InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Febrero 2013, 11

11.02.13

¡Gracias, hermano Joseph!

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Aquellos católicos que son grandes lo son porque dan su vida por Dios y por el prójimo. Ejemplos de tal forma de ser los tenemos muy cerca de nosotros.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Benedicto XVI

A esta hora seguro estoy de que todo el mundo o casi todo el mundo sabe la noticia según la cual Benedicto XVI ha presentado su renuncia al Papado (con efecto a partir del próximo 28 de febrero) porque, con franqueza, no se siente con las suficientes fuerzas como para seguir ocupando la silla de Pedro. También estoy seguro que ha causado una sensación grande en quien la haya conocido como ha surgido: de repente y sin previo aviso.

A Benedicto XVI se le ha definido de muchas formas y no todas ellas demasiado delicadas

Al Santo Padre se le ha estado atacando a costa del tema de la pederastia como si fuera culpable de lo sucedido. Por eso Benedicto XVI merecía todo el apoyo por parte de la grey que pastorea porque, además, estaba llevando a cabo acciones, dentro de la legitimidad, en aras de dar solución a la difícil situación por la que pasa la Iglesia católica.

Estar con el Papa era, por eso mismo, una grave obligación que no podemos olvidar ni podemos dejar de llevar a cabo.

Al Santo Padre Benedicto XVI se le he atacado mucho porque quien tiene una doctrina clara (aborto, educación, intervención de la Iglesia en la vida pública, olvido de Dios por parte del hombre, etc.), la pone en práctica y la da a conocer, a lo mejor no es seguro que se le tenga muy en cuenta, en cuanto bueno, lo que dice.

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Serie Sacramentos .- Eucaristía

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dios mismo se nos entrega en un pan y en unas gotas de vino. Así quiso que le tuviéramos para tenerlo tan cerca que nunca pudiéramos decir que estaba lejano. No olvides nunca tan gran verdad.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Sacramentos

Como es bien sabido, los Sacramentos constituyen una parte muy importante de la vida espiritual del católico. Podemos decir que marcan un camino a seguir que, comenzando con el bautismo, terminará con la unción de los enfermos si es que la misma llega, claro, a tiempo. Sin embargo, no podemos negar que sin los Sacramentos, el existir del católico deja de ser como debería ser.

A este respecto, dice la Constitución Sacrosanctum Concilio, relativa a la Sagrada Liturgia, en su número 59 que

Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de cosas; por esto se llaman sacramentos de la “fe". Confieren ciertamente la gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir fructuosamente la misma gracia, rendir el culto a dios y practicar la caridad.

Por consiguiente, es de suma importancia que los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la mayor frecuencia posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana.”

Vemos, pues, que no son realidad baladí sino pura esencia en la vida del católico. Pues, como muy dice este apunte de la SC los Sacramentos “no sólo suponen la fe”, es decir que recibiéndolos se atribuye una presunción de catolicidad, sino que, además, “la alimentan, la robustecen” o, lo que es lo mismo, fortalecen el alma del que se dice, y es, católico y no niega la posibilidad de seguir siéndolo sin ninguna clase de apostasías silenciosas.

Los Sacramentos

Tenemos, por tanto, la seguridad de que los Sacramentos son signos sensibles que fueron instituidos por Cristo. Además, que comunican la gracia. Y, ya, por fin, que son los que son no porque sea un número más o menos bíblico que nos indique cierta perfección, sino porque Jesucristo, el Hijo de Dios, instituyó siete y ni uno más ni uno menos.

Característica común a todos los Sacramentos es que todos tiene una materia y una forma pues es propio de cada uno de ellos el que haya un objeto-gesto exterior y unas palabras que lo conforman y determinan a ser lo que son; también que debe ser un ministro legítimo el que lo confiera pues, de tal manera, Cristo actúa por él.

En realidad, los Sacramentos lo son de Cristo porque son creados por él; son de la Iglesia porque existen por ella y para ella (cf. Catecismo, 1118); son de la fe porque están ordenados a la santificación de los hombres (cf. Catecismo, 1123); son de la salvación porque son necesarios para la misma (cf. Catecismo, 1129), y lo son, por último, de la vida eterna porque preanuncian la gloria venidera (cf. Catecismo, 1130).

Esta serie, pues, corta porque son siete los Sacramentos y no más, tratará de los mismos y de la importancia que tienen para la vida del creyente católico.

Sacramentos.- Eucaristía

Eucaristía

“La Iglesia siempre ha comprendido que su centro vivificante está en la eucaristía, que hace presente a Cristo, continuamente, en el sacrificio pascual de la redención.”

En la Introducción de su libro “Síntesis de la Eucaristía”, el P. Iraburu nos aporta una realidad eclesial y personal que no carece de importancia porque centra, a la perfección, el sentido del Sacramento de la Eucaristía: siempre se ha tenido conciencia de que es, verdaderamente, lo que da vida a la Iglesia católica pues centra su vigor en el propio Cristo, Hijo de Dios y Enviado para la redención del mundo.

Podemos decir, entonces, que la Eucaristía destaca, entre los Sacramentos, con una luz muy intensa que ilumina la vida de los discípulos de Cristo. Lo hace, además, con una luz que llega hasta la misma eternidad al hacer efectiva la redención del mundo en la persona del Hijo de Dios, Enviado del Creador para, precisamente, procurarnos tan inmerecido regalo.

Cualquiera podría decir que, en realidad, de la Eucaristía poco habría que decir porque se entiende muy bien que es esencial para el católico y que sin ella, como dijeron aquellos mártires de Abitinia (siglo III), hoy Túnez, cuando queriendo sus opresores que abandonaran la Eucaristía respondieron con valentía que sin ella “no podemos vivir”. Sin embargo, no es menos cierto que la formación acerca de la misma no es siempre la mejor y el conocimiento de lo más esencial, permítasenos decir esto, está lejos de lo que debería ser mínimamente aceptable.

Ya desde el mismo Catecismo de la Iglesia Católica se reconoce la importancia que tiene el Sacramento de la Eucaristía. En concreto, entre los números 1324 y 1327 (ambos incluidos) se concreta al respecto cuando se dice que

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