InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Noviembre 2016

6.11.16

La Palabra del Domingo - 6 de noviembre de 2016

 

  Lc 20, 27-38

 

“27 Acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: 28 ‘Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. 29 Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; 30 y la tomó el segundo, 31    luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. 32 Finalmente, también murió la mujer. 33  Esta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.’    34 Jesús les dijo: ‘Los hijos de este mundo toman mujer o marido; 35 pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, 36      ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37       Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor = el Dios de  Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. = 38 No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.’”

        

COMENTARIO

La eternidad de Dios y la vida eterna del hombre

 

En este texto del Evangelio de San Lucas el Hijo de Dios dice mucho acerca de la vida eterna, de cómo es y de qué se ha de esperar de ella. Pero antes debía manifestar mucho a los que querían tenderle una trampa. 

En realidad, aquellos hombres, saduceos, debían querer burlarse de Jesucristo. Por eso le preguntan eso que le preguntan. 

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4.11.16

Novedad editorial: ¡Libro inédito del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo! Apúrense y a por él.

Foto: “De profesión, paralítico” (Lolo)

Esto no suele pasar muy a menudo. Quiero decir que de una persona que ha subido a los altares y hubiera dado a la luz sus pensamientos espirituales a través de escritos conocidos aparezca, al cabo de los años de su marcha a la Casa del Padre, un libro que no hubiera publicado nunca, no es muy habitual.

Pues eso ha pasado con el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, de quien ayer mismo, 3 de noviembre, celebramos su Dies natalis. 

El caso es que cuando falleció su hermana Luci que fue sus manos y sus ojos durante muchos años, en eso de revisar los documentos que tenía, apareció el original de un libro de Lolo. ¡Sí!, un texto que no había visto la luz pública vaya usted a saber las razones o el por qué pero a finales de diciembre de 1960 el Beato Lolo firmó aquel libro que, gracias a Dios y para bien de todos los que lo lean, va a ver la luz pronto. 

El título es bien significativo y está en la línea, tan buena y tan exacta, de los que solía poner Lolo: “Las siete vidas del hombre de la calle” y tiene relación directa, número y sentido, con los Sacramentos, también siete. 

Lo deja todo bien explicado al principio del libro: 

“La santidad la tenemos, así, en todas las horas cruciales, tan utilizable como la cuchara, el paraguas o la gabardina: 

- En el moisés, un fruto natural de vida se hace hijo de Dios por la purificación que el agua cumple en el Bautismo. 

- En el uso de razón, Dios modela y asegura la santidad inicial por el aceite de la Confirmación. 

- El hombre que vuelve al barro e hinca la rodilla en el delito, restaura su destino por la palabra consoladora que le perdona en la Confesión. 

- A la infinita sed de trascendencia y al hombre de eternidad que nos gritan desde las células, los sacia radicalmente el pan y el vino que se hace Carne y Sangre suyas en la Comunión. 

- Cuando unos muchachos piensan en carpintero y otros en abogado, Él hace su leva y unas manos proveen, en el Orden Sacerdotal, los depositarios de las siete fuentes, que así tendremos siempre a nuestro servicio. 

- Esa ternura que germina y se ramifica en hombre y mujer juntos y la fuerza poderosa de la vida, se coronan de gracia en las palabras de donación que es la materia del Matrimonio. 

- El hombre físicamente a la deriva, la nave que hace agua, tiene el gran recurso para la salud que es la oración común, y el aceite santificado o, cuando menos, el indulto y el buen pasaporte para el reino feliz que es la Extremaunción” (aquí hay una nota del Editor explicando que, por fidelidad al texto original no se ha sustituido el término “Extremaunción” por el de “Unción de enfermos”)

 

Es más, antes de dar comienzo el primero de los Sacramentos, el Bautismo, escribe esto“Ni sensacionalismo ni trabalenguas: lo que puede un Sacramento”. Y eso es explicación más que eficaz de lo que ha de leer quien quiera obtener gran fruto espiritual de este libro.

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3.11.16

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo: Dies natalis

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Conocemos, por nuestra fe, que cuando uno de nuestros hermanos muere y tiene ganada una buena fama de santidad, es más que probable que acabe subiendo a los altares. Es decir, que según lo visto a lo largo de una vida tal hermano nuestro ha merecido y, así ganado, le sean abiertas las puertas del Cielo.

Podemos, según lo hasta aquí dicho, entender que el Beato Manuel Lozano Garrido, conocido como “Lolo”, tenía bien ganada su entrada en la Vida Eterna. Y, así, el día que murió, un 3 de noviembre de 1971, fue su verdadero Dies natalis, nació en tal día para la Bienaventuranza.

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2.11.16

Nuestras Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio (+ Novena)

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Decir que las Benditas Almas que están en el Purgatorio-Purificatorio son nuestras no es hacer alarde acaparador ni nada por el estilo. En realidad, son nuestras porque, además, podemos pedir por ellas y ella, también, por nosotros pues debemos mantener una sana y gozosa relación con aquellas almas que, por una falta de mérito (aunque sea pequeño) no han podido ir al Cielo, digamos, de forma directa tras su muerte y Juicio particular. 

Y están allí. Lo bien cierto es que el Purgatorio-Purificatorio no está cerrado a la oración el resto de mese del año.

Seguramente muchos hermanos nuestros católicos tienen muy en cuenta todo el año a las almas que están limpiando sus manchas y quedando limpias para subir al Cielo donde les espera la Bienaventuranza y la Visión Beatífica. Pero también es posible, y más que posible, que salvo este mes de noviembre, especialmente dedicado a ellas y a los Santos, el resto del año (¡y son 11 meses!) muy poco se las tiene en cuenta. Y que Dios me perdone si me equivoco o exagero…

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1.11.16

Los santos del Cielo; el Cielo de los santos (+ Reproducción libro)

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Cuando llega el 1 de noviembre, a los católicos se nos pone el corazón en un puño. Y es que nos acordamos, de una forma muy especial, de aquellos hermanos nuestros que han sido de tal forma fieles a Dios que no ha habido más remedio que considerarlos santos. Es decir, a pesar de que es posible que también pecaran en alguna ocasión de su vida (de hecho nacieron, como todos a excepción de Cristo y María, la Madre) con el pecado original y, al menos, en eso, eran como todos los demás. Aunque con toda seguridad no son sólo santos tales sino que otros muchos, como veremos abajo, también lo son aunque no tengan una consideración propia como tales o, por decirlo pronto, no estén en el santoral y en los calendarios.

Lo bien cierto es que aquellos que están incluidos en el Libro de los Santos tuvieron, a lo largo de su vida, una merecida fama de santidad. Por eso cuando la correspondiente comisión vaticana determina, tras el necesario proceso, que una persona merece, ha merecido, alcanzar el Cielo, seguramente mucho tiempo antes ya era así considerado por muchos y bien se podría aplicar eso de “eso ya lo sabía yo”.

Pues bien, esos muchos “ya lo sabía yo” es lo que se denomina, más seriamente, “fama de santidad”. Y es que a veces popularmente decimos las cosas de una forma si bien sencilla, bien cierta y no equivocada. Por eso cuando los Santos Padres, véase Papas, han determinado los dogmas de los que gozamos ahora mismo como, por ejemplo, el de la Inmaculada Concepción de María, mucho tiempo hacia ya que el pueblo católico consideraba que la Madre de Dios sólo podía haber sido concebida sin pecado.  Y no sólo el pueblo común sino pensadores menos comunes y con más conocimientos espirituales. Pero, como las cosas de palacio van despacio… 

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