InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Noviembre 2015

2.11.15

Recordemos a las Benditas almas del Purgatorio-Purificatorio

  

Quien esto escribe no puede negar, ni quiere, que las benditas almas del Purgatorio-Purificatorio tienen un lugar muy importante en su corazón. Tal es así porque, a sabiendas de que hay muchas que no puede hacer nada por sí mismas que no sea esperar que se limpien sus manchas para poder subir al Cielo, no se me ocurre nada mejor que pedir siempre que pueda por ellas. Y es que, por decirlo así, están bastante indefensas en tal sentido.

En un día como hoy, que la Iglesia católica dedica especial a acordarse de las almas que se encuentran entre el Cielo y la Tierra,  no podemos, ¡qué menos! que orar por ellas. Lo hacemos, primero, porque lo necesitan; segundo, porque lo merecen; tercero, como diría San Josemaría, porque nos da la santa gana. Por eso decimos esto que sigue.

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1.11.15

La Palabra del Domingo - 1 de noviembre de 2015

 Biblia

Mt 5, 1-12a.  

“1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 4 Bienaventurados = los mansos =, porque = ellos poseerán en herencia la tierra.= 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.      8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.      9  Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12  Alegraos  regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos.”

 

COMENTARIO

Bienaventurados seamos

Cristo enseñaba. Había venido al mundo, enviado por Dios, para hacer algo tan sencillo y difícil como es enseñar. ¿Y qué debía enseñar?

Podemos decir lo más sencillo de todo: cómo salvarse. Jesús enseñaba cómo llegar al Cielo. Y, para eso no bastaba con querer llegar sino que se debía ser de alguna manera. En algo concreto, pues, resume el Hijo de  Dios su amor por el hombre: enseña cómo salvarse.

Todos aquellos que le escuchaban conocían, con toda seguridad, la Ley de Dios que el Creador había entregado, hacía ya muchos siglos, al profeta Moisés. En aquel monte donde subió a hablar con el Todopoderoso había recibido lo que era puesto por el Señor para que el hombre, su criatura más perfecta, pudiera caminar por el mundo de una manera adecuada y acorde con la voluntad de Quien todo lo creó.

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