InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2012

31.01.12

Don Bosco, otra gozosa vez

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Don Bosco

El 31 de enero de 1888, tras una vida en defensa del futuro más necesitado, subió a la Casa del Padre Juan Bosco, más conocido como Don Bosco, pronunciando unas palabras que definían, a la perfección, su vida, peregrina hacia el definitivo Reino de Dios: “Quereos como hermanos. Haced el bien a todos, el mal a nadie… Decid a mis muchachos que los espero a todos en el Paraíso”.

Así, podemos decir que fueron 3 los ejes a través de los cuales pasó la vida del que sería nombrado, en 1998 (a los 100 años de su muerte), por el Beato Juan Pablo II Magno, “Padre y Maestro de la Juventud”: el Amor, la Bondad y la Juventud.

El Amor

Si el Amor, la Caridad, es la primera Ley del Reino de Dios, Don Bosco fue un representante digno de su cumplimiento. Cuando trata de que la vida de los jóvenes de Turín mejore, siempre llama su atención haciéndoles ver que, a pesar de ser pobre como ellos, compartiría su escaso pan con aquella juventud necesitada de tantas cosas materiales y, sobre todo, de tantas maravillas espirituales desconocidas por ella.

El Amor lo refleja Don Bosco cuando, en una ocasión, tras pedirle a los jóvenes que manifiesten, escribiendo, cuál es el regalo que desean, les ofrece (a ellos y a nosotros, también) una llamada “receta de santidad”:

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30.01.12

Serie Mandamientos de la Ley de Dios - 7º.- No hurtarás

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Diez Mandamientos

RAZÓN DE LA SERIE:

Los Mandamientos de la Ley de Dios vienen siendo, desde que le fueron entregados a Moisés (Éxodo 20, 1-17) en aquella tierra inhóspita por la que deambulaban hacia otra mejor que los esperaba, una guía, no sólo espiritual, que el ser humano ha seguido y debe seguir. Quien quiera ser llamado hijo del Creador ha de responder afirmativa a Cristo cuando le diga, como al joven rico (Mc 10, 19) “ya sabes los mandamientos…” y ha de saber que todo se resumen en aquel “Quien ama, ha cumplido toda la ley” que dejara escrito San Pablo en su Epístola a los Romanos (13,8).

Por otra parte, los Mandamientos, doctrinalmente así se entiende, están divididos, o podemos así entenderlo, en dos grandes grupos: el primero de ellos abarca los tres primeros que son referidos, directamente a Dios y que se resumen en el “amarás a Dios sobre todas las cosas”; el segundo abarca el resto, 7, referidos, exactamente, a nuestra relación con el prójimo y que se resumen en el “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Tenemos, pues, que traer a nuestra vida ordinaria, el espíritu y el sentido exacto de los 10 Mandamientos de la Ley de Dios para no caer en lo que San Josemaría refiere en “Amar a la Iglesia” (El fin sobrenatural de la Iglesia, 11) cuando escribe que “Se rechaza la doctrina de los mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, se tergiversa el contenido de las bienaventuranzas poniéndolo en clave político-social: y el que se esfuerza por ser humilde, manso, limpio de corazón, es tratado como un ignorante o un atávico sostenedor de cosas pasadas. No se soporta el yugo de la castidad, y se inventan mil maneras de burlar los preceptos divinos de Cristo.

Seamos, pues, de los que son llamados humildes, mansos y limpios de corazón y traigamos, aquí, el sentido que la norma divina tiene para nosotros, hijos del Creador. Sabemos lo que nos espera, en la vida eterna, en tal caso.

7º.- No hurtarás

No hurtarás

Sabemos que hurtar es causar daño al prójimo tomando o reteniendo bienes que le son propios. Se hace, además, contra la voluntad del legítimo propietario pero sin causar daño en aquello que se hurta ni, tampoco, a las personas a las que se les hurta.

Pero, aunque se haga sin causar más estrago que el propio de privar de algo ajeno al prójimo, no extraña que tal forma de proceder sea contemplada en el Catálogo normativo de Dios de una forma no permitida. Sin embargo, como pasa en todos los Mandamientos de la Ley de Dios, su sentido va más allá de la letra de los mismos pues también la conducta incumplidora del ser humano de lo dicho por el Creador, es diversa y tiene, siempre, mucha imaginación para tergiversar lo que es la voluntad de Dios.

