InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Abril 2011

13.04.11

Ad pedem litterae - Hermanos en la red - José Carlos Enríquez Diaz - El ataque contemporáneo a la familia

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” van a ser publicados aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - José Carlos Enríquez Diaz

En el siguiente artículo, José Carlos Enríquez Diaz entra de lleno en el quid de la cuestión sobre aquello que perturba la realidad de la familia en la actualidad.

“El ataque contemporáneo a la familia

José Carlos

El testimonio plurimilenario y culturalmente multiforme que la historia aporta demuestra que la familia basada en el matrimonio es la constante expresión primaria de la sociedad humana.

Por ser expresión originaria de la sociedad humana, la familia constituye la primera unidad básica de toda sociedad civil y de la consiguiente comunidad política en todas las formas elementales o desarrolladas que esta fue adquiriendo.

No es una simple entidad intermedia, ni creación de la autoridad, si no realidad social antecedente y condicionadota de la autoridad pública.

Constituye por lo tanto la familia primera, insustituible e inigualable escuela humana y ciudadana de los hijos.

Esta familia fundada en el matrimonio es objeto hoy en día de un poderoso y organizado ataque, que debe de calificarse de feroz en la triple acepción de este adjetivo.

La familia se encuentra hoy en el punto crítico de la gran lucha entre el bien y el mal, que nos presenta el mundo contemporáneo en el punto focal de la lucha entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte.

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12.04.11

Entre la luz y la tiniebla - Creer

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Creer

Jesús y Tomás

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’

Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’

Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que o han visto y han creído.

Este diálogo que recoge San Juan en su evangelio (Jn 20, 26-29) es algo más que una conversación entre un incrédulo y el Hijo de Dios. A los pocos días de haber resucitado se presenta, otra vez, ante los discípulos. Ahora estaba con ellos Tomás que había manifestado ciertas dudas acerca de que el Maestro se les hubiera presentado el domingo anterior, al atardecer del día Su Resurrección, como le dijeron que sucedió. Si no veía y no tocaba no creería. Fue, así, meramente carnal y poco espiritual.

Pero lo que tenía que suceder sucedió para aprendizaje no sólo de Tomás sino, en general, de todo el que quiera creer y no sepa cómo hacerlo o en qué sustentar su fe.

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11.04.11

Por si sale gratis intentar quemar una iglesia

Una persona que viniera, ahora mismo, a España, y desconociera la historia de nuestra patria pensaría que hay algunas personas que no cejan de malmeter en contra de la Iglesia católica y que algo habría que hacer. Por lo menos a nivel judicial alguna persona con cargo en algún juzgado debería meter mano legal a determinadas actuaciones.

Eso sería en caso de que quien cayera del espacio interestelar tuviera la dicha de aterrizar en el suelo de España. Algunos comportamientos le parecerían censurables pero los podría achacar al calor ideológico que muchos manifiestan.

Sin embargo, como bien sabemos, los acontecimientos suelen tener sus antecedentes y nada se hace, en general, sin tener algo a lo que agarrarse incluso si es un clavo ardiendo.

Todo esto viene por lo sucedido en Barcelona.

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10.04.11

La Palabra del Domingo - 10 de abril de 2011- Lázaro

La Palabra del Domingo
10 de abril de 2011

Biblia

Jn 11, 1-45. Yo soy la resurrección y la vida.

1 Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. 2 María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.» 4 Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» 5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.
7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»
8Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?» 9Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.»
11 Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.» 12 Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.» 13 Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.
14 Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.» 16 Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»
17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,
19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. 20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. 21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» 24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»
25 Jesús le respondió: “Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 26y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.¿Crees esto?»

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9.04.11

Serie José María Iraburu 2- Hábito y clerman

“¿Será posible que lo que acerca del hábito
saben los enemigos
de la Iglesia no lo sepan, incluso lo nieguen,
algunos que están dentro de la misma?

Hábito y clerman (HyC)
José María Iraburu

Aviso previo: el contenido del texto de José María Iraburu referido al Hábito y al clerman resulta de una importancia vital para comprender lo que ha sucedido, en la Iglesia católica, tras la celebración del Concilio Vaticano II. Y no sólo en lo referido al vestir de sacerdotes y religiosos.

Con mucha lógica

Hábito y clerman

Como sacerdote, a José María Iraburu le gusta que sepa que lo es porque, en realidad, “En una sociedad secularizada y tendencialmente materialista, donde tienden a desaparecer incluso los signos externos de las realidades sagradas y sobrenaturales, se siente particularmente la necesidad de que el presbítero –hombre de Dios, dispensador de Sus misterios– sea reconocible a los ojos de la comunidad, también por el vestido que lleva, como signo inequívoco de su dedicación y de la identidad del que desempeña un ministerio público” (1).

Es más, también refiriéndose al hábito de los religiosos y religiosas “Aun reconociendo que ciertas situaciones pueden justificar el quitar un tipo de hábito, no podemos silenciar la conveniencia de que el hábito de los religiosos y religiosas siga siendo, como quiere el Concilio, signo de su consagración (Perfectæ caritatis 17), y se distinga, de alguna manera, de las formas abiertamente seglares” (2).

No tendría que extrañar, por lo tanto, que la posición que manifiesta un sacerdote como José María Iraburu sea la que es y que no es otra que entender que el traje eclesiástico (en su caso) y el hábito religioso están para ser llevados por quien desempeñan tal función en la Iglesia católica.

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