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21.10.12

La Palabra del Domingo - 21 de octubre de 2012

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.
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Mc 10 -35-45

Biblia

35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.» 36 El les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?» 37 Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» 38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» 39 Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo conque yo voy a ser bautizado; 40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» 41 Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. 43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, 44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, 45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

COMENTARIO

Servir para ser el primero

Los que seguían a Cristo más de cerca, aquellos que como apóstoles lo acompañaban a todas partes, escuchaban lo que decía y trataban de acercarse lo más posible al Maestro, eran seres humanos y como tales actuaban. Intereses propios y, seguramente, alejados de la Verdad.

Quieren, los que Jesús llamara Boanerges por lo impetuoso de su proceder, estar en una posición ventajosa al respecto de sus compañeros. Le piden a Jesús estar cada uno a cada lado de Hijo de Dios. ¡Qué menos, deberían pensar!

Para eso deben, primero, creer; luego, proceder de acuerdo con lo que creen y, más tarde, aceptar las consecuencias de lo que suponía tan creencia. Y la cosa iba mucho más allá de aquel saber que si el hijo el Hombre no tenía donde recostar la cabeza, dónde la iban a recostar sus discípulos más cercanos…

Pero había más, mucho más.

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