InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Abril 2014

19.04.14

Serie “Al hilo de la Biblia” - La Resurrección

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que siempre se nos ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de Quien tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, por así decirlo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien es conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

“La Resurrección”

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18.04.14

¿Cuánto tenemos que ver con la muerte de Cristo?

Cristo murió por nuestros pecados

“Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras”

(1Cor 15, 3)

Y así fue; así es.

Es bien cierto, podría pensarse así porque así parecen las cosas que entonces sucedieron, que Jesús fue apresado (mediando traición por parte de Judas), juzgado (eso sí, de manera ilegal), azotado (de forma y manera excesiva e innecesaria), escupido (con abuso de autoridad), obligado a cargar con el madero de la cruz y, al fin, clavado en tal madero donde exhaló el espíritu donde murió.

Ciertamente, eso fue así, eso pasó (a grandes rasgos) de tal manera.

Pero las cosas, en materias de espíritu, alma y todo ello relacionado con Dios, no son siempre como parece sino que, cosa propia del Creador, tienen un calado más profundo que la mayoría de las veces nosotros, simples seres humanos demasiado mundanos, no alcanzamos a comprender y, mucho menos, a conocer.

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17.04.14

Jueves Santo: humanidad toda, todos hijos de Dios

Amor fraterno

Al Jueves Santo se le conoce por hechos varios que tienen mucho que ver con lo que sucedió un día como tal de la semana llamada Santa o de Pasión de Nuestro Señor.

Por ejemplo, como el día del “servicio y la entrega”, o el día de ser “el último”. Y es que Jesús quiso mostrar a los presentes en aquella sala preparada para celebrar la Pascua (a lo mejor propiedad del padre del que luego sería apóstol suyo conocido como San Marcos), al lavar los pies a los apóstoles, que era la mejor forma de mostrar que eran discípulos suyos. Y eso entendido no el hecho mismo de lavar los pies (que también) sino en lo que suponía hacer lo que sólo hacían los esclavos. Jesús, así, también se declaró esclavo de Dios como lo había hecho su Madre María ante los requerimientos del Ángel Gabriel.

También se conoce aquel jueves como el momento exacto en el que Jesús instituyó el sacerdocio y, claro está, partió el pan y repartió el vino haciendo, de tales especies, su cuerpo y su sangre. Y, en resumidas cuentas, que fue el lugar y el tiempo exacto en el que instituyó la Santa Misa, llamada también Eucaristía (por ser acción de gracias)

Pues bien, también se conoce el Jueves Santo (ya a punto de comenzar los verdaderos momentos de Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo) como día del Amor Fraterno.

El apóstol Juan, en su Primera Epístola recoge algo que es crucial para entender lo que significa el Amor Fraterno (escrito, así, con mayúsculas) y lo que no podemos entender acerca del amor que tenemos a Dios y al prójimo. Dice, pues, el discípulo amado, lo siguiente (4, 20-21):

“Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano”.

Hay, pues, que tener muy en cuenta lo que escribe el apóstol que recogió a la Virgen María en su casa por voluntad expresa de Cristo en la Cruz. Y hay que tenerlo en cuenta porque nos dice mucho acerca de lo que es nuestra fe católica.

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16.04.14

Ad pedem litterae – Vicente Alejandro Guillamón

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Presentación del artículo de Alejandro Guillamón .

En el asunto-tema-aprovechamiento de río revuelto que es el de la catedral de Córdoba (antigua Mezquita y, más antiguamente aún, templo cristiano) hay muchas personas que deberían callar para no demostrar de qué pie cojean. Una de ellas es la que lleva a su artículo don Vicente Alejandro Guillamón y que no es otra que Federico Mayor Zaragoza.

Dice el autor del artículo muchas cosas atinadas de este hombre perejil de todas (o al menos muchas) salsas que en el mundo han sido desde hace muchos años. Y todo lo que dice no lo pone demasiado bien que digamos.

En realidad, cada cual se busca las críticas que se busca según lo que haya sembrado a lo largo de su vida. Y si una persona tan de izquierdas como es, sin duda alguna, Federico Mayor Zaragoza, se gana a pulso que se le diga lo que, en realidad, ha sido a lo largo de su vida y, ahora mismo, es, no puede quejarse nadie de que quien quiere diga lo que ha sido y es. Otra cosa es que no le venga bien ni al criticado ni a sus admiradores, que se le critique. Pero, la verdad, cada cual tiene, casi siempre, lo que se merece.

Y si ahora entra, además, el susodicho Mayor Zaragoza en el asunto de la catedral de Córdoba para apoyar pretensiones musulmanas… todo lo que se diga de él y sobre él será poco pues ya tuvimos, muchos siglos atrás, otros que se entregaron, a manos llenas, la España visigoda en manos de los creyentes musulmanes. No vaya a creerse nadie que podemos consentirlo otra vez.

Y, ahora, el artículo del Vicente Alejandro Guillamón.

Otro que mete cizaña en la catedral de Córdoba

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15.04.14

Un amigo de Lolo - Nuestros pecados hacen llorar a Dios

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Nuestros pecados hacen llorar a Dios

“¿Dónde están, Señor, sus lágrimas, que no te las veo en público, aunque tu dolor sea como para arrancarle rayos, y terremotos, a la Naturaleza?”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (969)

Es posible que haya muchos hijos de Dios que crean o tengan por buena la teoría según la cual pecar, cuando pecan, poco tiene que ver aquello que hacen o dejan de hacer y el Creador. Creen, por eso, que se trata de cosas suyas y que tampoco va a verse afectado quien es Todopoderoso porque pequen más o menos.

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