InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Septiembre 2012, 19

19.09.12

Ad pedem litterae-Hermanos en la red - P. Pablo Cabellos Llorente

Por la libertad de Asia Bibi. .

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos Llorente

Nadie puede negar que el ser humano ganó mucho cuando llegó a ser capaz de organizarse socialmente y olvidar el estado de salvajismo que, hasta entonces, había caracterizado su existencia. Por eso que se conformaran estados era una forma lógica de proceder y una manera de establecer características propias que acabaron por diferenciar a unas personas de otras según habitaban aquí o allí.

Eso, sin embargo, también tiene sus pegas que están muy relacionadas con el proceder de la organización llamada Estado. A veces, la misma tiende a querer ahogar la libertad de los individuos que, al fin y al cabo, lo constituyen y le dan consistencia social.

Dice, a este respecto, el autor del artículo, que “El estatismo ha invertido los términos, permitiendo a la sociedad la realización de tareas desatendidas por la Administración Pública. Tal inversión del principio de subsidiaridad es nociva en sí misma: mata iniciativa, creatividad, capacidad emprendedora y, sobre todo, la libertad.” Y eso debería ser admitido por unos ciudadanos que tienen la libertad por valor importante a defender y, sobre todo, a ejercer.

El Estado puede llegar a ser agobiante y a querer controlar sectores que deberían estar en manos de las personas que, repetimos, le dan forma y sin las cuales no podría entenderse Estado alguno.

No extrañe, por lo tanto, que le P. Pablo Cabellos entienda que “Muchos pensamos que más interesante es la existencia de mayores oportunidades para participar en la vida social, económica, cultural, política, informativa; de promover unos niveles de solidaridad más altos entre personas, sociedades, comunidades autónomas, pueblos; de suscitar más valores y virtudes que fundamenten la vida social: la verdad, la lealtad, la justicia, la laboriosidad, la sobriedad y la templanza, el uso justo de los bienes materiales o del espíritu, el derecho al trabajo y vivienda, etc.”, aunque, hablando con franqueza, eso está muy lejos de ser posible según vemos lo que pasa.

Y, ahora, el texto del P. Pablo.

Más estatismo, menos libertad

Hace unos años escribí un artículo con la misma temática que éste. Un ilustre profesor, y viejo militante socialista, me respondió desde su columna tildándome de anarquista. Lo hacía con la delicadeza propia del que sabe discrepar sin herir y con la confianza del buen trato existente entre ambos. Comimos juntos después y hasta nos reímos con nuestras discrepancias.

He recordado este agradable suceso mientras leo un magnífico editorial de Las Provincias titulado “Educación en libertad". Basa su defensa de la libertad sobre tan importante asunto en los datos conocidos del espectacular aumento de alumnos en los colegios concertados, así como de la caída en los centros públicos. Resulta que la libertad es hasta rentable porque, además de que la Administración no necesita construir colegios, los alumnos concertados le salen por la mitad de precio. Lo sorprendente es que, ante estos datos, siempre que se reclama una enseñanza de calidad se pide la pública, mientras que muchas familias la buscan en otra parte. Incluso se pretende obligar a llenar los centros públicos y no permitir más concertados, cuando lo realista y responsable sería ir pensando qué hacer con los primeros.

La manía de algunas formaciones políticas o sindicales por lo público, es disonante con los tiempos y con la libertad. Constituye una especie de tic sobre el que reflexionar. Es cierto que el Estado debe cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos siempre que falte la iniciativa social, pero si el Estado suple a los individuos o a las sociedades menores, ya está atentando contra su libertad de crear todo lo que le sea posible. El estatismo ha invertido los términos, permitiendo a la sociedad la realización de tareas desatendidas por la Administración Pública. Tal inversión del principio de subsidiaridad es nociva en sí misma: mata iniciativa, creatividad, capacidad emprendedora y, sobre todo, la libertad.

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