InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Marzo 2016, 15

15.03.16

Un amigo de Lolo – La verdad del sufrimiento

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

La verdad del sufrimiento

 

“El aburrimiento, también, un filo cortante que rasga nuestra carne como un llamamiento o una exigencia, un disco que avisa del peligro de la superficialidad. El dolor, así, como cimiento de una joya. No importa que, al comienzo, sólo palpemos nuestra propia lágrima, el acento de nuestra queja. Pobres los que nunca han llorado, de los que hoy tampoco lloran. La verdad, como los granos, necesita del tiempo para henchirse y germinar. Se siembra en otoño y se cosecha al final de la primavera. Nos cae encima un dolor cualquier hora y el fruto tiene que estirarse en un ciclo de días y de años. Siempre se madura un poco más. Lo importante, con todo, es hacerse de la certeza de que la verdad va naciendo, que ya germina; que cierta fecha, la que figura estampada de rojo en el ciclo de nuestra vida, abriremos esa mano que se crispa hoy para hallar, sorprendidos, en medio la redonda, deslumbrante y majestuosa perla que ha cuajado nuestro propio sufrimiento.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 220).

Cuando Jesucristo murió en la cruz a muchos aquella forma de dejar el mundo les pareció una locura; a otros, una necedad. Sin embargo, gracias a la entrega de sí que hizo el Hijo de Dios, nosotros, sus hermanos, podemos alcanzar la vida eterna y la salvación es posible para los pecadores hijos del Todopoderoso.

Eso, así dicho, ha de querer decir que el sufrimiento de Jesucristo tenía sentido. Es decir, que había cierto gozo, en el fondo gozo, en aquellos escupitajos, en aquella flagelación, en el camino hacia el Gólgota y, al final, en la sangre vertida una vez fue colgado de aquellos dos maderos.

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