InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Diciembre 2012, 10

10.12.12

Serie Humanae vitae - 2.- Lo básico, por elemental

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Y, ahora, el artículo de hoy.

Humanae vitae

Presentación de la serie

Hace tiempo cayó en mis manos un ejemplar de la publicación original (año 1969) de la Carta Encíclica de Pablo VI Humanae vitae (Hv) Iba, y va, referida a la regulación de la natalidad. Y era de esperar que produjera polémica y que hiciera sufrir mucho a su autor.

Lo que no era de esperar, o sí, era que la contestación a la Hv se produjera, además de con la puesta en práctica de políticas contrarias a lo que indica la misma, dentro de la misma Iglesia por aquellos que parecen que ven un ejemplo de virtud oponerse a cualquier cosa que pueda emanar de la Santa Sede.

Pero es de pensar que los sectores sociales, políticos e, incluso, eclesiales, que se mantienen en contra (con hechos y palabras) no están muy de acuerdo con tal Encíclica, ni por lo que dice ni por la verdad que muestra.

Había razones para que se diera a la luz una Encíclica como la Hv: “La Iglesia, sin embargo, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial (quilibet matrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida“ (Hv 11).

Por lo tanto, no se trata de la plasmación de ideas retrógradas ni pasadas de moda sino, al contrario, la fijación, una vez más, de lo que la Iglesia entiende que se tiene que hacer y llevar a cabo en un tema tan importante como el de la vida humana y el de la natalidad que, evidentemente, lleva aparejado.

Ante eso, ¿Qué es lo que se ha hecho desde los sectores sociales y políticos que se podían haber limitado a aplicar tal norma eclesial por sus benéficos postulados para la humanidad?

Pues, exactamente, todo lo contrario:

1.-Anticonceptivos

En materia de anticonceptivos está claro que los poderes públicos se han encargado de difundir el uso de los mismos. Sobre esto, el punto 17 de la Hv dice que “Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoístico y no como a compañera, respetada y amada”. ¿No es eso cierto?

2.-Píldora del día después

El uso de la píldora del día después, como método anticonceptivo digamos, distinto al ordinario que es el preservativo, supone una aplicación perversa de la anticoncepción y una clara manipulación de determinados sectores sociales.

Sobre esto, la Conferencia Episcopal Española, en nota de fecha 27 de abril de 2001 titulada “La píldora del día siguiente. Nueva amenaza contra la vida” dice (apartado 1) que “Se trata de un fármaco que no sirve para curar ninguna enfermedad, sino para acabar con la vida incipiente de un ser humano”.

3.-Aborto

El aborto ha sido política habitual de las sociedades que se dicen “avanzadas” cuando nada hay más retrógrado que acabar con la vida de un ser vivo humano y nada peor que llevar a cabo la implantación legal de tan aberrante práctica. Y en España tenemos ejemplos más que suficientes y recientes (véase legislación sobre el aborto) como para avergonzar a cualquiera.

Sobre esto dice la Hv (14) que “En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas”.

Y es que parece que, aunque hayan pasado más de 40 años desde que publicara, Pablo VI, la Encíclica Humanae vitae, las cosas siguen en su sitio o mejor dicho, en peor sitio porque suponía, tal documento, un “aviso” ante la situación que la natalidad estaba sufriendo en el mundo o, al menos, una indicación sobre lo que no se debía hacer.

En realidad, lo único que ha cambiado ha sido, por un lado, el lenguaje políticamente correcto de llamar a las cosas por nombres que no son y, por otro lado, la técnica que procura, de forma, digamos, más disimulada, el atentado contra la vida humana.

Y así, mucho más podemos decir al respecto porque los temas que el documento salido del corazón de Pablo VI refiere no son, precisamente, de poca importancia para la consideración cabal y con criterio católico de los mismos.

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Hv

2.- Lo básico, por elemental.

En materia de regulación de la natalidad y en todo lo que ello implica es de pensar que existen unos principios que todo católico tiene que respetar y llevarlos adelante aunque a veces eso pueda suponer algún tipo de dificultad relativa a la vida que lleva el ser humano en este valle de lágrimas.

La Hv no es escrita sin tener unos sólidos principios doctrinales que fundamentan la realidad que sostiene y que hacen incomprensible las críticas que desde dentro de la Iglesia católica se le han hecho y se le hacen. Por eso, a lo básico que, por elemental, es necesario conocer y defender, llama este documento “principios doctrinales” que estudia y, aquí, contempla, según la Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II (entonces, 1969, muy reciente) Gaudium et Spes (GS desde ahora).

El ser humano hay que tenerlo en cuenta en su totalidad o, lo que es lo mismo, no se puede disociar, separar y tener como elementos distintos, lo material de lo espiritual o, lo que es lo mismo “su vocación, no sólo natural y terrena sino también sobrenatural y eterna” (Hv, 7). Es entonces cuando lo que podría parecer no tener cabida en el análisis de la natalidad humana, cabe y tiene derecho a ser tenido en cuenta.

¿Por qué entra la Hv a considerar estos aspectos?

Pues lo hace porque

En el tentativo de justificar los métodos artificiales del control de los nacimientos, muchos han apelado a las exigencias del amor conyugal y de una “paternidad responsable", conviene precisar bien el verdadero concepto de estas dos grandes realidades de la vida matrimonial”

No se puede decir, por tanto, que no haya una doctrina netamente católica al respeto de tales conceptos. La hay y es, además, sólidamente fundamentada.

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