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3.12.13

Un amigo de Lolo - El incordiante e incordial Satanás

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

El incordiante e incordial Satanás

“Quien no crea en el Demonio, que explique la guerra”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (672)

En efecto, Satanás no es muy cordial con el ser humano que es fiel. Lo es, a lo mejor, con aquel que se le somete pero con el resto, o lo que es lo mismo, con quien se sabe hijo de Dios, quiere tratar lo menos posible y si lo consigue, se los lleva a su nido podrido.

Mientras Dios siembra en el corazón del hombre, creatura suya, el amor, la misericordia y demás virtudes y gracias que lo hacen bueno a sus ojos, quien es el Príncipe de este mundo, llamado así por manipular al mismo o querer tenerlo en la palma de sus manos con sus adulaciones y proposiciones cierta deshonestas o, lo que es lo mismo, el Ángel caído que fue enviado al mundo para que lo dominara contra natura y en la tiniebla, procura que los mismos hijos que Dios tiene como creación buena, caigan en sus fauces que no son sino fosas que aniquilan lo que de bueno hay en el corazón del hombre.

Satanás, el Maligno, el Demonio o el Diablo, llámesele como se le llama, existe tan ciertamente como existe Dios que todo lo creó y mantiene. Pero, a diferencia de Quien es Todopoderoso, el primero es todo-vengativo y nos ama con la misma precisión que un animal salvaje ama a la presa que quiere acechar, cazar y, luego, comer y deglutir. Así nos quiere quien se opuso a Dios, por ejemplo, al travestirse de serpiente, animal ciertamente repugnante (digan lo que digan los amantes de la naturaleza) e incitar a la mujer, llamada Eva por ser madre de todas las criaturas, a que contradiciendo lo que Dios había dicho acerca del árbol que no les estaba permitido comer, no sólo comiera ella sino que convenciera al hombre, ¡pobre criatura en manos de la perfección que Dios le había entregado!, de que hiciera lo mismo de ella.

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