InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Junio 2015

24.06.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- ¿Creemos, de verdad, que somos templos del Espíritu Santo?

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

¿Son, pues, otros tiempos?

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

  ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"-  ¿Creemos, de verdad, que somos templo del Espíritu Santo?

 

 “¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”

Esto, dicho así de forma sencilla, lo escribió el apóstol de los gentiles en su Primera Epístola a los de Corinto (3, 16)

Pero es que luego, en la Segunda Epístola a los mismos hermanos en la fe dice esto otro (6, 16):

“Porque nosotros somos santuario de Dios vivo”.

Somos, pues, una vez bautizados y habernos infundido el Espíritu Santo, templos suyos. Y eso ¿significa algo para nosotros?

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23.06.15

Un amigo de Lolo – Oración sobre la esperanza

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le inflijían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 Libro de oración

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

  

Oración sobre la esperanza

 

Esperar es estar limpia y felizmente en la vida, notar que todas las criaturas son buenas personas y quererlas, ver que las estrellas y los paisajes son maravillosos y, no obstante, sentir que el corazón tiene un ansia que tira siempre hacia la altura. Esperar es sentirse asco, rodeado de asco, tener cicatrices, saborear lágrimas y, pese a todo, mirar con expectación a una puerta del cielo que ya se nota que chirría y detrás está  el corazón abierto de Dios,  jugoso y dulce como un racimo de uvas recién estrujadas.

(Extraída de “Dios habla todos los días”)

 

Lo peor, es más, lo único que no puede hacer un discípulo de Cristo, es perder la esperanza. Y es que hacer eso, incurrir en tan mala práctica espiritual, supone dar la espalda y dejar de lado a la santa Providencia de Dios. No esperar es, al y al cabo, decir “no” a Dios de una forma muy alejada a la que ha de manifestar quien tiene a  Dios por Todopoderoso (todo lo puede, pues) y quien sabe que nunca le abandona y para Él nada hay imposible. Nada.

Hay, pues, en este aspecto de la fidelidad a Dios, dos formas de actuar ante lo que nos pasa, sucede y acaece: la que se sostiene en la esperanza y la que la abandona, la deja de lado, la pretiere.

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21.06.15

La Palabra del Domingo - 21 de junio de 2015

 

 Biblia

Mc 4, 35-40. ¿Quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

 

“35 Este día, al atardecer, les dice: ‘Pasemos a la otra orilla.’ 36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.        38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’ 39 El, habiéndose  despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino  una gran bonanza. 40       Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’”.

 

 

  

COMENTARIO

Tener verdadera fe y confianza en Dios

Muy conocido es el hecho de que el Evangelio de Marcos es dado a la narración de milagros y otros hechos extraordinarios que, también y por otra parte, son de difícil aceptación para las almas dadas al apego al mundo. En este caso, también vemos como Jesús, a pesar de la falta de fe que parece atenazar a sus discípulos se ve en la obligación de actuar, presto, dominando la naturaleza que se muestra, así, sumisa a sus órdenes, como si no fuera Él quien creó, en la persona de Dios, a esa misma naturaleza…

Sin embargo, lo más importante no es el hecho mismo del dominio de las aguas pues también se ha dicho  que el lago donde se produce este hecho es dado a repentinos cambios de viento que pasan, de repente, de forma natural. Esto se dice, seguramente, para quitar importancia a este hecho milagroso. Y digo que esto no es lo más importante ya que, como casi siempre hace Jesús, sus hechos trascienden, es decir, lo que significan va más allá de lo que aparentan, de lo que la realidad misma muestra a los ojos de los que miran.

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20.06.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – La Misericordia y el sacrificio

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

La Misericordia y el sacrificio

 

Y Jesús dijo… (Mt 12, 3-8)

“Pero él les dijo: ‘¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’,  no condenaríais  a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.”

Como es sabido, Jesús conocía muy bien las Sagradas Escrituras judías, lo que llamamos Antiguo Testamento. Por eso en muchas ocasiones hacía uso de ellas. Explicaba, así, su santa doctrina con apoyos que eran importantes y decisivos de cara a los que le escuchaban.

Ahora pasa algo parecido. Algunos le persiguen porque creen y dicen que no cumple la Ley de  Dios, que la tergiversa. Sin embargo, bien sabe Jesús que eso no es cierto sino que ha venido al mundo, precisamente, a que se cumpla hasta el último acento de la misma. Además, Jesús es perfectamente consciente de que es el Mesías y Dios hecho hombre.

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19.06.15

Aquí alguien, con nombre y apellidos, no está en sus cabales

- Y vuelta la burra al trigo… 

-Me parece que se pasa usted un poco con este señor.

-Es que es sacerdote.

-¡Anda ya…!

 

Ciertamente es bien cierto que el ser humano puede sorprender al resto de seres humanos con lo que dice y hace.

No podemos negar, por tanto, que lo que aquí traemos a nadie puede extrañar. Es más, seguramente, más de uno dirá que, siendo como es la persona a la que acompañamos a estas líneas, tampoco es para tanto.

Sin embargo, no porque una persona no deje de decir sandeces y cosas verdaderamente inapropiadas para su estado y para su “fe” vamos a dejar de manifestar que lo que no puede ser… es que no puede ser.

¡Qué decir de Juan Masiá Clavel!

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