí, Bartolomé. Además, estáis limpios porque habéis escuchado la Palabra que os he anunciado y la habéis aceptado en vuestro corazón. Pero debéis saber que permanecer en mí es permanecer en mi Padre porque Él y yo somos uno.

Pedro: ¿Qué pasa, Maestro, con quien no permanezca en Ti?

Jesucristo: Escuchad esto: muchas veces os he dicho a vosotros y a otros muchos que no basta con decir “Señor, Señor” sino que hay que cumplir la voluntad de mi Padre. Sólo así se permanece en mí.

Juan: Pero, Maestro, ¿Entonces?

Jesucristo: Juan, entonces quien eso no hace es arrancado de la viña, arrojado fuera (como se hace con el sarmiento podrido) y quemado en el fuego.

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16.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 4º: Camino, Verdad y Vida

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Acto I - Cuadro 4º -  Camino, Verdad y Vida

 

Los presentes muestran nerviosismo ante las palabras de Cristo sobre que uno lo va a entregar a sus enemigos.

 

Jesucristo: No debéis turbaros. Vuestro corazón ha de creer en mí porque creéis en Dios.

Pedro: Maestro, ¿Qué debemos hacer ahora?

Jesucristo: Esperar, debéis esperar porque voy a prepararos mansiones en la Casa de mi Padre. Así, siempre estaréis conmigo y yo con vosotros.

Tomás: Pero Maestro, pero ¿Cómo vamos a saber el camino que nos lleva ahí?

Jesucristo: Escucha, Tomás, y escuchad todos: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso quien quiere ir al Padre ha de ir a través de mí porque si me conocéis a mí, si creéis en mí, también conoceréis a mi Padre y creeréis en Él.

 

Los Apóstoles se miran unos a otros y Felipe, a señas de Pedro, le pregunta:

 

Felipe: Maestro, nos gustaría que nos mostraras al Padre. Eso nos bastaría.

Jesucristo (mira con ternura a Felipe): Felipe, llevo con vosotros mucho tiempo como para que me digas eso. ¿Aún no os habéis dado cuenta de que quien me mira a mí ve al Padre y de que el Padre está en mí y yo en el Padre?

Pedro: Claro, Maestro, tú eres el Enviado de Dios, el Cristo, el Mesías.

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15.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 3º: Judas (Monólogo)

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Acto I - Cuadro 3º – Judas (Monólogo)

 

Están sentados todos a la mesa. La iluminación ha disminuido de tal forma que sólo está iluminado Judas que habla como si nadie estuviera presente. Nadie más habla sino que la acción queda centrada en Judas Iscariote.

 

Judas:

Seguro que lo sabe. Cuando ha dicho eso de que todos estamos limpios menos uno…

No puedo negar que cuando me escogió entre aquellos que allí estábamos escuchándole creí que había llegado el momento oportuno de ajustar las cuentas con Roma, ese invasor que nos sangra con sus impuestos y nos tiene sometidos al yugo de unos idólatras. Y es que el Reino que traía, si era de este mundo, seguro que contaba con el sí de Dios y seguro que podríamos, por fin, ser libres. ¡El pueblo elegido por el Todopoderoso atado a un pueblo pagano!

En realidad, siempre he ansiado tener un poder que me ha sido esquivo. Así, con el Reino de Jesús ocuparía un cargo importante.

Sin embargo, a lo largo de estos años de haber acompañado al hijo de María y de José, después de haber abandonado todo lo mío para seguirle, no he podido ver nada de un Reino poderoso en la tierra. Es cierto que muchas veces nos ha dicho que su Reino no es de este mundo pero, entonces, ¿A qué seguir siguiéndole? ¿Qué razones puede haber para dejarlo todo atrás para ir tras quien no ha tenido nunca nada suyo, nada a lo que aferrarse, nada salvo… su amor por los demás?

Además, han ido aumentando las persecuciones hacia nosotros. Y hasta se diría que el Maestro estaba contento con ellas… A mí, sin embargo, nunca me ha gustado ser el centro del interés del poderoso. Al contrario: admiro el poder que tiene el Sumo Sacerdote y aquellos que le siguen más de cerca. Y lo admiro porque nuestros pastores conocen a Dios y a su santa Palabra, Adonai amado por nuestro pueblo elegido. Y Jesús… Jesús no ha hecho más que plantarles cara.

