InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2014, 10

10.01.14

Eppur si muove - ¿De verdad que nadie hay que pueda hacer nada? ¿Nadie?

Hay cosas que son, verdaderamente, sorprendentes. Es más, la sorpresa que producen se va dilatando en el tiempo y pudiera dar la impresión, quizá muestra de una verdad, de que lo que es así, así tiene que ser y punto en boca. Pero insistimos en que resulta, del todo punto, impresentable, lo que pasa.

Aquellos católicos que nos consideremos pequeños en la fe, sin falsas humildades sino porque nos sabemos que somos muy poca cosa teológicamente hablando, no acabamos de entender las razones de esto que pasa pueda pasar.

A veces, por cierto, la sorpresa puede hacernos creer que el dicho, muy español, que dice que “el que calla, otorga” es demasiado cierto y, fatalmente, aplicable a este caso.

Sin duda puede que parezcamos pesados por insistir tanto en esto pero si hubieran hecho, ya los mismos apóstoles en sus inicios más primeros, dejación de sus funciones, seguramente ahora no habría católicos sino, en todo caso, toda una serie de sectas diversas cada una a lo suyo. Y, claro, aunque eso haya pasado con la llamada Reforma protestante, no nos gustaría que hubiese pasado ya desde el principio de todo.

Pero el caso es que es de todo punto inadmisible (no se puede admitir de ninguna de las maneras) que por ejemplo, con nombres y apellidos haya católicos que se maquillen cada día con el polvorete de la fe para que se crean, algunos lo creen, que son católicos. Y tanto, por ejemplo, Juan Masiá, como Pagola, como algunas religiosas muy concretas que se creen el oro y el moro y cuyos nombres cualquiera podría repetir ahora (y eso es lo malo del asunto) y donde la humildad ni cabe ni ha lugar, pueden ir sembrando por los caminos del mundo en la seguridad, primero, de que alguno les comprará su mercancía averiada (pues de todo hay en la viña del Señor) y, segundo, más seguros aún de que, como mucho, recibirán algún coscorrón documental por parte de los pastores que han de proporcionárselos pero, en fin, de ahí la cosa no pasará, nada irá a mayores y… ¡hala!, a continuar con la labor de zapador-agujereador y abre boquetes en el dique de la creencia en Dios Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo.

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