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19.01.15

Un amigo de Lolo – Sobre los niños que sufren

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

“Resulta que cada infancia herida es como la repetición de la historia que empieza en un pesebre y acaba en una cruz. Los niños pueden ser rubios o morenos, delgados o con mofletes, pero cada uno reproduce auténticamente en su carne las consecuencias de un viejo pecado y la gloriosa aventura de la salvación. En cada pequeño, como en cada criatura que sufre, Cristo está redivivo, mucho más allá de las fotografías.

Que verdaderamente es terrible que sufran los inocentes, da testimonio su vida y Calvario; y lo dicen, más que nada, sus lágrimas. Aunque todos los hombres nos juntáramos para llorar esa tragedia, apenas si nos acercaríamos un milímetro al volumen de su pena. El no es de los que les da miedo mirar a los espejos, sino la inocencia prototipo, el cristal donde se multiplican todas las crucifixiones sin culpa. Las frases de protesta de los hombres rebotan en  la injusticia de sus divinas manos crucificadas. El niño mártir de cualquier aldea, el que vive en Suecia o el que nacerá en un cohete interplanetario son como dedos que apuntan a los entrecejos de todos los hombres que pecamos”.

(Cartas con la señal de la cruz, pp. 43-44)

 

Sobre los niños que sufren

 

Es más que conocido y sabido el amor que Jesús, en su llamada “vida pública”, manifestó por un sector de la población poco apreciado en su tiempo como eran los niños. Tan es así que llegó a decir que quien no fuera como uno de ellos no entraría en el Reino de los cielos. ¿No resucitó Cristo a la hija de Jairo? ¿No permitió que se acercaran los niños a Él cuando sus apóstoles querían apartárselos?

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