Recuerdo cuando ató unos cordeles y tiró al suelo las mesas de los cambistas, las palomas se escaparon de sus jaulas… ¡Las palomas para las ofrendas a Dios!

No, no puedo decir que el Maestro no se haya ganado enemigos a pulso. Y siempre oponiéndose a lo establecido. Si hasta dijo que era más que el sábado, ¡Más que el sábado! Reconozco que ha intentado y procurado enseñarnos, que estos años hemos descubierto un mundo que no conocíamos y que ha querido que lo lleváramos a nuestro corazón pero yo, yo, es cierto, nunca he sentido un apego muy grande por algo que no fuera de este mundo y prefiero tocar el suelo.

Es verdad, que muchos creen que soy ladrón. Reconozco que desde hace un tiempo me he quedado con parte de las limosnas pero es que… cada vez que me acuerdo del perfume que desperdició aquella pecadora en los pies del Maestro… ¡con lo que se podría hecho por los pobres!

 

Hace un momento de silencio para recordar algo muy importante.

 

Ahora ya nada tiene remedio. Cuando al fin comprendí que esto no podía seguir así porque podíamos a acabar todos muertos, quise hacer algo que creía era lo mejor: entregaría al Maestro en manos de los fariseos a cambio de una recompensa. De todas formas, me habían dicho muchas veces que estaban a punto de apresarlo, que llevaban mucho tiempo tras él y que, de un momento a otro caería en sus manos para juzgarlo. Decían que tenían razones más que suficientes para condenarlo.

¿Qué iba a hacer yo?  Ellos me preguntaron… me preguntaron si podrían cogerlo. Con todo su poder y tenían miedo del Maestro…

Les dije que sí, que podrían siempre que yo les dijera dónde podían hacerlo. Y que sería en el Huerto de los Olivos porque solía ir a allí con sus discípulos para orar. Era un lugar algo apartado de Jerusalén y allí no acudiría nadie, menos de noche y en aquellos momentos, para pedirle nada ni para aprender de su enseñanza.

Y así está la cosa aunque creo que lo sabe, que lo sabe todo sobre mí…

Judas se marcha de la Cena.

 

SE CIERRA EL TELÓN

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno

Para entrar en la Liga de Defensa Católica

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Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

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Tiempo de espera y de esperanza es la Cuaresma.

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14.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 2º: Lavatorio de los pies

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Acto I - Cuadro 2º -  Lavatorio de los pies

 

Jesús y sus Apóstoles están sentados en la mesa preparada para la celebración de la Pascua.

 

Bartolomé (dirigiéndose a Tomás): Tomás, ¿no cumplimos con las abluciones como de costumbre?

Tomás: No sé, Bartolomé. Pero, mira, el Maestro se ha levantado de la mesa. ¿Qué es lo que va a hacer?

 

Jesús se levanta de la mesa y toma una toalla. Todos miran extrañados aquella insospechada acción del Maestro.

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13.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 2º: Lavatorio de los pies

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Acto I - Cuadro 2º -  Lavatorio de los pies

 

Jesús y sus Apóstoles están sentados en la mesa preparada para la celebración de la Pascua.

 

Bartolomé (dirigiéndose a Tomás): Tomás, ¿no cumplimos con las abluciones como de costumbre?

Tomás: No sé, Bartolomé. Pero, mira, el Maestro se ha levantado de la mesa. ¿Qué es lo que va a hacer?

 

Jesús se levanta de la mesa y toma una toalla. Todos miran extrañados aquella insospechada acción del Maestro.

 

Felipe (dirigiéndose a Judas Tadeo): Judas, ¿Irá a lavarse? Nosotros, sin embargo…

 

Pero Jesús toma también un lebrillo en el que abunda el agua y, ante la extrañeza de los presentes, se aproxima a Juan y le lava los pies en primer lugar. Luego, a Andrés que no deja de asombrarse.

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