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29.01.12

La Palabra del Domingo: 29 de enero de 2012

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Mc 1, 21-28

Biblia

21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» 25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.» 26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» 28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

MEDITACIÓN

1.-Jesús continúa su labor. Es de suponer que iba con sus recientes discípulos, y así “llegan a Cafarnaúm” (en hebreo Kfar Nahum). Esta ciudad se encuentra en la orilla noroeste del Lago Kinéret (el Mar de Galilea), 2,5 Km. al noreste de Tabgha y a unos 15 Km., al norte de Tiberíades, donde descansa algún o algunos días.

Como diría el Mesías que no penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas sino a dar cumplimiento (Mt 5, 17), nada mejor que acudir al lugar donde tenía expresión natural ese hacer lo que la Ley indicaba: la sinagoga, lugar de culto, reunión y difusión de la norma de Moisés y del resto de Sagradas Escrituras.

Pero el hecho de ir a la sinagoga era, para Jesús, un medio directo y práctico de hacer explícita su enseñanza; era, como dijo, el dar verdadero cumplimiento a la Ley de Dios. Porque allí no se limitaba, sobre todo, a leer los textos disposición de los asistentes. Allí enseñaba, es decir era rabbí (maestro).

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28.01.12

En los altares - S. Felipe Neri

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San Felipe Neri

Nació Felipe en Florencia (Italia) en 1515. Ya de pequeño mostraba gran afabilidad y alegría y era conocido por “Felipín el bueno”. Pero no sólo se mostraba así sino que, para demostrar que tenía un espíritu evangélico y que la pobreza la tenía como cualidad importante en el creyente, cuando, al morir su madre, su padre, Francisco Neri, lo envía a vivir con un tío rico, abandona toda riqueza y se va a roma con lo puesto. Confiará en Dios desde entonces sometiéndose a su entera Providencia.

En Roma vivió con un vecino de Florencia que lo conocía de aquella ciudad. Pero su vida era sencilla y sólo se alimentaba una vez al día y consistía, su comida, de agua, pan y unas aceitunas. Además, enseñaba a los hijos del propietario de la casa el cual afirmaba que tenían un comportamiento muy bueno desde que Felipe les daba clases.

Calmaba, pues, los corazones y mantenía una actitud de pobreza digna de quien estaba demostrando que era.

Pero Dios tenía reservada una misión muy especial para Felipe.

Al cabo de dos años comenzó a enseñar catecismo a las personas pobres de la zona porque en la ciudad donde vivía el Papa había gran ignorancia religiosas y, además, una corrupción en las costumbres necesitada de pronta corrección. Así, no pasaron menos de 40 años llevando aquella labor de catequista de todo el que lo necesitaba.

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27.01.12

Eppur si muove - ¿El catolicismo es, en exceso, espiritualista?

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Escribir sobre si, en verdad, el catolicismo, digamos, oficial-jerárquico, es sólo espiritualista y no se preocupa con la relación horizontal, pudiera parecer algo fuera de lugar. Sin embargo, hay personas, católicas ellas, que creen que es así y que, por decirlo de alguna forma, se mira más hacia arriba que hacia los lados permitiendo que no tenga importancia en la vida de la Iglesia católica, el sentido vertical (relación con el prójimo) frente al otro, horizontal, que nos relaciona con Dios.

En “Cristianismo y justicia” que es algo así como una corriente dentro de la Iglesia católica, han escrito, al respecto de lo dicho arriba, lo que sigue:

“La identidad cristiana se ve seriamente amenazada si, ante el desafío de la secularidad moderna, se reacciona sólo con intentos de ‘retorno a lo sagrado’. Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué es lo realmente sagrado en una óptica cristiana. Y la respuesta no ofrece demasiadas dudas: para el Dios que nos ha manifestado Su solidaridad con los hombres -singularmente con los débiles y marginados- hasta dar su Vida por ellos, son más sagrados esos hombres que todos los actos religiosos, y que todos los tiempos de oración o los lugares, ceremonias y utensilios de culto.”

Pudiera dar la impresión que es, exactamente lo que se quiere hacer escribiendo tales cosas, de que una cosa es, para la Iglesia católica (véase jerarquía) Dios y otra, muy distinta, el hombre. Y tal es una gran falsedad.

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