InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Noviembre 2012, 20

20.11.12

Un amigo de Lolo - La Cruz y nuestra cruz

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Propósitos, propósitos… solemos hacernos muchos. Quien cree en Dios ha de saber que, con los talentos que nos entrega, aquellos pueden ser cumplidos si somos fieles.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La Cruz y nuestra cruz

“La savia de la Cruz es la alegría, y la buena alegría también lleva siempre a la Cruz.”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (973)

Es cierto que cuando pensamos en el sufrimiento físico de Cristo en su Pasión, no podemos, sino, compadecernos de su persona y pensar que, con casi toda seguridad, no seríamos capaces de soportar tan grandes tormentos injustos.

La Cruz, la que sostuvo a Cristo, ha sido zaherida en muchas ocasiones por aquellos que la tienen como una necedad o como una locura. Cómo es posible que alguien pueda soportar una pasión como su Pasión y acabar buscando en Dios el perdón para aquellos que, sin duda, no sabían lo que hacían, no es cosa baladí. Por eso quien no comprende lo que supuso para la humanidad la Cruz de la que pendió el Hijo de Dios no es capaz de agradecer aquel sufrimiento y que aquella sangre conformara la salvación del ser humano, hermano de Quien colgó condenado injustamente por los hombres.

Resulta, sin embargo, aún más extraño que, quien no esté conforme con el sufrimiento como fuente de alegría, no vea en el padecimiento de Cristo una luz o un camino nuevo que lleva, con seguridad, el definitivo Reino de Dios; tampoco que sea capaz, apoyándose en el mismo, de sobrenadar aquello por lo que pasa y elevarse hacia metas mejores que las que angustian su vida. No hay, entonces, posibilidad de que Jesucristo comparta la carga de quien así piensa y cree porque el Emmanuel se da a quien libremente lo acepta y no se impone en el corazón de quien no lo tiene por hermano y Dios mismo.

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