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1.04.14

Un amigo de Lolo - Los ánimos de Dios

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Los ánimos de Dios

“La felicidad es la espuela de Dios, siempre clavada venturosamente en nuestros ijares”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (864)

“Venirse abajo” es algo que, comunmente, se dice de quien, por alguna circunstancia muy personal siente decaer su ánimo.

Es bien cierto que el ser humano es dado, quizá en exceso, a sentirse mal por cualquier nadería. Y es nadería todo lo que nos pasa en comparación con la eternidad que tanto anhelamos. Y nada lo que nos pueda suceder por muy afectados que nos manifestemos o nos encontremos. Es decir, es nadería… absolutamente todo lo humano comparado con.
El ser creado por Dios a su imagen y semejanza olvida, con excesiva facilidad que es, eso, imagen de Dios y semejanza del Todopoderoso. Por eso se siente inmerso en situaciones hacia las cuales se ha dirigido él mismo en la mayoría de las ocasiones o, simplemente, se ha dejado llevar por no haber sido capaz de sostener su fe frente a los embates del enemigo.

Y es que caer en las trampas de los diversos demonios que pululan por el mundo, del cual su jefe es el Príncipe, no es nada del otro jueves sino, por desgracia, bastante común. Por eso muchas veces nos sentimos atrapados por aquello que, en circunstancias normales de vivencia de una fe perfecta, no debería causarnos malestar alguno. Pero, ya sabemos que si la carne es débil, el espíritu (el nuesrto) no le anda a la zaga.

Sin embargo, también para esto Dios tiene remedio o solución.

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